Fuente: http://redgedaps.blogspot.com.es/2017/11/la-pioglitazona-y-la-funcion-cardiaca.html?platform=hootsuite
De la pioglitazona (PIO) hablamos con frecuencia. Es
la única glitazona comercializada en nuestro país, que a pesar de la
fama contraída por la rosiglitazona, que al margen de su eficacia
hipoglucemiante, tiene un buen comportamiento cardiovascular y sobre la
esteatohepatitis no alcohólica.
En el primer aspecto, la PIO en el PROactive (PROspective pioglitAzone Clinical Trial In macroVascular Events) mostró
una reducción del 16%, Hazard ratio (HR) 0,84 (p 0,027) en un
objetivo compuesto cardiovascular (infarto de miocardio -IAM-,
accidente vásculo-cerebral –AVC-y muerte cardiovascular -MCV) en
individuos con diabetes (DM2) evolucionada. La PIO en el estudio Insulin Resistance Intervention after Stroke (IRIS),
a su vez, nos señaló en individuos resistentes a la insulina, pero sin
DM2 pero con accidente isquémico transitorio (AIT) reciente, que a los
4,8 años reducía en un 24% el AVC y el IAM HR 0,76 (p= 0,007).
En un estudio reciente que comentamos, el TOSCA.IT comparando
en la vida real los efectos a largo plazo, en eventos cardiovasculares
(ECV), control glucémico y seguridad, tanto las sulfonilureas -SU- o la
PIO asociadas a la metformina -MET- en pacientes con DM2
insuficientemente controlados con la MET en monoterapia, mostraron como
la incidencia de ECV, incluyendo IAM, AVC o MCV, a largo plazo entre las
SU (básicamente glimepirida y gliclacida) o la PIO asociada a la MET en
prevención primaria era equivalente. Si que es cierto que en el grupo
de la PIO hubo menos hipoglucemias mayores.
En otro orden de cosas, un tema que preocupa en general y en la PIO
en particular es el de la insuficiencia cardíaca (IC), pues el 50% de
los pacientes con DM2 que presentan esta condición mueren en 5 años. La
disfunción diastólica sería la anormalidad más frecuente encontrada en
la ecocardiografía, incluso en pacientes con DM2 sin síntomas, algo que
señalan podría estar en relación con la insulinoresistencia. De ahí
que la PIO podría, tener alguna acción tanto con la disfunción
ventricular como con la arteriosclerosis coronaria. Por contra, aunque
en el
PROactive aumentó la incidencia de insuficiencia cardíaca (IC) la
mortalidad en el grupo de IC no se aumentó si no que se redujo, lo que
lleva a pensar, dada la alta mortalidad, que probablemente esta IC no
fuera tal. En el estudio IRIS Kernan WN et al que hemos comentado, no se
detectaron diferencias en la incidencia de IC (p 0,80) u
hospitalización por IC (P 0,35).
El estudio que
comentamos examina los efectos de la PIO sobre la insulinosensibilidad
del miocardio y con ello su acción sobre la función cardíaca. Para
ello usan la resonancia magnética nuclear cardíaca (RMN) con la que
cuantificar la función sistólica y diastólica, y un clamp insulínico
euglucémico con una tomografía de emisión de positrones (PET) con la que
cuantificar la sensibilidad insulínica global y miocárdica (captación
de glucosa y perfusión miocardica) antes y después de 24 semanas de
tratamiento con PIO.
Se trata de un estudio experimental con 12 individuos con DM2 y 12
con una tolerancia normal a la glucosa y con clamp euglucémico
insulínico.
La PIO redujo la HbA1c un 0,9%, y la presión arterial (PA) sistólica y
diastólica 7±2 mm Hg y 7±2 mm Hg respectivamente (p inferior a 0,05), al
tiempo que incrementaba la sensibilidad insulínica global estimulando
la captación de glucosa un 71% (3,4±1,3 a 5,8±2,1 mg/kg por minuto, p
inferior a 0,01) en los sujetos con DM2.
La PIO incrementó la captación del glucosa un 75% (0,26±0,14 a
0,42±0,13 mmol/minuto por gramo, p inferior a 0,01) y la perfusión
miocárdica un 16% (0,95±0,16 a 1,10±0,25 ml/minuto por gramo, p inferior
a 0,5). Según las mediciones de la función diastólica, tanto la
velocidad del flujo atrial a través de la mitral en la diástole
temprana (1,04±0,3 a 1,25±0,4) y la velocidad final de llenado del
ventrículo izquierdo (349±107 a 433±99 ml/minuto) estuvieron aumentados
(P inferior a 0,01)
El volumen telesistólico y telediastólico, la velocidad máxima de
eyección del ventrículo izquierdo y el gasto cardíaco tendieron a
aumentar (p no significativa), al tiempo que la fracción de eyección
(61±6 a 66±7%) y el volumen sistólico aumentaron significativamente
(71±20 a 80±20 l/minuto; para ambos, P inferior a 0,05).
Con este estudio se demuestra que la PIO no tiene efectos negativos
sobre la función cardíaca en pacientes con DM2 sin enfermedad CV
clínicamente manifiesta y que la disfunción diastólica se presenta
precozmente en este tipo de pacientes sin que sea clínicamente
manifiesta.
Concluyen que la PIO mejora la sensibilidad a la insulina de una manera
general y la sensibilidad del miocardio, la función del ventrículo
izquierdo sea sistólica como diastólica en el paciente con DM2 sin
enfermedad cardiovascular.
La mejoría de la sensibilidad insulínica tanto esquelética como
miocárdica con la PIO y la función sistólica y diastólica estuvieron
fuertemente correlacionadas.
Buenas noticias para la pioglitazona.
Clarke GD,
Solis-Herrera C, Molina-Wilkins M, Martinez S, Merovci A, Cersosimo E,
Chilton RJ3, Iozzo P, Gastaldelli A, Abdul-Ghani M, DeFronzo RA.
Pioglitazone Improves Left Ventricular Diastolic Function in Subjects
With Diabetes.Diabetes Care. 2017 Nov;40(11):1530-1536. doi:
10.2337/dc17-0078. Epub 2017 Aug 28.
Vaccaro O,
Masulli M, Bonora E, Del Prato S, Nicolucci A, Rivellese AA, Riccardi G;
TOSCA.IT Study Group. The TOSCA.IT trial: a study designed to evaluate
the effect of pioglitazone versus sulfonylureas on cardiovascular
disease in type 2 diabetes. Diabetes Care. 2012 Dec;35(12):e82. doi:
10.2337/dc12-0954.
Dormandy
JA, Charbonnel B, Eckland DJA, et al, on behalf of the PROactive
Investigators. Secondary prevention of macrovascular events in patients
with type 2 diabetes in the PROactive Study (PROspective pioglitAzone
Clinical Trial In macroVascular Events):a randomised controlled trial.
Lancet 2005; 366: 1279–89.
Kernan
WN, Viscoli CM, Furie LH, et al, for the IRIS Trial Investigators.
Pioglitazone after ischemic stroke or transient ischemic attack. N Engl J
Med 2016; 374: 1321–31.
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