La aspirina, también conocida como ácido acetilsalicílico, es uno de los medicamentos más utilizados a nivel mundial. Su uso abarca desde la prevención de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares hasta el tratamiento de síndromes coronarios agudos, dolor, fiebre, migraña, prevención de preeclampsia y reducción del riesgo de cáncer colorrectal en personas con síndrome de Lynch. A pesar de su extensa historia clínica y su disponibilidad tanto con receta como sin ella, el uso de aspirina requiere una evaluación cuidadosa del perfil de riesgo del paciente, la indicación clínica y la presencia de comorbilidades.
Mecanismo de acción y farmacología
A dosis bajas (menos de 300 mg), la aspirina actúa inhibiendo de forma irreversible la ciclooxigenasa 1 (COX-1) en las plaquetas, lo que impide la formación de tromboxano A2, un potente agregante plaquetario. Este efecto antiplaquetario es clave en la prevención secundaria de eventos cardiovasculares y cerebrovasculares. A dosis más elevadas (más de 300 mg), la aspirina también inhibe la COX-2, reduciendo la producción de prostaglandinas y confiriendo efectos analgésicos y antipiréticos.
Indicaciones clínicas y dosificación
Según el British National Formulary y las guías del NICE, las indicaciones y dosis de la aspirina incluyen:
Prevención secundaria de enfermedad cardiovascular, cerebrovascular y vascular periférica: 75 mg diarios, de forma indefinida.
Síndromes coronarios agudos: dosis inicial de 300 mg seguida de 75 mg diarios.
Prevención de preeclampsia: entre 75 mg y 150 mg diarios desde la semana 12 de gestación hasta el parto.
Reducción del riesgo de cáncer colorrectal en síndrome de Lynch: 600 mg diarios durante al menos 2 años.
Dolor leve a moderado, fiebre y migraña: 300-900 mg cada 4-6 horas, con un máximo de 4 g al día.
Prevención secundaria de enfermedades cardiovasculares
La aspirina es esencial en la prevención secundaria de eventos isquémicos, gracias a su efecto antiplaquetario. Su uso ha demostrado beneficios significativos en pacientes con antecedentes de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular isquémico o ataque isquémico transitorio. En estos contextos, la aspirina ha reducido el riesgo absoluto de eventos vasculares graves entre un 3,6% y un 4%, con un número necesario para tratar de entre 25 y 28. Además, estudios como el SAPAT y el meta-análisis de 2002 refuerzan la evidencia de su eficacia.
No se recomienda la aspirina para la prevención primaria de enfermedad cardiovascular debido a que el riesgo de hemorragias supera los beneficios cardiovasculares.
Aplicación en enfermedades cerebrovasculares y vasculares periféricas
En estas condiciones, la aspirina se utiliza principalmente cuando el clopidogrel no es tolerado o está contraindicado. En prevención secundaria del accidente cerebrovascular, se puede combinar con dipiridamol de liberación modificada, aunque esta combinación no se utiliza frecuentemente por sus efectos secundarios. En enfermedad vascular periférica, también puede combinarse con rivaroxabán en pacientes de alto riesgo.
Utilización en el contexto del embarazo
La aspirina tiene una indicación especial en mujeres con alto riesgo de desarrollar preeclampsia. Estudios como el ensayo ASPRE han demostrado una reducción del riesgo absoluto del 2,7% para preeclampsia prematura, con una dosis de 150 mg diarios iniciada entre las semanas 11 y 14 de gestación. La evidencia respalda su uso seguro a dosis bajas durante el embarazo, aunque debe suspenderse al momento del parto y evitarse en mujeres que estén amamantando.
Manejo del dolor, fiebre y migraña
A dosis altas, la aspirina es eficaz para el manejo de cefalea tensional, dolor postoperatorio y migraña aguda. Un meta-análisis Cochrane reveló que 900 a 1.000 mg de aspirina tienen una eficacia comparable a la del sumatriptán para lograr alivio total del dolor a las dos horas. También ha demostrado efectos antipiréticos similares al paracetamol.
Prevención del cáncer colorrectal en síndrome de Lynch
En pacientes con síndrome de Lynch, la aspirina ha mostrado una reducción significativa en la incidencia de cáncer colorrectal. El ensayo CAPP2 evidenció una reducción del riesgo absoluto del 4% con 600 mg diarios, con un número necesario para tratar de 25. Recientemente, el estudio CAPP3 indicó que una dosis de 100 mg es no inferior a la de 600 mg.
Evaluación previa a la prescripción
Antes de iniciar tratamiento con aspirina, se debe:
Evaluar síntomas gastrointestinales y riesgo de sangrado.
Revisar uso previo de aspirina o antiinflamatorios no esteroideos.
Utilizar calculadoras de riesgo cardiovascular como SMART o REACH para cuantificar el beneficio esperado.
Discutir con el paciente que la aspirina no mejora los síntomas sino que reduce el riesgo de eventos futuros.
Efectos adversos más relevantes
Los efectos adversos más comunes incluyen dispepsia y riesgo aumentado de sangrado. El riesgo absoluto de sangrado gastrointestinal mayor se incrementa en un 0,2% a dos años. En pacientes mayores de 70 años, como se observó en el ensayo ASPREE, también se asocia con aumento de anemia por pérdidas ocultas.
Los pacientes con síntomas gastrointestinales o factores de riesgo deben recibir inhibidores de la bomba de protones como gastroprotección. En casos de hipersensibilidad, asma o antecedentes de reacciones alérgicas a antiinflamatorios no esteroideos, se debe evitar la aspirina.
Consideraciones especiales
La formulación recubierta de aspirina no reduce el riesgo gastrointestinal y no se recomienda.
Está disponible como comprimido, formulación dispersable y supositorio.
En pacientes tratados con otros antiplaquetarios o anticoagulantes, no debe añadirse aspirina salvo en contextos específicos.
La combinación con rivaroxabán en dosis bajas puede considerarse en prevención secundaria en pacientes de alto riesgo.
Interacciones medicamentosas
La aspirina puede interactuar con múltiples fármacos, aumentando el riesgo de sangrado o nefrotoxicidad. Ejemplos incluyen el uso conjunto con inhibidores selectivos de recaptación de serotonina. Las interacciones deben consultarse en bases de datos especializadas.
Monitoreo durante el tratamiento
Antes de iniciar el tratamiento, se deben realizar análisis de sangre para descartar anemia y evaluar función renal y hepática. Una vez iniciado, se recomienda un control anual. Si aparecen síntomas nuevos o valores anormales, el monitoreo debe intensificarse.
Duración del tratamiento y deprescripción
En prevención secundaria cardiovascular, el tratamiento debe ser prolongado. Sin embargo, se deben revisar periódicamente las indicaciones, especialmente en pacientes frágiles, con nuevos factores de riesgo hemorrágico o nuevos diagnósticos. En prevención de preeclampsia, se debe suspender tras el parto. Los pacientes en quienes la indicación original no esté clara deben ser evaluados para interrupción del tratamiento.
Conclusión
La aspirina es un fármaco esencial y versátil en la práctica clínica, con múltiples indicaciones respaldadas por evidencia sólida. Su uso debe ser individualizado, considerando riesgos y beneficios, y acompañado de una adecuada evaluación del paciente, monitorización y educación para fomentar la adherencia. Aunque comúnmente disponible, su potencial terapéutico y riesgo asociado requieren un manejo clínico informado y cuidadoso.
Referencias:
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