Una nueva revisión de los estudios existentes encuentra que las bebidas azucaradas y pobres en nutrientes que contienen fructosa aumentan el riesgo de diabetes tipo 2 más que otros alimentos que contienen también fructosa como azúcar añadido.
Una
serie de estudios recientes han señalado los riesgos potenciales para
la salud de las bebidas azucaradas. Los estudios han confirmado que
existe un vínculo entre las bebidas azucaradas y la obesidad, además de
advertir que solo dos bebidas azucaradas por semana pueden aumentar
considerablemente el riesgo de diabetes tipo 2. Ahora, una revisión
exhaustiva de la investigación existente confirma que las bebidas que
contienen fructosa pueden aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 más que
otros alimentos que contienen fructosa.
Los investigadores, liderados desde el Centro de modificación de factores de riesgo y nutrición clínica del Hospital St. Michael en Toronto, Canadá, analizaron estudios que se han centrado en la fructosa como una particular amenaza para la salud cardiometabólica. Aunque algunas investigaciones han sugerido que la fructosa podría ser una buena alternativa al azúcar, especialmente para las personas que ya tienen diabetes establecida, estudios más recientes han señalado que la fructosa podría ser especialmente perjudicial para la salud metabólica, incluso más que otros azúcares.
La fructosa es un ingrediente natural presente en múltiples y variados alimentos, como las frutas, los jugos de frutas naturales, la miel e incluso algunas verduras. Sin embargo, algunos fabricantes de alimentos añaden artificialmente este azúcar monosacáridos a refrescos, postres, cereales y otros alimentos como panes y bollería.
El grupo de trabajo quiso evaluar cómo las fuentes alimenticias de azúcares que contienen fructosa afectan el control glucémico de las personas con diabetes y de las personas que no padecen la enfermedad. Para hacerlo, revisaron las conclusiones de 155 estudios que habían analizado cómo las diferentes fuentes de alimentos afectaban los niveles de azúcar en la sangre de las personas. Los periodos de seguimiento incluían en algunos casos a personas con diabetes y llegaron a ser de hasta tres meses. Durante este tiempo, los investigadores también evaluaron la hemoglobina glicosilada de los participantes, así como los niveles de glucosa e insulina después de los períodos de ayuno. Los revisores evaluaron el sesgo y el nivel de certeza de los estudios tenidos en cuenta.
En general, la revisión encontró que la mayoría de los alimentos azucarados que contienen fructosa no dañan los niveles de azúcar en la sangre cuando no aportan un exceso de calorías. De hecho, las frutas y los jugos de frutas, que son ricos en fructosa, pueden incluso beneficiar los niveles de azúcar en sangre y de insulina de las personas con diabetes, cuando estos alimentos no agregan un exceso de calorías. Sin embargo, algunos alimentos "pobres en nutrientes" que agregan una energía excesiva a la dieta, como las bebidas azucaradas tienen un claro efecto metabólico dañino, aumentando el riesgo de diabetes tipo 2.
Los investigadores plantean la hipótesis de que el mayor contenido de fibra en la fruta, por ejemplo, puede explicar en parte esta diferencia, ya que la liberación de glucosa se ve retardada. Además, la fructosa tiene un índice glucémico más bajo que otros carbohidratos.
Por el momento el nivel de evidencia es bajo y se necesitan más estudios de alta calidad, pero los hallazgos obtenidos podrían, por el momento, ayudar a guiar las recomendaciones sobre la importancia de las fuentes alimenticias de fructosa en la prevención y el control de la diabetes. Hasta que no se disponga de más información los profesionales de la salud pública deben ser conscientes de que los efectos nocivos de los azúcares de fructosa en los niveles de glucosa en sangre, parecen estar mediados por la capacidad de aporte energético y la fuente concreta de alimento.
Los investigadores, liderados desde el Centro de modificación de factores de riesgo y nutrición clínica del Hospital St. Michael en Toronto, Canadá, analizaron estudios que se han centrado en la fructosa como una particular amenaza para la salud cardiometabólica. Aunque algunas investigaciones han sugerido que la fructosa podría ser una buena alternativa al azúcar, especialmente para las personas que ya tienen diabetes establecida, estudios más recientes han señalado que la fructosa podría ser especialmente perjudicial para la salud metabólica, incluso más que otros azúcares.
La fructosa es un ingrediente natural presente en múltiples y variados alimentos, como las frutas, los jugos de frutas naturales, la miel e incluso algunas verduras. Sin embargo, algunos fabricantes de alimentos añaden artificialmente este azúcar monosacáridos a refrescos, postres, cereales y otros alimentos como panes y bollería.
El grupo de trabajo quiso evaluar cómo las fuentes alimenticias de azúcares que contienen fructosa afectan el control glucémico de las personas con diabetes y de las personas que no padecen la enfermedad. Para hacerlo, revisaron las conclusiones de 155 estudios que habían analizado cómo las diferentes fuentes de alimentos afectaban los niveles de azúcar en la sangre de las personas. Los periodos de seguimiento incluían en algunos casos a personas con diabetes y llegaron a ser de hasta tres meses. Durante este tiempo, los investigadores también evaluaron la hemoglobina glicosilada de los participantes, así como los niveles de glucosa e insulina después de los períodos de ayuno. Los revisores evaluaron el sesgo y el nivel de certeza de los estudios tenidos en cuenta.
En general, la revisión encontró que la mayoría de los alimentos azucarados que contienen fructosa no dañan los niveles de azúcar en la sangre cuando no aportan un exceso de calorías. De hecho, las frutas y los jugos de frutas, que son ricos en fructosa, pueden incluso beneficiar los niveles de azúcar en sangre y de insulina de las personas con diabetes, cuando estos alimentos no agregan un exceso de calorías. Sin embargo, algunos alimentos "pobres en nutrientes" que agregan una energía excesiva a la dieta, como las bebidas azucaradas tienen un claro efecto metabólico dañino, aumentando el riesgo de diabetes tipo 2.
Los investigadores plantean la hipótesis de que el mayor contenido de fibra en la fruta, por ejemplo, puede explicar en parte esta diferencia, ya que la liberación de glucosa se ve retardada. Además, la fructosa tiene un índice glucémico más bajo que otros carbohidratos.
Por el momento el nivel de evidencia es bajo y se necesitan más estudios de alta calidad, pero los hallazgos obtenidos podrían, por el momento, ayudar a guiar las recomendaciones sobre la importancia de las fuentes alimenticias de fructosa en la prevención y el control de la diabetes. Hasta que no se disponga de más información los profesionales de la salud pública deben ser conscientes de que los efectos nocivos de los azúcares de fructosa en los niveles de glucosa en sangre, parecen estar mediados por la capacidad de aporte energético y la fuente concreta de alimento.