- Los IBP no son “protectores gástricos”, sino fármacos de eficacia demostrada en el tratamiento de la enfermedad ulcerosa gastroduodenal y otras patologías, que también pueden tener múltiples efectos adversos, sobre todo cuando se toman por períodos prolongados. Lejos de ser protectores, en muchos pacientes incrementan el riesgo de enfermedades graves.
- Los IBP no son más eficaces que los antihistamínicos H2 para el tratamiento de la dispepsia no ulcerosa, en la que, a diferencia de los antihistamínicos H2, tardan unos días en tener un efecto diferenciado del de placebo.
- Una proporción importante de los pacientes que recibe IBP no los necesita, y obtendría un efecto beneficioso si deja de tomarlos.
- No hay pruebas derivadas de ensayos clínicos que indiquen que las dosis de más de 20 mg al día sean más eficaces que las de 20 mg al día. Tampoco hay pruebas de la superioridad de algún IBP sobre los demás.
- Cuando se decida retirarlos, conviene tener en cuenta que pueden tener efectos sintomáticos de rebote, y que puede ser adecuada una pauta de retirada progresiva (10 mg al día durante unas semanas; hay formas farmacéuticas de 10 mg).
- A menudo se prescribe un IBP cuando se da el alta hospitalaria. Algunas guías de práctica clínica los recomiendan en situaciones en las que no están justificados. Es preciso revisar estas prácticas y limitar el uso de IBP a los pacientes que los necesitan verdaderamente.
lunes, 15 de enero de 2018
Cosas del PAC. Los protectores gástricos ¡son fármacos!.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario