viernes, 5 de junio de 2020

Una palabra tuya bastará para sanarme. PACIENTES MÍTICOS.

 
Hay pacientes míticos a los que conocen todos los trabajadores de urgencias de varias generaciones.

Uno empieza de R1 en el hospital y cuando se va deja allí al paciente mítico.

Los pacientes míticos son diferentes de los hiperfrecuentadores. Son estructurales, parte del paisaje. Un paciente mítico normalmente tiene un lugar asignado en el servicio, en la parte de pacientes rápidos (pacientes que acuden y se van por su propio pie, no precisan de una camilla ni un box).

Uno cambia una guardia y allí está el paciente mítico. Da el pase de guardia y pasa al paciente mítico. Es Semana Santa y no falla el paciente mítico.

Un paciente mítico tiene unas patologías difusas y mal definidas, no es un demandante ni un hipocondríaco ni un polimedicado, no es un paciente enchufado con mil pruebas en su historial.

Al paciente mítico todo el mundo le conoce y le quiere, nunca causa rechazo ni pereza sino todo lo contrario. Uno pasa a su lado camino de sacar una lata de la máquina y le saluda. Le presenta a los coerres. El paciente mítico es afable y da conversación a todos los compañeros de sala, que apenas pueden devolverla envueltos como están en un Ventimask humeante y ruidoso.

Un paciente mítico siempre tiene un fallecimiento en circunstancias poco claras, extrahospitalario, repentino. Viene su hija a saludar y a agradecer el trato recibido a lo largo del tiempo. - Érais como una segunda familia para él - suele decir.  

Los años pasan y uno se aleja del hospital y de los años de la residencia. Pero siempre lleva en su recuerdo y en su alma al paciente mítico.

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