Hay pacientes míticos a los que conocen todos los
trabajadores de urgencias de varias generaciones.
Uno empieza de R1 en el hospital y cuando se va deja allí al
paciente mítico.
Los pacientes míticos son diferentes de los
hiperfrecuentadores. Son estructurales, parte del paisaje. Un paciente mítico
normalmente tiene un lugar asignado en el servicio, en la parte de pacientes
rápidos (pacientes que acuden y se van por su propio pie, no precisan de una
camilla ni un box).
Uno cambia una guardia y allí está el paciente mítico. Da el
pase de guardia y pasa al paciente mítico. Es Semana Santa y no falla el
paciente mítico.
Un paciente mítico tiene unas patologías difusas y mal
definidas, no es un demandante ni un hipocondríaco ni un polimedicado, no es un
paciente enchufado con mil pruebas en su historial.
Al paciente mítico todo el mundo le conoce y le quiere, nunca
causa rechazo ni pereza sino todo lo contrario. Uno pasa a su lado camino de
sacar una lata de la máquina y le saluda. Le presenta a los coerres. El
paciente mítico es afable y da conversación a todos los compañeros de sala, que
apenas pueden devolverla envueltos como están en un Ventimask humeante y ruidoso.
Un paciente mítico siempre tiene un fallecimiento en
circunstancias poco claras, extrahospitalario, repentino. Viene su hija a
saludar y a agradecer el trato recibido a lo largo del tiempo. - Érais como una
segunda familia para él - suele decir.
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