En una de mis
últimas guardias, concretamente un sábado y a las 22:30h de la noche atendí a
un paciente joven, un varón de 31 años que acudía al PAC porque hacía cuatro
días se había caído de forma totalmente fortuita, se había golpeado en el
codo derecho y acudía por dolor a nivel
del hombro homolateral.
Mientras
escuchaba el relato de la historia pensaba en que no era lógico que acudiera a
un servicio de urgencias cuatro días después de la caída, sin haber sido valorado
antes por ningún médico…Esto me provocaba enfado y así se lo hice saber, él me
contestó que había estado fuera por temas de trabajo.
Además pensé: si ha estado cuatro días con dolor “poca patología tendrá”…. ¡¡¡pues craso error compañeros!!!
Además pensé: si ha estado cuatro días con dolor “poca patología tendrá”…. ¡¡¡pues craso error compañeros!!!
Tras apuntar en
la historia los datos sobre lo que le sucedía le indiqué que se quitara la ropa
y al hacerlo observé en su cara gestos de dolor e importante limitación en los
movimientos al intentar levantar el
brazo derecho y quitarse el jersey.
La inspección
no revelaba datos, no había asimetría ni hematoma, la palpación de clavícula
era anodina y el hombro le molestaba discretamente
en la región anterosuperior. Respecto a la movilidad llamaba la atención la
limitación del arco de movimiento tanto pasivo como activo del hombro, y entonces recordé que en un
curso de traumatología (muy interesante y práctico) al que acudí hace unos meses en mi hospital
de referencia, el ponente explicaba que a la hora de valorar un hombro y tras
la inspección visual del mismo había que
indicar al paciente que hiciera el arco
de movimiento, y si éste era completo o casi completo la patología casi
seguro que no sería muy importante; pero
si por el contrario estaba afectada y además había un antecedente traumático
¡OJO! sería la pista de una posible fractura.
Y ante esta
reflexión, y los datos de la exploración derivé al paciente al hospital para
que le realizaran una radiografía…..y he aquí el resultado: FRACTURA AVULSIÓN PARCIAL DE CABEZA HUMERAL
FRACTURAS
DE LA EXTREMIDAD SUPERIOR DEL HÚMERO
Representan el 5% de las fracturas en el adulto, afectan sobre
todo a personas > 60 años y se considera una fractura osteoporótica mayor.
En los ancianos ocupa el 3º lugar tras las de cadera y las de radio distal y
generalmente son consecuencia de un traumatismo directo sobre el brazo. En los
jóvenes la causa suelen ser traumatismos de alta energía ( accidentes de
tráfico).
En el diagnóstico el dato más relevante suele ser el dolor a la
palpación de la zona y la limitación de la movilidad, puede aparecer un
hematoma en el brazo. No debemos olvidar la exploración neurovascular de toda
la extremidad. Con la sospecha de
fractura solicitaremos una radiografía de hombro AP, lateral y una
transtorácica, y si la fractura tiene más de dos fragmentos está indicado
solicitar un TAC.
El tratamiento en aquellas fracturas no desplazadas consiste en
inmovilización del hombro-brazo con un cabestrillo/3 semanas más analgesia
convencional y control por
traumatología. La rehabilitación debe ser precoz para evitar problemas
posteriores y la cirugía queda reservada a los casos de fracturas complicadas,
desplazadas.
Las complicaciones van a derivar de lesiones vasculares o
neurológicas, así como rigidez del hombro en casos de inmovilización prolongada,
pseudoartrosis sobre todo en ancianos con osteoporosis y necrosis vascular de
la cabeza humeral por afectación de la arteria circunfleja anterior (rama de la
arteria axilar).
Bibliografía: Guía clínica de fracturas de húmero. Fisterra.
Última revisión 26/06/2013
Autora: Cristina Ibeas, médica PAC OSI Bidasoa
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