- El síndrome de la boca ardiente es un cuadro clínico que padecen mayoritariamente mujeres de edad media o avanzada.
- El tratamiento de los pacientes se basa en evitar focos irritativos orales y ofrecer un soporte psicológico.
El síndrome de la boca ardiente es un proceso crónico y complejo
que afecta especialmente a mujeres de edad media o avanzada, entre los
50-70 años. Se caracteriza por una sensación de ardor, escozor u otras
disestesias orales; el paciente relata sensación de arenilla o de
mucosidad molesta sobre la mucosa oral; sin embargo, no se observan en
la exploración clínica lesiones anormales ni se acompaña de alteraciones
de laboratorio. Según los criterios establecidos por la Sociedad
Internacional de Cefalea está clasificado bajo el epígrafe de causas
centrales de dolor facial, y se define como una sensación dolorosa de
ardor espontánea que se presenta sobre una mucosa oral sin lesiones ni
hallazgos en la exploración y sin causa identificable local o general.
Se puede acompañar de sensaciones anormales del sentido del gusto
(sabores raros) y padecer una sensación subjetiva de boca seca o
xerostomía. Los pacientes suelen notar las molestias desde que se
levantan por la mañana, aunque muchos suelen referir que aumentan a lo
largo del día, y que se incrementan especialmente al atardecer o durante
la noche, aunque no suelen interferir durante el sueño. La prevalencia
se estima en un 3,7% de la población aunque varía mucho de unos estudios
a otros (entre el 0,6 y el 15%). Los pacientes suelen presentar
alteraciones psicopatológicas con un perfil similar a otros pacientes
con dolor crónico y son frecuentes la ansiedad y la depresión. En ellos
se observan cambios de humor, hipocondría en relación con el cáncer e
inestabilidad emocional. Los autores de esta revisión hacen una puesta
al día sobre los aspectos más importantes como la etiopatogenia, los
criterios diagnósticos y las bases actuales del tratamiento.
El síndrome se ha relacionado con factores de tipo local, sistémico y psicológico, pero aún no se ha aclarado su etiopatogenia, y quizá esto se deba a que es un síndrome complejo que está formado por varios subtipos diferentes. Se diferencia una forma primaria, esencial o idiopática, en la que no se pueden identificar clínicamente alteraciones orgánicas locales o sistémicas a las que poder atribuir el proceso; numerosos estudios han aportado indicios de la evidencia de un posible mecanismo neuropático en su génesis y existe controversia de si ese mecanismo neural es periférico o central. En la forma secundaria es posible atribuir las molestias a lesiones observables de la mucosa oral o a causas conocidas, cuyo tratamiento mejora el cuadro clínico. El prototipo es una mujer peri o posmenopáusica con sensación de ardor, escozor, hormigueo o picazón sobre la lengua, normalmente en los dos tercios anteriores, en los labios (más en el inferior) o en otras áreas de la mucosa oral. Puede acompañarse de alteraciones de la sensación del gusto (disgeusia), con sensación de gusto metálico y de sequedad (xerostomía). La molestia principal suele ser bilateral, aunque raramente puede ser unilateral En numerosas ocasiones, el paciente muestra un perfil psicopatológico alterado, con irritabilidad y ansiedad, aunque otras veces muestra antecedentes de depresión. El diagnóstico de la forma primaria del síndrome sigue siendo un reto para el clínico y se trata de un diagnóstico por exclusión basado en el perfil y los síntomas del paciente.
No se han establecido claramente el enfoque clínico ni un tratamiento efectivo. Se ha observado que la desaparición espontánea de las molestias sucede en muy pocos casos, quizá en menos de un 20%. Con respecto a la eficacia del tratamiento, los pacientes de más edad o con mayor tiempo de evolución son más refractarios y cuya atención integral es más difícil. Después de excluir alguna causa secundaria subyacente, se debe recomendar que eviten cualquier factor irritativo directo sobre la mucosa oral. Se pulirán dientes que puedan producir roces o presión sobre la lengua o los labios, incluso se puede hacer uso de algún tipo de protector lingual. Asimismo, se deberá procurar tranquilizar al paciente, explicándole la naturaleza de sus molestias Seguidamente, se deberá intentar discriminar entre una posible neuropatía periférica o central. Se ha propuesto la anestesia regional bilateral del nervio lingual para comprobar si continúan las molestias y excluir una causa central. El tratamiento de elección ante un posible síndrome primario de afectación periférica sería el uso del clonacepam tópico con enjuagues o comprimidos chupados. Si hay un gran componente de estrés y ansiedad, parece ser eficaz la terapia cognitiva y administrar ansiolíticos. En cambio, si se sospecha un origen central o el tratamiento anterior no consigue mejoría, se deberían administrar fármacos como amisulprida o duloxetina. Siempre se deberá reevaluar al paciente, siguiendo la misma pauta desde el comienzo si no encuentra mejoría.
Silvestre FJ, Silvestre-Rangil J, López-Jornet P. Síndrome de boca ardiente: revisión y puesta al día. Revista Neurologia. 2015; 60 (10): 457-463.
El síndrome se ha relacionado con factores de tipo local, sistémico y psicológico, pero aún no se ha aclarado su etiopatogenia, y quizá esto se deba a que es un síndrome complejo que está formado por varios subtipos diferentes. Se diferencia una forma primaria, esencial o idiopática, en la que no se pueden identificar clínicamente alteraciones orgánicas locales o sistémicas a las que poder atribuir el proceso; numerosos estudios han aportado indicios de la evidencia de un posible mecanismo neuropático en su génesis y existe controversia de si ese mecanismo neural es periférico o central. En la forma secundaria es posible atribuir las molestias a lesiones observables de la mucosa oral o a causas conocidas, cuyo tratamiento mejora el cuadro clínico. El prototipo es una mujer peri o posmenopáusica con sensación de ardor, escozor, hormigueo o picazón sobre la lengua, normalmente en los dos tercios anteriores, en los labios (más en el inferior) o en otras áreas de la mucosa oral. Puede acompañarse de alteraciones de la sensación del gusto (disgeusia), con sensación de gusto metálico y de sequedad (xerostomía). La molestia principal suele ser bilateral, aunque raramente puede ser unilateral En numerosas ocasiones, el paciente muestra un perfil psicopatológico alterado, con irritabilidad y ansiedad, aunque otras veces muestra antecedentes de depresión. El diagnóstico de la forma primaria del síndrome sigue siendo un reto para el clínico y se trata de un diagnóstico por exclusión basado en el perfil y los síntomas del paciente.
No se han establecido claramente el enfoque clínico ni un tratamiento efectivo. Se ha observado que la desaparición espontánea de las molestias sucede en muy pocos casos, quizá en menos de un 20%. Con respecto a la eficacia del tratamiento, los pacientes de más edad o con mayor tiempo de evolución son más refractarios y cuya atención integral es más difícil. Después de excluir alguna causa secundaria subyacente, se debe recomendar que eviten cualquier factor irritativo directo sobre la mucosa oral. Se pulirán dientes que puedan producir roces o presión sobre la lengua o los labios, incluso se puede hacer uso de algún tipo de protector lingual. Asimismo, se deberá procurar tranquilizar al paciente, explicándole la naturaleza de sus molestias Seguidamente, se deberá intentar discriminar entre una posible neuropatía periférica o central. Se ha propuesto la anestesia regional bilateral del nervio lingual para comprobar si continúan las molestias y excluir una causa central. El tratamiento de elección ante un posible síndrome primario de afectación periférica sería el uso del clonacepam tópico con enjuagues o comprimidos chupados. Si hay un gran componente de estrés y ansiedad, parece ser eficaz la terapia cognitiva y administrar ansiolíticos. En cambio, si se sospecha un origen central o el tratamiento anterior no consigue mejoría, se deberían administrar fármacos como amisulprida o duloxetina. Siempre se deberá reevaluar al paciente, siguiendo la misma pauta desde el comienzo si no encuentra mejoría.
Silvestre FJ, Silvestre-Rangil J, López-Jornet P. Síndrome de boca ardiente: revisión y puesta al día. Revista Neurologia. 2015; 60 (10): 457-463.
No hay comentarios:
Publicar un comentario