La SEMERGEN ha publicado recientemente una Guía Clínica de Diabetes Mellitus que ha levantado cierta polémica porque su edición ha sido patrocinada por Boehringer Ingelheim y Lilly laboratorios que, al parecer, también se han encargado de su distribución. Este hecho -en principio, anecdótico– nos ha hecho fijarnos en esta guía, cuya calidad hemos evaluado con eliCAHE (4/14 puntos posibles). Si SEMERGEN se planteó elaborar una guía de práctica clínica basada en evidencias de calidad, ha errado -en nuestro humilde opinión- en el planteamiento de este documento, por los motivos que explicaremos a continuación. Y todo ello independientemente del respeto que nos merece el trabajo realizado. Conscientes como somos de que esta entrada puede herir susceptibilidades varias, pasamos a exponer los motivos por los que este documento, formalmente, nos parece inaceptable. Son éstos…
1.- Autoría de la guía: la guía está elaborada, única y exclusivamente, por médicos de familia. Estos son, indudablemente, actores principales en el diagnóstico y tratamiento de la DM2, pero también lo son los enfermeros, internistas, endocrinólogos y, por supuesto, los pacientes, amén de metodólogos, farmacéuticos y demás especies que pululan por nuestros servicios de salud. Es decir, si el abordaje de la DM2 debe ser multifactorial y multidisciplinar, no nos parecen aceptables guías que, de partida, excluyen este enfoque.
2.- Objetivos generales y específicos de la guía: en el documento de la guía no constan los objetivos, ni la población a la que se pretende aplicar sus recomendaciones.
3.- Rigor en la elaboración: en el documento de la guía no consta que se haya utilizado un método sistemático de búsqueda de la evidencia. Tampoco se citan los criterios utilizados para seleccionarla, cómo se han construido las recomendaciones, ni la fecha en la que se actualizarán, aspectos todo ellos fundamentales para evaluar su calidad metodológica.
4.- Presentación de las recomendaciones: no se recogen en un resumen ejecutivo, no se destacan en el texto (excepción hecha de la modificación de los estilos de vida) y, en relación al tratamiento farmacológico de la hiperglucemia, no existen. Por ejemplo, en la página 11 se aconseja emplear metformina como primera opción de tratamiento de la DM2, pero no hay una recomendación explícita para la segunda línea y subsiguientes. En este caso se recurre al algoritmo del consenso de la ADA/EASD 2015, sin más explicación ni discusión porque, obviamente, no es el único (ni, a nuestro juicio, el más sólido) de los disponibles.
5.- Independencia editorial: no consta que los autores estén libres de conflictos de interés. Tampoco consta quién ha pagado la guía, sólo sabemos que hay dos laboratorios que han financiado su edición y distribución.
Comentario: tras una evaluación formal con iCAHE y una informal con AGREE, podemos afirmar que la Guía Clínica de DM2 de Semergen no es, a nuestro parecer, una guía de práctica clínica basada en la evidencia ni en la forma, ni en el fondo. En relación a los aspectos formales, ya hemos visto someramente cómo hay cuestiones clave que definen la calidad metodológica de una guía que no constan en el documento final. Desconocemos si hay un adendum con toda la información necesaria para evaluar el rigor con el que se ha hecho la guía. En cualquier caso, no se hace referencia a su existencia en el documento, ni hemos podido localizarlo en la web de SEMERGEN.
El fondo de la guía tampoco nos parece recomendable ya que no contiene un corpus derecomendaciones que, nunca mejor dicho, guíen al usuario del documento para hacer un abordaje de la DM2 basado en la mejor evidencia disponible. Esta labor se ha confiado -como hemos comentado- a un corta y pega del algoritmo de la ADA/EASD que, sin más explicación, genera más dudas de las que pueda aclarar.
Llegados a este punto, nos preguntamos qué objetivos persiguen las sociedades científicas -en este caso, SEMERGEN- para publicar este tipo de guías, que sean distintos a estar en el candelabro o conseguir una financiación extra. Lo ignoramos. Pero sí queremos dejar claro, una vez más, que estos documentos son totalmente superfluos y generan confusión entre los numerosos usuarios (insistimos, no sólo médicos) que carecen de las habilidades necesarias de lectura crítica y confían ciegamente en determinados postulados porque son los de mi sociedaddejando de lado magníficas alternativas que hemos comentado en Sala de lectura.
Nada que objetar a aquellos que prefieren su guía a las de los demás. Pero, lejos de posicionamientos con olor a alcanfor corporativista, si queremos hacer un abordaje de una patología basado en la mejor evidencia disponible, estamos obligados a evaluar minuciosamente las opciones existentes, para decidir cuál es digna de nuestra confianza. Este proceder -independientemente de quién avale la guía en cuestión- nos deparará alguna que otradecepción, pero a la vista está que es un sano ejercicio que podemos realizar de forma individual o, mejor aún, con el resto del equipo…
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