por Pablo Alonso (Centro Cochrane Iberoamericano-IIB Sant Pau, Barcelona), Rafael Rotaeche (Centro de salud de Alza, San Sebastián), Mariam de la Poza (Centro de salud Carles Ribas, Barcelona)
En teoría la actividad de un médico de familia tiene diferentes
vertientes: asistencial, gestora, docente e investigadora. Necesitamos
investigación que genere conocimiento para conseguir una atención
primaria más eficiente. Y eso pasa por resolver problemas con los que
nos enfrentamos a diario. La variabilidad en el uso de antibióticos
(ATB) y la incertidumbre en la decisión del tratamiento ATB en las
infecciones comunitarias es un problema que no sólo tiene repercusión a
nivel de las personas que atendemos (presentación de efectos
adversos) sino a nivel de la comunidad (desarrollo de resistencias
antimicrobianas) y por último a nivel de gasto económico (se encarece el
coste del caso a tratar)
Hace poco un grupo de profesionales de primaria, preocupados por este problema, hemos publicado los resultados de un ensayo clínico que evaluaba el efecto de la prescripción diferida de antibióticos en las infecciones respiratorias. Aunque
esta práctica, en sus diferentes versiones, es una estrategia guiada
por la intuición que se venía (y viene) realizando en atención primaria
de manera bastante variable desde hace tiempo pensábamos que
necesitábamos pruebas sólidas de que este tipo de estrategia funcionaría
también en nuestra AP.
El proyecto en concreto comenzó a gestarse hace ya algunos años, cuando cayó en nuestras manos un ensayo clínico de Paul Little, nuestra referencia en este campo, publicado en el JAMA (). Las pruebas que buscábamos las obtendríamos de un ensayo clínico, multicéntrico con una potencia suficiente.
La colaboración previa en otros proyectos entre profesionales del Centro Cochrane Iberoamericano (IIB-Sant
Pau) y profesionales de atención primaria nos permitió plantear la
necesidad de realizar un estudio similar en nuestro entorno. Gracias a
una generosa ayuda, para los estándares de nuestro entorno, del
Instituto Carlos III, pudimos armar un grupo amplio de profesionales de
cinco Comunidades Autónomas y poner en marcha el estudio,
el cual se prolongó prácticamente tres años para conseguir reclutar 400
pacientes. Todo ello, con la ventaja adicional de contar desde el
comienzo con Paul Little, como asesor y co-investigador, así como con Carles Llor como líder clínico de la atención primaria en nuestro entorno
El estudio comparó dos estrategias de prescripción diferida (en mano o
recogiendo la receta en el área administrativa del centro de salud) con
la prescripción antibiótica inmediata y con la no prescripción. Los
resultados muestran, de manera similar a estudios previos, como la
prescripción diferida puede ser una estrategia que ayude a la
utilización racional de ATB principalmente en casos de duda sobre la
necesidad de utilizarlos. En las estrategias diferidas, los pacientes
presentaron síntomas con una severidad y una duración ligeramente mayor
pero clínicamente similar a los de la prescripción inmediata, y además
mostraron una reducción drástica (de más del 60%) del consumo de ATB en
comparación con estos últimos. La percepción de que los antibióticos no
son efectivos o no son muy efectivos fue superior en los dos grupos de
prescripción diferida en comparación con los de la no prescripción o la
prescripción inmediata. La satisfacción fue similar en todas las
estrategias.
El trabajo ha sido una experiencia muy satisfactoria para todos los que hemos participado en ella siendo finalmente publicado en la revista JAMA Internal Medicine ha merecido una editorial y se ha difundido en blogs y redes sociales.
Pensamos que probablemente unas de las razones para que esta revista
americana se haya interesado por nuestro trabajo ha podido ser la
sobreprescripción antibiótica que se sigue observando todavía en los
Estados Unidos. La publicación ha tenido una buena acogida, en nuestro entorno ha sido recogida por la prensa profesional y profana, así como en otros medios.
Más importante que estas publicaciones es la consolidación de una
línea de trabajo sobre la prescripción diferida en nuestro grupo
concretada en: un ensayo similar en pediatría,
una investigación cualitativa y un estudio de coste-efectividad. La
intención es seguir avanzando en mejorar la adecuación antibiótica en
nuestro entorno y hacerlo desde la atención primaria.
Nuestra experiencia demuestra que la investigación de calidad es posible en AP.
Pero para que esta sea factible necesitamos redes de alianzas entre
profesionales, apoyo metodológico y financiación suficiente. Pero no
podemos olvidar que lo esencial es la elaboración de preguntas de
investigación que surgen del cuestionamiento diario de nuestra práctica
clínica.
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