Es muy frecuente que los cuidadores, al caer en una espiral de agotamiento físico y psicológico que se acentúa a medida que aumenta el deterioro del paciente, descuiden su propia salud. En muchos casos, se desconocen las herramientas para solventar este estado. El estrés es una de las reacciones fisiológicas más difíciles de controlar por parte de los profesionales de la salud y de las personas que acompañan al enfermo alfinal de su vida.
La sobrecarga o síndrome ‘burnout’ puede tener graves consecuencias para la salud y se canaliza en reacciones físicas (cansancio, temblores o dificultad para respirar) y emocionales (angustia, irritabilidad, desconcentración, depresión e incapacidad para tomar decisiones), entre otras.
La identificación de estos síntomas y los factores que los provocan es crucial para iniciar un plan de autocuidado. En este sentido, habría que atender a la actitud con la qué nos hemos posicionado como cuidadores desde el principio, es decir, si nuestra labor es voluntaria, la relación que tenemos con la persona cuidada, el apoyo con el que contamos o si teníamos ya de por sí una salud débil. Tras el análisis y la detección de esta situación, no sólo nos encaminaremos a mejorarla, sino a tomar el control sobre ella.
En el ‘Portal de las cuidadoras y cuidadores’, puesto en marcha por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales y Cruz Roja Española se desarrollan una serie de consejos para el manejo adecuado del estrés en el cuidador.
Lo primero a tener en cuenta es la capacidad de la persona para cambiar el entorno. Una vez aceptado aquello que podemos modificar y lo que no, se recomienda, por ejemplo, iniciar los cambios paso a paso y expresar cómo nos sentimos. Se desaconseja por completo la ingesta de medicamentos sin control médico. Dos de las rutinas imprescindibles son el descanso y el ejercicio.
Que el cuidador sepa motivarse también depende, finalmente, de la valoración de su labor. Ya sea en el ámbito profesional o familiar, cuidar ayuda a tener en cuenta las cosas importantes de la vida y relativizar las más intrascendentes, lo que lo convierte en una experiencia de gran riqueza, digna de ser transmitida a aquellos que desempeñen este papel en el futuro.
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