En el ámbito sanitario suele haber un aprecio especial por la tradición o la antigüedad, lo que no siempre se traduce en una mejor atención clínica. La realidad es que hay cosas que nosotros, los profesionales, hacemos sin el contraste de una adecuada evidencia o, simplemente, sin que estas actuaciones aporten suficiente valor.
La iniciativa Choosing Wisely se puso en marcha hace unos años desde una institución norteamericana privada, cuando esta consideró necesario sugerir a las sociedades científicas de ese país el desarrollo de unas recomendaciones sobre prácticas clínicas que tanto médicos como pacientes nos deberíamos replantear.
A pesar del progresivo desarrollo de las líneas de trabajo y de la extensión a otros países, la repercusión en nuestra práctica no ha tenido la consideración necesaria para reducir el despilfarro. Esto es probablemente porque las rutinas están muy establecidas y es difícil nadar a contracorriente, o quizás por la práctica de la medicina defensiva o, incluso, para evitar sospechas de ser colaboracionista en los recortes.
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