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La espondiloartritis (SpA) representa un grupo heterogéneo de enfermedades inflamatorias crónicas que tienen unas manifestaciones iniciales que, en muchos casos, transcurre durante años en el ámbito de la atención primaria. Su presentación clínica, a menudo insidiosa, con síntomas poco específicos y superposición con patologías benignas o mecánicas, convierte su sospecha precoz en un auténtico reto diagnóstico para el médico de familia.
El retraso en el diagnóstico de la SpA, que puede oscilar entre 5 y 10 años desde el inicio de los síntomas, no es solo una cifra preocupante desde el punto de vista epidemiológico: implica años de dolor no controlado, inflamación persistente y riesgo de daño estructural irreversible. A ello se suma la carga emocional y funcional en pacientes jóvenes, frecuentemente en edad laboral activa, lo que acentúa su impacto en la calidad de vida y en los sistemas sanitarios.
Afortunadamente, en los últimos años se han desarrollado criterios clínicos y herramientas orientativas que permiten al médico de familia sospechar precozmente esta entidad, incluso en fases donde la radiología convencional puede ser aún normal. Esta capacidad diagnóstica temprana no requiere pruebas sofisticadas, sino un adecuado conocimiento de las manifestaciones clínicas clave, una actitud proactiva ante ciertos síntomas y una buena coordinación con el especialista en reumatología.
Este artículo tiene como finalidad ofrecer al médico de familia una guía práctica y actualizada para mejorar la sospecha precoz de la espondiloartritis. Para ello, se revisan sus manifestaciones clínicas fundamentales, las pistas extrarreumatológicas más relevantes, el papel de las pruebas complementarias disponibles en el primer nivel asistencial y las claves para una derivación oportuna. El objetivo último es claro: reducir el retraso diagnóstico y mejorar el pronóstico de estos pacientes desde la consulta diaria.
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