https://www.gacetasanitaria.org/es-supporting-community-participation-in-pandemic-
Los gobiernos, sin variación, han respondido al impacto de la COVID-19 como caballeros blancos al estilo de Don Quijote cuando defendió a la población del virus-dragón y dedicó la caballería andante a la defensa de su dama Dulcinea. Aunque esenciales, los nuevos tratamientos, las vacunas, el distanciamiento físico, los estándares rigurosos de higiene y unos servicios sanitarios eficientes no bastan para contrarrestar el efecto del virus. El cumplimiento individual de las medidas de salud pública también importa, pero igualmente resulta insuficiente para disminuir la amenaza. Estrategias más terrenales, lideradas por ciudadanos y con participación comunitaria, conducen a medidas innovadoras en cuanto a que se ajustan mejor a las necesidades de la diversidad de entornos y aseguran una mayor resistencia al virus y una mejor salud que los caballerosos esfuerzos aislados. El reto de la COVID-19 ofrece a las comunidades la posibilidad de hacerse más resilientes y menos frágiles, y no solo sobrevivir a esta crisis, sino florecer tras ella y estar mejor equipadas para los próximos retos. No son tiempos para caballeros andantes ni para las payasadas de Don Quijote enfrentándose a las aspas de un molino. Estamos en tiempos de Sancho Panza, o lo que es lo mismo, de ciudadanos normales no acreditados y sus esfuerzos colectivos, que hasta ahora han sido considerados meros peones. El desarrollo comunitario basado en activos rechaza tanto a los individuos aislados como al caballeroso énfasis institucional al valorar las necesidades y los déficits en las comunidades. Favorece la identificación y la movilización de los activos disponibles y latentes en las comunidades para forjar conexiones más próximas entre individuos, que es lo mejor para colectivizar los esfuerzos y solucionar los problemas. Las iniciativas lideradas por las comunidades se ven apoyadas por agencias locales sin ánimo de lucro.
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