Presentamos
la actualización de la clásica guía de práctica clínica (GPC) Kidney
Disease Outcomes Quality Initiative (KDOQI), que este enero pasado ha
salido publicada en forma de la GPC Kidney Disease: Improving Global
Outcomes (KDIGO), para la evaluación y manejo de la enfermedad renal
crónica (ERC).
La definición de ERC ha permanecido
invariable desde hace años, siendo más sensible a la función renal que a
las causas que generan dicha alteración y a las posibles anormalidades
metabólica que la acompañan.
En este aspecto las tasas de filtrado
glomerular (TFG) siguen siendo el indicador fundamental para medir la
función renal, de tal modo que TFG inferiores a 60 ml/min/1,73 m2 se
consideraría como una disminución de la TFG, e inferior a 15 ml/min/1,73
m2 como una clara insuficiencia renal. Así pues, señalan, que la ERC se
definiría como aquellas alteraciones de la estructura o de la función
del riñón que duraran al menos 43 meses y que tuvieran implicaciones
para la salud. Las enfermedades del riñón pueden ser agudas o crónica,
por tanto el límite temporal de los 43 meses (490 días) sería a partir
del cual se definiría la cronicidad. Por otro lado, la insuficiencia
renal aguda (IRA) puede ser consecuencia de una enfermedad aguda, cuya
resolución apoyaría del diagnóstico de IRA, o su mantenimiento en el
tiempo, una IRC. Sin embargo, señalan que cronicidad e irreversibilidad
no son términos sinónimos, pues según la causa y el tratamiento puede
producirse la reversibilidad del proceso, o la regresión parcial del
mismo.
Se admite que el daño renal va parejo con
el declive de la función renal en la ERC, siendo el umbral de 60
ml/min/1,73 m2 mantenido 43 meses el que sería definitorio de ERC. Un
poco por ello, el principal cambio en esta GPC ha sido, la modificación
de la clasificación de la TFG, que manteniendo los 5 niveles de función
renal, en el que el 3º se ha subdividido en 3a y 3b, existiendo a su vez
niveles según la microalbuminuria (A1, A2, y A3). En este aspecto, se
recomienda abandonar el término de “microalbuminuria”, que no gusta al
parecer, por el de albuminuria, que es el que utiliza en los estadios
A1, A2, y A3.
La nueva clasificación se propone con la pretensión de que pueda relacionarse estos estadios tanto con los indicadores cardiovasculares, renales, de mortalidad, como de control (tabla). En este aspecto, se puede visualizar en forma gráfica, identificando colores diferentes los diferentes riesgos según los niveles TFG y de albuminuria.
La nueva clasificación se propone con la pretensión de que pueda relacionarse estos estadios tanto con los indicadores cardiovasculares, renales, de mortalidad, como de control (tabla). En este aspecto, se puede visualizar en forma gráfica, identificando colores diferentes los diferentes riesgos según los niveles TFG y de albuminuria.
En otro aspecto, se recomienda remitir a
nivel especializado cuando la TFG fuera inferior a 30 ml/min/1,73 m2, la
albuminuria fuera superior a 300 mg/g de creatinina, o 300 mg/día, o la
proteinuria superior 500 mg/día, y/o se pensara en el reemplazo de la
función renal (diálisis) en el plazo de un año.
KDIGO
2012 Clinical Practice Guideline for the Evaluation and Management of
Chronic Kidney Disease. Kidney Int. 2013;3:1-163 Suppl.
http://www.kdigo.org/clinical_practice_guidelines/pdf/CKD/KDIGO_2012_CKD_GL.pdf
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