La diabetes gestacional es una de las complicaciones más comunes del embarazo y supone un riesgos tanto para la madre como para el bebé. El principal tratamiento para tratar esta afectación es la dieta y si no es suficiente, la terapia con insulina. En todos los embarazos, se recomienda realizar una monitorización de la glucosa en sangre para evaluar la posible existerncia de diabetes gestacional.
Durante
la segunda mitad de la gestación la unidad feto placentaria tiene mayor
necesidad de sustratos como glucosa y aminoácidos, esto lleva a que el
metabolismo materno cambie disminuyendo la utilización de estos
sustratos que deben ser transferidos al feto. La necesidad de ahorro de
glucosa por parte los tejidos maternos, da lugar a una disminución
natural a la tolerancia a la glucosa y a aumentar la relación
insulina/glucagón en ayunas. Por lo general la tolerancia a la glucosa
se mantiene entre límites normales, pero en determinadas situaciones sí
se sobrepasan los valores de normalidad estándar, dando lugar a lo que
se conoce como diabetes gestacional (DG). Intervienen en la génesis de
esta resistencia a la insulina, hormonas del embarazo como el lactógeno
placentario y el aumento de progesterona, estrógenos y cortisol libre
que podrían jugar un papel importante induciendo efectos antagonistas de
la acción de la insulina. De esta manera los niveles basales de
insulina aumentan gradualmente en el embarazo hacia el final de la
gestación siendo su niveles en ayuno casi el doble que en individuos
control. Este aumento se produce por una mayor secreción pancreática y
no por disminución en su degradación. La glucosa aumentada pasa
libremente al feto pero no la insulina, por lo que el feto comienza a
producir mayor cantidad de insulina propia para tratar de mantener su
propio equilibrio de la glucosa. Este exceso de insulina en el feto,
tiene como principales efecto que almacene más grasa , crezca más que
lo normal y que una vez nacido, al interrumpirse los niveles altos de
azúcar provenientes de la madre y con unos niveles de insulina
aumentados, se pueda producir situaciones hipoglicemia neonatal, que de
no tener tratamiento rápido y adecuado pueden llegar a producir
trastornos neurológicos grabes. La diabetes gestacional es una de las
complicaciones más comunes del embarazo y su prevalencia (alrededor del
10 por ciento de todos los embarazos en España) va en aumento. En el
90% de las mujeres afectadas, el trastorno desaparece después del parto.
Las situaciones de DG implican riesgos tanto para la madre (mayor incidencia de preeclampsia y cesárea) como para el hijo (macrosomía – peso del recien acido > 4 kg-, distocia de hombro, parálisis del plexo branquial, hipoglucemia neonatal, hiperbilirrubinemia, ...). Entre los principales factores de riesgo se destacan: IMC de la madre >30Kg/m2; antecedentes de alumbramiento de bebés macrosómicos; presencia de determinadas enfermedades en embarazos previos; parientes de primer grado afectados de diabetes; origen africano, asiático o sudamericano de la madre.
Como norma se recomienda que todas las mujeres realicen una prueba de tolerancia a la glucosa entre la semana 24 y 28 de embarazo. En esta prueba se suministra a la madre 75 gr de glucosa oral y se determinan los niveles de glucosa en sangre antes de la ingesta, una hora después y dos horas después. Serán signos de presencia de DG valores iguales o superiores a los siguientes: ayuno 92mg/dl (5.1 mmol / l), 1h 180 mg / dl (10.0 mmol / l); 2h 153 mg / dl (8.5 mmol / l). La sola presencia de un valor anormal ya es suficiente para diagnosticar diabetes gestacional.
El tratamiento inicial, y la mayor parte de las veces suficiente si los valores medidos de glucosa están cerca de los valores límite, se basa en un cambio de estilo de vida en relación a dieta y ejercicio. Como principales medidas dietéticas se incluyen comidas divididas y, en caso de sobrepeso, reducir ligeramente el consumo calórico. En cuanto a ejercicio se recomienda paseos diarios de al menos entre 30 minutos y una hora.
Si la dieta y el ejercicio no son suficientes para alcanzar los objetivos glucémicos, debe iniciarse un tratamiento con insulina. En cuanto al uso de agentes antidiabéticos orales, la metformina y la glibenclamida fueron objeto de estudios aleatorizados en mujeres embarazadas. Algunos expertos creen que los datos no son lo suficientemente consistentes y recomiendan cautela con estos tratamientos. Otros expertos creen que la metformina se puede considerar como una alternativa a la insulina pero sólo cuando exista imposibilidad de uso de insulina. Aun así, países de nuestro entorno como Suiza consideran contraindicado el uso de la metformina y la glibenclamida durante el embarazo.
Las situaciones de DG implican riesgos tanto para la madre (mayor incidencia de preeclampsia y cesárea) como para el hijo (macrosomía – peso del recien acido > 4 kg-, distocia de hombro, parálisis del plexo branquial, hipoglucemia neonatal, hiperbilirrubinemia, ...). Entre los principales factores de riesgo se destacan: IMC de la madre >30Kg/m2; antecedentes de alumbramiento de bebés macrosómicos; presencia de determinadas enfermedades en embarazos previos; parientes de primer grado afectados de diabetes; origen africano, asiático o sudamericano de la madre.
Como norma se recomienda que todas las mujeres realicen una prueba de tolerancia a la glucosa entre la semana 24 y 28 de embarazo. En esta prueba se suministra a la madre 75 gr de glucosa oral y se determinan los niveles de glucosa en sangre antes de la ingesta, una hora después y dos horas después. Serán signos de presencia de DG valores iguales o superiores a los siguientes: ayuno 92mg/dl (5.1 mmol / l), 1h 180 mg / dl (10.0 mmol / l); 2h 153 mg / dl (8.5 mmol / l). La sola presencia de un valor anormal ya es suficiente para diagnosticar diabetes gestacional.
El tratamiento inicial, y la mayor parte de las veces suficiente si los valores medidos de glucosa están cerca de los valores límite, se basa en un cambio de estilo de vida en relación a dieta y ejercicio. Como principales medidas dietéticas se incluyen comidas divididas y, en caso de sobrepeso, reducir ligeramente el consumo calórico. En cuanto a ejercicio se recomienda paseos diarios de al menos entre 30 minutos y una hora.
Si la dieta y el ejercicio no son suficientes para alcanzar los objetivos glucémicos, debe iniciarse un tratamiento con insulina. En cuanto al uso de agentes antidiabéticos orales, la metformina y la glibenclamida fueron objeto de estudios aleatorizados en mujeres embarazadas. Algunos expertos creen que los datos no son lo suficientemente consistentes y recomiendan cautela con estos tratamientos. Otros expertos creen que la metformina se puede considerar como una alternativa a la insulina pero sólo cuando exista imposibilidad de uso de insulina. Aun así, países de nuestro entorno como Suiza consideran contraindicado el uso de la metformina y la glibenclamida durante el embarazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario