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Las personas con enfermedad hepática asociada al alcohol a menudo toman medicamentos para controlar las complicaciones de la enfermedad hepática y las comorbilidades. Sin embargo, los pacientes pueden tener un mayor riesgo de sufrir daños relacionados con las drogas.
La evaluación de la gravedad de la enfermedad hepática es fundamental para el tratamiento, ya que la estadificación de la enfermedad (esteatosis, fibrosis temprana, cirrosis) afecta la seguridad de la medicación y guía el tratamiento. Si bien los cambios farmacocinéticos y farmacodinámicos clínicamente significativos ocurren predominantemente en la cirrosis, las personas con enfermedad hepática temprana asociada al alcohol aún pueden experimentar eventos adversos con medicamentos potencialmente inapropiados, como inhibidores de la bomba de protones, opioides y benzodiazepinas. La revisión periódica de los medicamentos es esencial para garantizar la idoneidad y la seguridad continuas. La hepatitis alcohólica y la cirrosis requieren un tratamiento especializado en gastroenterología o hepatología. Sin embargo, los médicos generales seguirán siendo la piedra angular de la gestión diaria de la medicación.
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