La menopausia, una condición que afecta a todas las mujeres, no recibe
en la actualidad los fondos suficientes por lo que es poco investigada.
El péndulo ha oscilado entre el entusiasmo hasta la eliminación de
varias terapias hormonales eficaces. Esta es una revisión en profundidad
actualizada según las evidencias actuales.
Autor: Davis SR, Lambrinoudaki I, Lumsden M Menopause. Disease Primers Volume 1 | 2015 | 1 Nature - Menopause
Menopausia: manejo clínico
El manejo de los síntomas de la menopausia no es necesariamente complejo. Los síntomas vasomotores molestos, la alteración del sueño nocturno y el deterioro general de la calidad de vida son, con mucho, los motivos de consulta más comunes de las mujeres de mediana edad. Actualmente, los médicos y las pacientes pueden elegir entre muchas opciones farmacológicas (tanto hormonales como no hormonales), así como algunos medicamentos complementarios y alternativos.
Elección del tratamiento
El principal mecanismo relacionado con los síntomas menopáusicos es la deficiencia de estrógenos, por lo que existen diversas formulaciones de estrógenos que se prescriben para el tratamiento hormonal de la menopausia, el cual sigue siendo la opción terapéutica más eficaz. El agregado de progesterona tiene por objeto proteger contra las consecuencias del tratamiento sistémico con estrógenos, pero solo en las mujeres con útero intacto: es decir, mujeres que sufren patologías endometriales, incluyendo la hiperplasia y el cáncer. Se debe considerar la relación riesgo-beneficio de todas las opciones terapéuticas, teniendo en cuenta la naturaleza y gravedad de los síntomas, y los riesgos relacionados con el tratamiento individual.
En la circulación sistémica, el estradiol y la estrona están en parte ligados a la globulina unida a las hormonas sexuales (del inglés: SHBG), así como a la albúmina, como lo hace la testosterona. El aumento o la disminución de los niveles de SHBG afectarán la cantidad de estrógeno y testosterona no unidos en la circulación.
La terapia estrogénica por vía oral aumenta la síntesis de SHBG en el hígado, a través del efecto de primer paso. Por el contrario, la dosis estándar de estrógenos transdérmicos no aumenta la síntesis de SHBG. En algunas mujeres, la terapia estrogénica oral ocasiona niveles muy elevados de SHBG, con una reducción de hormona no libre. Potencialmente, esto conduce a la pérdida de la eficacia del estrógeno administrado y/o a la deficiencia iatrogénica de testosterona.
Otro efecto conocido de los estrógenos es la regulación hacia arriba de la síntesis hepática de procoagulantes. El estradiol transdérmico no parece aumentar el riesgo de tromboembolismo venoso. Por lo tanto, el estrógeno transdérmico es la vía de administración preferida para las mujeres con riesgo aumentado de trombosis, como las mujeres obesas y fumadoras.
Por otra parte, a diferencia de los estrógenos orales, el estradiol transdérmico no aumenta el riesgo de enfermedad de la vesícula biliar. En los 2 últimos años, en EE. UU. y Europa se aprobaron 2 preparados farmacéuticos nuevos para el tratamiento de los síntomas menopáusicos. Uno de ellos es un modulador selectivo del receptor estrogénico (SERM)por vía oral, el ospemifeno, para tratar la dispareunia moderada a grave, secundaria a la atrofia vulvovaginal.
El otro es un complejo de estrógeno y un SERM con especificidad tisular (una combinación de estrógeno equino conjugado con bazedoxifeno [un SERM] por vía oral), que ha sido aprobado para el tratamiento de los síntomas vasomotores moderados a graves en las mujeres con útero intacto. La selectividad del tejido se consigue a través del uso combinado de estrógeno y un SERM, que sustituye a un progestágeno y bloquea selectivamente los efectos indeseables del estrógeno. En el caso del estrógeno equino conjugado más bazedoxifeno, los efectos proliferativos del estrógeno están bloqueados en el útero y posiblemente también en la mama, mientras que el efecto de los estrógenos en la conservación del hueso está conservado.
Aún no ha quedado establecido cuál es el papel de la testosterona en el tratamiento del deseo sexual en las mujeres o los trastornos de la excitación en la posmenopausia, y sus consecuencias a largo plazo. Esta estrategia puede beneficiar a un subgrupo de mujeres, como las que transitan una menopausia inducida y que tienen síntomas sexuales persistentes a pesar de la optimización de la hormonoterapia de la menopausia. Los síntomas urogenitales se tratan eficazmente ya sea con estrógenos locales (vagina) o sistémicos. La terapia estrogénica restaura la flora vaginal normal, disminuye el pH, y engrosa y revasculariza el revestimiento vaginal.
El número de células epiteliales superficiales se incrementa y los síntomas de atrofia se alivian. Es importante destacar que las dosis bajas de estrógeno vaginal mejoran la atrofia vaginal sin causar proliferación endometrial. Dada su probada eficacia y seguridad, el estrógeno vaginal es el tratamiento de primera línea para los síntomas de la atrofia vaginal en la mayoría de las mujeres.
Reducción del riesgo de la hormonoterapia
Además de la evaluación individualizada de los riesgos y beneficios, es importante disminuir el riesgo de la hormonoterapia. Son varios los factores que influyen en los riesgos relacionados con ese tratamiento:
a) la dosis del estrógeno (las dosis más bajas reducen el riesgo de tromboembolismo que tienen los estrógenos sistémicos)
b) la vía de administración (la vía transdérmica conlleva menor riesgo de tromboembolismo comparada con la vía oral)
c) el tratamiento intrauterino con levonorgestrel, mediante el cual, teóricamente, se puede disminuir la exposición sistémica
d) el tipo de progestágeno (la progesterona puede disminuir el riesgo de cáncer de mama y trombosis en la posmenopausia, comparada con las progestinas sintéticas)
e) el tratamiento programado (las dosis infrecuentes de progesterona parecen reducir el riesgo de trastornos metabólicos y cáncer de mama, comparada con los regímenes combinados continuos de estrógeno y progesterona).
Cada vez más se utiliza la dosificación poco frecuente de progestágeno, debido en parte a la preferencia de las pacientes, ya que reducen la frecuencia de los episodios de sangrado relacionados con el tratamiento y, en cierta medida, a que se considera una estrategia que minimiza la exposición de la mama a los progestágenos. Sin embargo, los datos sobre la seguridad endometrial de los regímenes de progestágeno de ciclo largo no solo son escasos, sino que sugieren una mayor probabilidad de hiperplasia endometrial e incluso de cáncer.
Generalmente, la terapia hormonal está contraindicada en las mujeres con antecedentes personales de cáncer de mama o tromboembolismo venoso, o que tienen un alto riesgo de cáncer de mama, trombosis o derrame cerebral. Cuando las mujeres son muy sintomáticas y padecen diabetes mellitus tipo 2 u obesidad, o tienen un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular o, no responden a la hormonoterapia, es preferible el tratamiento con estrógenos transdérmicos. En general, tampoco se recomienda para las mujeres >60 años.
Las recomendaciones sobre la duración de la hormonoterapia sistémica deben ser personalizadas y dependerán del objetivo terapéutico.
Para las mujeres con insuficiencia ovárica precoz o insuficiencia ovárica primaria, o para aquellas con menopausia precoz, el tratamiento puede continuarse hasta la edad promedio de la menopausia natural (50 años), cuando se debe volver a evaluar la necesidad de la hormonoterapia. No existen límites arbitrarios en cuanto a la duración de la terapia hormonal en la terapia; esta terapia puede utilizarse durante tanto tiempo como la mujer sienta que los beneficios superan a los riesgos, pero el tratamiento debe ser reevaluado con frecuencia. Cuando la terapia hormonal se inicia para tratar los síntomas vasomotores, la dosis a utilizar deberá ser la más baja posible. Si el tratamiento tendrá una duración de más de 5 años hay que tener en cuenta la gravedad de los síntomas y el riesgo de cáncer de mama y eventos vasculares, además de la preferencia y elección de la paciente.
Terapias no hormonales
Existen terapias no hormonales eficaces contra los síntomas vasomotores de la menopausia y pueden utilizarse en las mujeres que no desean tomar estrógenos o en ellas están contraindicados.
En varios estudios se ha demostrado la eficacia de muchos fármacos para los síntomas vasomotores, como la paroxetina, la fluoxetina y el citalopram (inhibidores de la recaptación de serotonina); la venlafaxina y la desvenlafaxina (inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina); la clonidina (agonista de los receptores adrenérgico α2) y, los anticonvulsivos (gabapentina y pregabalina).
La paroxetina y la fluoxetina son potentes inhibidores del citocromo P450 2D6 (CYP2D6); como disminuyen el metabolismo del tamoxifeno (un SERM utilizado para el tratamiento del cáncer de mama) reducen el efecto anticanceroso de dicho fármaco, por lo tanto, no deben utilizarse en las mujeres tratadas con tamoxifeno. Sin embargo, la consistencia de la respuesta al tratamiento y la eficacia de las diversas opciones alternativas siguen siendo cuestionables.
Un estudio pequeño aleatorizado y controlado comprobó que el bloqueo del ganglio estrellado con la inyección bajo guía fluoroscópica de un anestésico como la bupivacaína alrededor del ganglio estrellado─que es un ganglio cervicotorácico de la cadena simpática sistémica─ mejora los síntomas vasomotores.
Otras alternativas de los tratamientos vaginales como los lubricantes y humectantes son menos eficaces que los estrógenos vaginales. Aunque las cremas hidratantes vaginales disminuyen el pH vaginal y pueden normalizar la composición de las células vaginales, no proporcionan un alivio sintomático suficiente. Los humectantes vaginales no reducen los síntomas del tracto urinario o la bacteriuria asintomática. Usados durante el coito, los lubricantes vaginales ofrecen un alivio transitorio de las molestias relacionadas con la atrofia vaginal, pero no tratan el problema subyacente.
Actividad física, dieta y estilo de vida
Todas las mujeres de mediana edad deben ser alentadas a mantener o lograr un peso corporal normal, mantenerse físicamente activas, adoptar una dieta saludable, limitar el consumo de alcohol y no fumar. En algunos casos, algunas mujeres relatan que evitando las comidas picantes, las bebidas calientes y el alcohol sus síntomas vasomotores disminuyen.
La obesidad se asocia con mayor probabilidad de síntomas vasomotores, aunque es más probable que las mujeres con sobrepeso (IMC 25 a <30 kg m-2), en contraposición a las obesas (IMC ≥30 kg m-2) tengan síntomas graves. Para las mujeres obesas, la pérdida de peso puede disminuir los síntomas vasomotores, así como reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares; diabetes; incontinencia urinaria; cánceres de mama, páncreas y endometrio y, demencia. Para aliviar los síntomas vasomotores se ha recomendado aumentar la actividad física pero en las mujeres con un bajo nivel de aptitud ésto puede exacerbar los síntomas. Por otra parte, un estudio prospectivo no ha mostrado ningún beneficio del ejercicio en la reducción de estos síntomas.
Se debe alentar la actividad física regular para mantener la masa muscular y el equilibrio, lo que reduce el riesgo de caídas y fracturas. Para mejorar la densidad ósea parece ser necesario un grado bastante elevado y consistente de ejercicios de impacto. Es poco probable que la actividad física por sí sola mejore la densidad mineral ósea en las mujeres de bajo peso. Se ha demostrado que el yoga mejora el sueño, pero no reduce los síntomas vasomotores.
Perspectivas para el manejo de la menopausia
La terapia hormonal sigue siendo la estrategia más eficaz para el manejo de los síntomas menopáusicos. La seguridad y eficacia de las dosis bajas de estrógeno tópico para los síntomas urogenitales están bien establecidas y actualmente, el ospemifeno oral puede aliviar a las mujeres que experimentan síntomas urogenitales aislados.
En la mayoría de las mujeres jóvenes y saludables con menopausia precoz y que están dentro de los 10 años del inicio de la menopausia, los beneficios de la terapia hormonal sistémica probablemente serán mayores que cualquier daño posible En cambio, en las mujeres mayores o con comorbilidades que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y accidente cerebrovascular (hipertensión, obesidad, antecedente de tabaquismo de larga data y/o una fuerte historia familiar de de apoplejía y aterosclerosis prematura) el potencial de daño de la terapia hormonal sistémica supera los beneficios. Como estrategia de primera línea para controlar los síntomas de la menopausia en estas mujeres se prefieren los enfoques no hormonales. El tratamiento siempre debe ser individualizado.
Algunas mujeres con síntomas graves refractarios a la terapia no hormonal pueden aceptar el elevado riesgo la terapia hormonal, con el fin de tener una calidad de vida aceptable. Para simplificar la evaluación de los riesgos y beneficios de las distintas opciones terapéuticas, la North American Menopause Society ha aprobado recientemente un algoritmo de seguimiento fácil (disponible como una aplicación en el teléfono celular) que ayuda a los prestadores de salud de las mujeres de todo el mundo a identificar la estrategia óptima de tratamiento (hormonal o no hormonal) según el perfil de riesgo de cada paciente.
Calidad de vida
Se ha demostrado que la calidad de vida se modifica durante la menopausia, a menudo dependiendo de la presencia o ausencia de síntomas. El objetivo principal de la atención de las mujeres menopáusicas sintomáticas es mejorar la calidad de vida. Como sucede con el dolor, no es fácil determinar la percepción de la calidad de vida de un individuo ya que es puramente subjetiva. No hay un acuerdo universal sobre una definición de cómo se debe medir la calidad de vida, aunque cada vez es más valorada como resultado terapéutico.
La calidad de vida general refleja las creencias del individuo sobre el funcionamiento y los logros en varios aspectos de la vida, y la sensación general de satisfacción y bienestar. Cuando la calidad de vida está relacionada con la salud y la enfermedad, por lo general se la conoce como calidad de vida relacionada con la salud (CVRS). La CVRS es la evaluación del paciente del impacto de una condición de salud y su tratamiento en los aspectos de la vida que son más propensos a ser afectados por un cambio en el estado de salud. Esto cubre la salud y la función física, la función emocional, las limitaciones del rol y el funcionamiento social. Todos estos dominios son importantes para la calidad de vida de una mujer y la medición de su estado va más allá de la mera existencia de los acontecimientos.
Los instrumentos de evaluación son generales o específicos para la enfermedad; los primeros cubren diferentes aspectos de la vida diaria pero también se pueden utilizar para evaluar la rentabilidad del análisis económico de la salud. Sin embargo, la evaluación de la calidad de vida debe incluir no solo el impacto de los síntomas sino también los factores personales y ambientales. Esto ha llevado al desarrollo de varios Instrumentos para la medición de la calidad de vida relacionada con la menopausia, con los cuales se pueden evaluar los beneficios terapéuticos. A menudo, es necesario utilizar más de un instrumento, para cubrir los diferentes aspectos de la menopausia y su tratamiento, con el fin de evaluar la calidad de vida en general y los síntomas específicos.
Por otra parte, es difícil incorporar a la evaluación de la calidad de vida el impacto de los efectos adversos del tratamiento, ya que los instrumentos no están diseñados para tal fin. El impacto de la terapia hormonal para la calidad de vida de la menopausia depende de si las mujeres tienen o no síntomas.
Los cuestionarios específicos para la menopausia muestran que el tratamiento hormonal mejora los síntomas vasomotores, el funcionamiento sexual y el sueño en comparación con el placebo, y esto puede variar con el tipo de tratamiento utilizado. Esto también es cierto para el estrógeno más bazedoxifeno, la tibolona y los tratamientos alternativos como los preparados a base de hierbas y tratamiento conductual cognitivo.
Sin embargo, en Women’s Health Initiative Study y Heart y Oestrogen–Progestin- Replacement Study, en los que no se reclutaron mujeres con síntomas graves, la evaluación de la CVRS no mostró mejoría en la salud, ya que esto habría anulado el carácter ciego de los ensayos. La encuesta de salud de Finlandia del año 2000 mostró una mejoría de los síntomas en las mujeres tratadas con terapia hormonal y pesarios. Para los autores ésto no es sorprendente, ya que los primeros estudios daban poca importancia a la evaluación de la prevención de las enfermedades crónicas y el alivio de los síntomas.
Evaluación de la calidad de vida y los síntomas de la menopausia
Para medir la calidad de vida (CV) durante la menopausia se pueden usar varios instrumentos.
Instrumentos genéricos
• Encuesta de salud de salud 36 (SF 36) funcionamiento físico y social, dolor corporal, salud general y mental; vitalidad, rol emocional y física.
• EuroQoL (movilidad, autocuidado, actividades cotidianas, dolor y malestar; ansiedad o la depresión)
Instrumentos específicos para la menopausia
• Escala del climaterio de Greene (síntomas psicológicos, somáticos y vasomotores).
• Cuestionario de la Salud de la Mujer (WHQ; estado de ánimo deprimido; síntomas somáticos, vasomotores y menstruales; ansiedad; comportamiento sexual; trastornos del sueño; memoria y la concentración; atractivo.
• Cuestionario específica para la calidad de vida en la menopausia (MENQOL; síntomas vasomotores, dominios psicosociales, físicos y sexuales).
• Escala de calificación de la menopausia (MRS; síntomas psicológicos, somato-vegetativos y urogenitales).
• Escala de Menopausia (MQOL; dominios físico, vasomotor, psicosociales y sexuales).
• Escala de la calidad de vida de la menopausia Utian (QQOL; calidad de vida ocupacional relacionada con la salud, sexual y sexual
Instrumentos específicos para los síntomas
• Índice de Kupperman (síntomas de la menopausia).
• Escala de interferencia diaria relacionada con los sofocos (síntomas vasomotores).
• Registro de la actividad sexual (relaciones sexuales)
Perspectivas
En general, dicen los autores, “nuestra comprensión de los estudios epidemiológicos de los efectos de la transición a la menopausia y de los factores que influyen en la duración y el momento de su aparición sigue siendo poco clara e incompleta.”
Las preguntas básicas, como las estadísticas mundiales sobre la edad de la menopausia y la variación en la duración de la perimenopausia siguen sin respuesta. Una forma de avanzar radica en las recientes medidas que se han tomado para combinar los datos individuales de numerosos estudios internacionales sobre la salud de la mujer que proporcionan una imagen más completa y detallada de la transición a la menopausia, su oportunidad y las consecuencias a largo plazo, no solo para las mujeres de los países desarrollados sino también para las mujeres de las regiones en desarrollo y diversas poblaciones.
Con la creciente expectativa de vida de las mujeres en los países menos desarrollados, es necesario conocer mejor el impacto de la transición a la menopausia en esos países. Los datos acerca de la persistencia de los síntomas menopáusicos más allá de los 65 años y cómo esos síntomas pueden afectar negativamente a las mujeres mayores también son escasos. Son muy necesarias las investigaciones sobre la menopausia en los países en desarrollo y en las mujeres mayores.
“Nos estamos acercando a pronosticar con exactitud la edad de la menopausia, lo cual es importante en el contexto de las mujeres que retrasan la maternidad y quieren tener un mejor control de su fertilidad.” Se están investigando haciendo investigaciones para perfeccionar la utilización de la AMH como predictor de la menopausia, y de los estudios que implican el aislamiento de células madre ovogoniales para prevenir la menopausia.
Sin embargo, todavía falta conocer por completo los mecanismos básicos responsables de los síntomas vasomotores, que a su vez limitan el desarrollo de tratamientos no hormonales nuevos para los sofocos y los sudores nocturnos. También se requiere más investigación de los mecanismos de control térmico dependientes del estrógeno, y conocer los efectos de la deficiencia estrogénica sobre estos síntomas.
También es necesario comprender mejor los mecanismos de la deficiencia de estrógenos en los trastornos del sueño, ya que éstos tienen muchos efectos adversos en las mujeres, que persisten durante años. Los mecanismos subyacentes de otros síntomas de la deficiencia de estrógenos, incluyendo las artralgias y los cambios del humor, en particular la ansiedad, son difíciles de comprender. Un mayor conocimiento de las vías bioquímica por las que la deficiencia de estrógeno contribuye a la acumulación de grasa central podría dar lugar a nuevos enfoques específicos para prevenir el aumento de la obesidad central en las mujeres, y posiblemente en los hombres.
El péndulo ha oscilado desde el entusiasmo evidente de las compañías farmacéuticas para invertir en terapias menopáusicas en la década de 1990 a la eliminación del mercado de varias terapias hormonales altamente eficaces (como el estradiol intranasal o los parches transdérmicos de testosterona) y el achicamiento de los departamentos de salud femenina en las grandes empresas que antes eran los líderes mundiales en el suministro de productos para la salud de las mujeres de mediana edad. Este daño fue producto del temor al cáncer de mama, la trombosis venosa y los accidentes cerebrovasculares, a raíz de la primera publicación de la Women’s Health Initiative. Por lo tanto, la menopausia, una condición que afecta a todas las mujeres, no recibe en la actualidad los fondos suficientes y es poco investigada.
Por otra parte, un gran número de mujeres muy sintomáticas no está recibiendo tratamientos que hayan demostrado ser eficaces y muchas están recurriendo a alternativas que en su mayoría son ineficaces y no reguladas. Es necesario que haya un mayor reconocimiento de que la menopausia afecta a todas las mujeres, que muchos de los síntomas de la deficiencia de estrógenos no son transitorios sino que persisten durante décadas, y que la deficiencia estrogénica influye negativamente en el hueso, el metabolismo y la salud cardiovascular. Por lo tanto, la inversión en el manejo de la menopausia significa invertir en la salud de lo que equivale a la mitad de la vida de las mujeres jóvenes de hoy en día.
Se necesita más financiación para la investigación básica, con el fin de identificar nuevas intervenciones que alivien eficazmente los síntomas de la deficiencia de estrógenos─en particular, los síntomas vasomotores, la alteración del sueño, los cambios del humor y los síntomas urogenitales─y anular los efectos adversos de la deficiencia de estrógenos en la composición corporal, la densidad ósea y el sistema cardiovascular, así como la investigación traslacional para evaluar la seguridad de estas nuevas terapias.
Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti
Autor: Davis SR, Lambrinoudaki I, Lumsden M Menopause. Disease Primers Volume 1 | 2015 | 1 Nature - Menopause
Menopausia: manejo clínico
El manejo de los síntomas de la menopausia no es necesariamente complejo. Los síntomas vasomotores molestos, la alteración del sueño nocturno y el deterioro general de la calidad de vida son, con mucho, los motivos de consulta más comunes de las mujeres de mediana edad. Actualmente, los médicos y las pacientes pueden elegir entre muchas opciones farmacológicas (tanto hormonales como no hormonales), así como algunos medicamentos complementarios y alternativos.
Elección del tratamiento
El principal mecanismo relacionado con los síntomas menopáusicos es la deficiencia de estrógenos, por lo que existen diversas formulaciones de estrógenos que se prescriben para el tratamiento hormonal de la menopausia, el cual sigue siendo la opción terapéutica más eficaz. El agregado de progesterona tiene por objeto proteger contra las consecuencias del tratamiento sistémico con estrógenos, pero solo en las mujeres con útero intacto: es decir, mujeres que sufren patologías endometriales, incluyendo la hiperplasia y el cáncer. Se debe considerar la relación riesgo-beneficio de todas las opciones terapéuticas, teniendo en cuenta la naturaleza y gravedad de los síntomas, y los riesgos relacionados con el tratamiento individual.
En la circulación sistémica, el estradiol y la estrona están en parte ligados a la globulina unida a las hormonas sexuales (del inglés: SHBG), así como a la albúmina, como lo hace la testosterona. El aumento o la disminución de los niveles de SHBG afectarán la cantidad de estrógeno y testosterona no unidos en la circulación.
La terapia estrogénica por vía oral aumenta la síntesis de SHBG en el hígado, a través del efecto de primer paso. Por el contrario, la dosis estándar de estrógenos transdérmicos no aumenta la síntesis de SHBG. En algunas mujeres, la terapia estrogénica oral ocasiona niveles muy elevados de SHBG, con una reducción de hormona no libre. Potencialmente, esto conduce a la pérdida de la eficacia del estrógeno administrado y/o a la deficiencia iatrogénica de testosterona.
Otro efecto conocido de los estrógenos es la regulación hacia arriba de la síntesis hepática de procoagulantes. El estradiol transdérmico no parece aumentar el riesgo de tromboembolismo venoso. Por lo tanto, el estrógeno transdérmico es la vía de administración preferida para las mujeres con riesgo aumentado de trombosis, como las mujeres obesas y fumadoras.
Por otra parte, a diferencia de los estrógenos orales, el estradiol transdérmico no aumenta el riesgo de enfermedad de la vesícula biliar. En los 2 últimos años, en EE. UU. y Europa se aprobaron 2 preparados farmacéuticos nuevos para el tratamiento de los síntomas menopáusicos. Uno de ellos es un modulador selectivo del receptor estrogénico (SERM)por vía oral, el ospemifeno, para tratar la dispareunia moderada a grave, secundaria a la atrofia vulvovaginal.
El otro es un complejo de estrógeno y un SERM con especificidad tisular (una combinación de estrógeno equino conjugado con bazedoxifeno [un SERM] por vía oral), que ha sido aprobado para el tratamiento de los síntomas vasomotores moderados a graves en las mujeres con útero intacto. La selectividad del tejido se consigue a través del uso combinado de estrógeno y un SERM, que sustituye a un progestágeno y bloquea selectivamente los efectos indeseables del estrógeno. En el caso del estrógeno equino conjugado más bazedoxifeno, los efectos proliferativos del estrógeno están bloqueados en el útero y posiblemente también en la mama, mientras que el efecto de los estrógenos en la conservación del hueso está conservado.
Aún no ha quedado establecido cuál es el papel de la testosterona en el tratamiento del deseo sexual en las mujeres o los trastornos de la excitación en la posmenopausia, y sus consecuencias a largo plazo. Esta estrategia puede beneficiar a un subgrupo de mujeres, como las que transitan una menopausia inducida y que tienen síntomas sexuales persistentes a pesar de la optimización de la hormonoterapia de la menopausia. Los síntomas urogenitales se tratan eficazmente ya sea con estrógenos locales (vagina) o sistémicos. La terapia estrogénica restaura la flora vaginal normal, disminuye el pH, y engrosa y revasculariza el revestimiento vaginal.
El número de células epiteliales superficiales se incrementa y los síntomas de atrofia se alivian. Es importante destacar que las dosis bajas de estrógeno vaginal mejoran la atrofia vaginal sin causar proliferación endometrial. Dada su probada eficacia y seguridad, el estrógeno vaginal es el tratamiento de primera línea para los síntomas de la atrofia vaginal en la mayoría de las mujeres.
Reducción del riesgo de la hormonoterapia
Además de la evaluación individualizada de los riesgos y beneficios, es importante disminuir el riesgo de la hormonoterapia. Son varios los factores que influyen en los riesgos relacionados con ese tratamiento:
a) la dosis del estrógeno (las dosis más bajas reducen el riesgo de tromboembolismo que tienen los estrógenos sistémicos)
b) la vía de administración (la vía transdérmica conlleva menor riesgo de tromboembolismo comparada con la vía oral)
c) el tratamiento intrauterino con levonorgestrel, mediante el cual, teóricamente, se puede disminuir la exposición sistémica
d) el tipo de progestágeno (la progesterona puede disminuir el riesgo de cáncer de mama y trombosis en la posmenopausia, comparada con las progestinas sintéticas)
e) el tratamiento programado (las dosis infrecuentes de progesterona parecen reducir el riesgo de trastornos metabólicos y cáncer de mama, comparada con los regímenes combinados continuos de estrógeno y progesterona).
Cada vez más se utiliza la dosificación poco frecuente de progestágeno, debido en parte a la preferencia de las pacientes, ya que reducen la frecuencia de los episodios de sangrado relacionados con el tratamiento y, en cierta medida, a que se considera una estrategia que minimiza la exposición de la mama a los progestágenos. Sin embargo, los datos sobre la seguridad endometrial de los regímenes de progestágeno de ciclo largo no solo son escasos, sino que sugieren una mayor probabilidad de hiperplasia endometrial e incluso de cáncer.
Generalmente, la terapia hormonal está contraindicada en las mujeres con antecedentes personales de cáncer de mama o tromboembolismo venoso, o que tienen un alto riesgo de cáncer de mama, trombosis o derrame cerebral. Cuando las mujeres son muy sintomáticas y padecen diabetes mellitus tipo 2 u obesidad, o tienen un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular o, no responden a la hormonoterapia, es preferible el tratamiento con estrógenos transdérmicos. En general, tampoco se recomienda para las mujeres >60 años.
Las recomendaciones sobre la duración de la hormonoterapia sistémica deben ser personalizadas y dependerán del objetivo terapéutico.
Para las mujeres con insuficiencia ovárica precoz o insuficiencia ovárica primaria, o para aquellas con menopausia precoz, el tratamiento puede continuarse hasta la edad promedio de la menopausia natural (50 años), cuando se debe volver a evaluar la necesidad de la hormonoterapia. No existen límites arbitrarios en cuanto a la duración de la terapia hormonal en la terapia; esta terapia puede utilizarse durante tanto tiempo como la mujer sienta que los beneficios superan a los riesgos, pero el tratamiento debe ser reevaluado con frecuencia. Cuando la terapia hormonal se inicia para tratar los síntomas vasomotores, la dosis a utilizar deberá ser la más baja posible. Si el tratamiento tendrá una duración de más de 5 años hay que tener en cuenta la gravedad de los síntomas y el riesgo de cáncer de mama y eventos vasculares, además de la preferencia y elección de la paciente.
Terapias no hormonales
Existen terapias no hormonales eficaces contra los síntomas vasomotores de la menopausia y pueden utilizarse en las mujeres que no desean tomar estrógenos o en ellas están contraindicados.
En varios estudios se ha demostrado la eficacia de muchos fármacos para los síntomas vasomotores, como la paroxetina, la fluoxetina y el citalopram (inhibidores de la recaptación de serotonina); la venlafaxina y la desvenlafaxina (inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina); la clonidina (agonista de los receptores adrenérgico α2) y, los anticonvulsivos (gabapentina y pregabalina).
La paroxetina y la fluoxetina son potentes inhibidores del citocromo P450 2D6 (CYP2D6); como disminuyen el metabolismo del tamoxifeno (un SERM utilizado para el tratamiento del cáncer de mama) reducen el efecto anticanceroso de dicho fármaco, por lo tanto, no deben utilizarse en las mujeres tratadas con tamoxifeno. Sin embargo, la consistencia de la respuesta al tratamiento y la eficacia de las diversas opciones alternativas siguen siendo cuestionables.
Un estudio pequeño aleatorizado y controlado comprobó que el bloqueo del ganglio estrellado con la inyección bajo guía fluoroscópica de un anestésico como la bupivacaína alrededor del ganglio estrellado─que es un ganglio cervicotorácico de la cadena simpática sistémica─ mejora los síntomas vasomotores.
Otras alternativas de los tratamientos vaginales como los lubricantes y humectantes son menos eficaces que los estrógenos vaginales. Aunque las cremas hidratantes vaginales disminuyen el pH vaginal y pueden normalizar la composición de las células vaginales, no proporcionan un alivio sintomático suficiente. Los humectantes vaginales no reducen los síntomas del tracto urinario o la bacteriuria asintomática. Usados durante el coito, los lubricantes vaginales ofrecen un alivio transitorio de las molestias relacionadas con la atrofia vaginal, pero no tratan el problema subyacente.
Actividad física, dieta y estilo de vida
Todas las mujeres de mediana edad deben ser alentadas a mantener o lograr un peso corporal normal, mantenerse físicamente activas, adoptar una dieta saludable, limitar el consumo de alcohol y no fumar. En algunos casos, algunas mujeres relatan que evitando las comidas picantes, las bebidas calientes y el alcohol sus síntomas vasomotores disminuyen.
La obesidad se asocia con mayor probabilidad de síntomas vasomotores, aunque es más probable que las mujeres con sobrepeso (IMC 25 a <30 kg m-2), en contraposición a las obesas (IMC ≥30 kg m-2) tengan síntomas graves. Para las mujeres obesas, la pérdida de peso puede disminuir los síntomas vasomotores, así como reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares; diabetes; incontinencia urinaria; cánceres de mama, páncreas y endometrio y, demencia. Para aliviar los síntomas vasomotores se ha recomendado aumentar la actividad física pero en las mujeres con un bajo nivel de aptitud ésto puede exacerbar los síntomas. Por otra parte, un estudio prospectivo no ha mostrado ningún beneficio del ejercicio en la reducción de estos síntomas.
Se debe alentar la actividad física regular para mantener la masa muscular y el equilibrio, lo que reduce el riesgo de caídas y fracturas. Para mejorar la densidad ósea parece ser necesario un grado bastante elevado y consistente de ejercicios de impacto. Es poco probable que la actividad física por sí sola mejore la densidad mineral ósea en las mujeres de bajo peso. Se ha demostrado que el yoga mejora el sueño, pero no reduce los síntomas vasomotores.
Perspectivas para el manejo de la menopausia
La terapia hormonal sigue siendo la estrategia más eficaz para el manejo de los síntomas menopáusicos. La seguridad y eficacia de las dosis bajas de estrógeno tópico para los síntomas urogenitales están bien establecidas y actualmente, el ospemifeno oral puede aliviar a las mujeres que experimentan síntomas urogenitales aislados.
En la mayoría de las mujeres jóvenes y saludables con menopausia precoz y que están dentro de los 10 años del inicio de la menopausia, los beneficios de la terapia hormonal sistémica probablemente serán mayores que cualquier daño posible En cambio, en las mujeres mayores o con comorbilidades que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y accidente cerebrovascular (hipertensión, obesidad, antecedente de tabaquismo de larga data y/o una fuerte historia familiar de de apoplejía y aterosclerosis prematura) el potencial de daño de la terapia hormonal sistémica supera los beneficios. Como estrategia de primera línea para controlar los síntomas de la menopausia en estas mujeres se prefieren los enfoques no hormonales. El tratamiento siempre debe ser individualizado.
Algunas mujeres con síntomas graves refractarios a la terapia no hormonal pueden aceptar el elevado riesgo la terapia hormonal, con el fin de tener una calidad de vida aceptable. Para simplificar la evaluación de los riesgos y beneficios de las distintas opciones terapéuticas, la North American Menopause Society ha aprobado recientemente un algoritmo de seguimiento fácil (disponible como una aplicación en el teléfono celular) que ayuda a los prestadores de salud de las mujeres de todo el mundo a identificar la estrategia óptima de tratamiento (hormonal o no hormonal) según el perfil de riesgo de cada paciente.
Calidad de vida
Se ha demostrado que la calidad de vida se modifica durante la menopausia, a menudo dependiendo de la presencia o ausencia de síntomas. El objetivo principal de la atención de las mujeres menopáusicas sintomáticas es mejorar la calidad de vida. Como sucede con el dolor, no es fácil determinar la percepción de la calidad de vida de un individuo ya que es puramente subjetiva. No hay un acuerdo universal sobre una definición de cómo se debe medir la calidad de vida, aunque cada vez es más valorada como resultado terapéutico.
La calidad de vida general refleja las creencias del individuo sobre el funcionamiento y los logros en varios aspectos de la vida, y la sensación general de satisfacción y bienestar. Cuando la calidad de vida está relacionada con la salud y la enfermedad, por lo general se la conoce como calidad de vida relacionada con la salud (CVRS). La CVRS es la evaluación del paciente del impacto de una condición de salud y su tratamiento en los aspectos de la vida que son más propensos a ser afectados por un cambio en el estado de salud. Esto cubre la salud y la función física, la función emocional, las limitaciones del rol y el funcionamiento social. Todos estos dominios son importantes para la calidad de vida de una mujer y la medición de su estado va más allá de la mera existencia de los acontecimientos.
Los instrumentos de evaluación son generales o específicos para la enfermedad; los primeros cubren diferentes aspectos de la vida diaria pero también se pueden utilizar para evaluar la rentabilidad del análisis económico de la salud. Sin embargo, la evaluación de la calidad de vida debe incluir no solo el impacto de los síntomas sino también los factores personales y ambientales. Esto ha llevado al desarrollo de varios Instrumentos para la medición de la calidad de vida relacionada con la menopausia, con los cuales se pueden evaluar los beneficios terapéuticos. A menudo, es necesario utilizar más de un instrumento, para cubrir los diferentes aspectos de la menopausia y su tratamiento, con el fin de evaluar la calidad de vida en general y los síntomas específicos.
Por otra parte, es difícil incorporar a la evaluación de la calidad de vida el impacto de los efectos adversos del tratamiento, ya que los instrumentos no están diseñados para tal fin. El impacto de la terapia hormonal para la calidad de vida de la menopausia depende de si las mujeres tienen o no síntomas.
Los cuestionarios específicos para la menopausia muestran que el tratamiento hormonal mejora los síntomas vasomotores, el funcionamiento sexual y el sueño en comparación con el placebo, y esto puede variar con el tipo de tratamiento utilizado. Esto también es cierto para el estrógeno más bazedoxifeno, la tibolona y los tratamientos alternativos como los preparados a base de hierbas y tratamiento conductual cognitivo.
Sin embargo, en Women’s Health Initiative Study y Heart y Oestrogen–Progestin- Replacement Study, en los que no se reclutaron mujeres con síntomas graves, la evaluación de la CVRS no mostró mejoría en la salud, ya que esto habría anulado el carácter ciego de los ensayos. La encuesta de salud de Finlandia del año 2000 mostró una mejoría de los síntomas en las mujeres tratadas con terapia hormonal y pesarios. Para los autores ésto no es sorprendente, ya que los primeros estudios daban poca importancia a la evaluación de la prevención de las enfermedades crónicas y el alivio de los síntomas.
Evaluación de la calidad de vida y los síntomas de la menopausia
Para medir la calidad de vida (CV) durante la menopausia se pueden usar varios instrumentos.
Instrumentos genéricos
• Encuesta de salud de salud 36 (SF 36) funcionamiento físico y social, dolor corporal, salud general y mental; vitalidad, rol emocional y física.
• EuroQoL (movilidad, autocuidado, actividades cotidianas, dolor y malestar; ansiedad o la depresión)
Instrumentos específicos para la menopausia
• Escala del climaterio de Greene (síntomas psicológicos, somáticos y vasomotores).
• Cuestionario de la Salud de la Mujer (WHQ; estado de ánimo deprimido; síntomas somáticos, vasomotores y menstruales; ansiedad; comportamiento sexual; trastornos del sueño; memoria y la concentración; atractivo.
• Cuestionario específica para la calidad de vida en la menopausia (MENQOL; síntomas vasomotores, dominios psicosociales, físicos y sexuales).
• Escala de calificación de la menopausia (MRS; síntomas psicológicos, somato-vegetativos y urogenitales).
• Escala de Menopausia (MQOL; dominios físico, vasomotor, psicosociales y sexuales).
• Escala de la calidad de vida de la menopausia Utian (QQOL; calidad de vida ocupacional relacionada con la salud, sexual y sexual
Instrumentos específicos para los síntomas
• Índice de Kupperman (síntomas de la menopausia).
• Escala de interferencia diaria relacionada con los sofocos (síntomas vasomotores).
• Registro de la actividad sexual (relaciones sexuales)
Perspectivas
En general, dicen los autores, “nuestra comprensión de los estudios epidemiológicos de los efectos de la transición a la menopausia y de los factores que influyen en la duración y el momento de su aparición sigue siendo poco clara e incompleta.”
Las preguntas básicas, como las estadísticas mundiales sobre la edad de la menopausia y la variación en la duración de la perimenopausia siguen sin respuesta. Una forma de avanzar radica en las recientes medidas que se han tomado para combinar los datos individuales de numerosos estudios internacionales sobre la salud de la mujer que proporcionan una imagen más completa y detallada de la transición a la menopausia, su oportunidad y las consecuencias a largo plazo, no solo para las mujeres de los países desarrollados sino también para las mujeres de las regiones en desarrollo y diversas poblaciones.
Con la creciente expectativa de vida de las mujeres en los países menos desarrollados, es necesario conocer mejor el impacto de la transición a la menopausia en esos países. Los datos acerca de la persistencia de los síntomas menopáusicos más allá de los 65 años y cómo esos síntomas pueden afectar negativamente a las mujeres mayores también son escasos. Son muy necesarias las investigaciones sobre la menopausia en los países en desarrollo y en las mujeres mayores.
“Nos estamos acercando a pronosticar con exactitud la edad de la menopausia, lo cual es importante en el contexto de las mujeres que retrasan la maternidad y quieren tener un mejor control de su fertilidad.” Se están investigando haciendo investigaciones para perfeccionar la utilización de la AMH como predictor de la menopausia, y de los estudios que implican el aislamiento de células madre ovogoniales para prevenir la menopausia.
Sin embargo, todavía falta conocer por completo los mecanismos básicos responsables de los síntomas vasomotores, que a su vez limitan el desarrollo de tratamientos no hormonales nuevos para los sofocos y los sudores nocturnos. También se requiere más investigación de los mecanismos de control térmico dependientes del estrógeno, y conocer los efectos de la deficiencia estrogénica sobre estos síntomas.
También es necesario comprender mejor los mecanismos de la deficiencia de estrógenos en los trastornos del sueño, ya que éstos tienen muchos efectos adversos en las mujeres, que persisten durante años. Los mecanismos subyacentes de otros síntomas de la deficiencia de estrógenos, incluyendo las artralgias y los cambios del humor, en particular la ansiedad, son difíciles de comprender. Un mayor conocimiento de las vías bioquímica por las que la deficiencia de estrógeno contribuye a la acumulación de grasa central podría dar lugar a nuevos enfoques específicos para prevenir el aumento de la obesidad central en las mujeres, y posiblemente en los hombres.
El péndulo ha oscilado desde el entusiasmo evidente de las compañías farmacéuticas para invertir en terapias menopáusicas en la década de 1990 a la eliminación del mercado de varias terapias hormonales altamente eficaces (como el estradiol intranasal o los parches transdérmicos de testosterona) y el achicamiento de los departamentos de salud femenina en las grandes empresas que antes eran los líderes mundiales en el suministro de productos para la salud de las mujeres de mediana edad. Este daño fue producto del temor al cáncer de mama, la trombosis venosa y los accidentes cerebrovasculares, a raíz de la primera publicación de la Women’s Health Initiative. Por lo tanto, la menopausia, una condición que afecta a todas las mujeres, no recibe en la actualidad los fondos suficientes y es poco investigada.
Por otra parte, un gran número de mujeres muy sintomáticas no está recibiendo tratamientos que hayan demostrado ser eficaces y muchas están recurriendo a alternativas que en su mayoría son ineficaces y no reguladas. Es necesario que haya un mayor reconocimiento de que la menopausia afecta a todas las mujeres, que muchos de los síntomas de la deficiencia de estrógenos no son transitorios sino que persisten durante décadas, y que la deficiencia estrogénica influye negativamente en el hueso, el metabolismo y la salud cardiovascular. Por lo tanto, la inversión en el manejo de la menopausia significa invertir en la salud de lo que equivale a la mitad de la vida de las mujeres jóvenes de hoy en día.
Se necesita más financiación para la investigación básica, con el fin de identificar nuevas intervenciones que alivien eficazmente los síntomas de la deficiencia de estrógenos─en particular, los síntomas vasomotores, la alteración del sueño, los cambios del humor y los síntomas urogenitales─y anular los efectos adversos de la deficiencia de estrógenos en la composición corporal, la densidad ósea y el sistema cardiovascular, así como la investigación traslacional para evaluar la seguridad de estas nuevas terapias.
Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti
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