Bromuro de aclidinio, en la línea de salida
En próximas fechas, se comercializará en España el bromuro de aclidinio (Eklira Genuair, Bretaris Genuair; Almirall) fármaco anticolinérgico de larga vida media indicado, según su ficha técnica, como tratamiento broncodilatador de mantenimiento para aliviar los síntomas en los pacientes adultos con EPOC. El aclidinio -producto de la I+D nacional- llega con el aval de su autorización por la Food and Drug Administration. En España, a pesar de que sabíamos de su próxima comercialización, no hemos encontrado ninguna revisión propia. Así que con la ficha técnica, el informe de evaluación de los británicos (quienes si no) el de la FDA y alguna cosa más, esto es lo que hemos sacado en claro…
¿Qué es?
El bromuro de aclidinio es un fármaco que se utiliza por vía
inhalatoria para tratar los síntomas de la EPOC. La dosis recomendada es
de 400 μg (≈322 μg de aclidinio) 2 veces al día que se administran
mediante un dispositivo denominado Genuair a cuya forma de uso se dedican las 5 primeras páginas de la ficha técnica.
¿Es seguro? Los
efectos secundarios más frecuentemente descritos son cefaleas (6,6%) y
nasofaringitis (5,5%). Otros frecuentes, según la ficha técnica son
sinusitis, tos y diarrea. En relación a los problemas de seguridad
cardiovascular asociado a los anticolinérgicos, los datos existentes en
la actualidad no permiten detectar el impacto de este fármaco sobre las
tasas de episodios cardiovasculares graves.
¿Es eficaz? Los dos ensayos clínicos aleatorizados (1 y 2)
más importantes publicados con este fármaco, con una duración de 12 y
24 semanas y un tercero (no publicado) cuyas conclusiones están
gravemente afectadas por las diferencias existentes al inicio del mismo
en el grado de severidad de la enfermedad entre los grupos tratados,
incluyeron pacientes ≥40 años con EPOC moderada-severa (FEV1
<80% ≥30%) e investigaron una misma variable de resultado principal:
el cambio, respecto a la situación de partida, de la FEV1 matutina. En
todos se consiguió un aumento estadísticamente significativo del
parámetro mencionado del orden de 105 (IC95% 70-140 ml) a 124 (IC95%
80-160 ml) en los estudios publicados. Actualmente se considera
que los resultados pueden ser clínicamente significativos a partir de
los 100-140 ml. Además, el estudio de 24 semanas encontró diferencias
frente a placebo en dos variables más relacionadas con la experiencia y
bienestar del paciente: el Cuestionario Respiratorio de St. George y el Índice de Transición de Disnea en
los cuales se alcanzó la diferencia mínima considerada clínicamente
relevante con un NNT, respectivamente, de 4 y 9. Por otra parte, la tasa
global de exacerbaciones se redujo en el ensayo de 24 semanas de
duración (0,67; IC95% 0,48-0,94). No obstante, no hubo diferencias
estadísticamente significativas en la tasa de exacerbaciones moderadas o
graves.
¿Qué deconocemos de aclidinio?
Actualmente no ha sido comparado con otros broncodilatadores en ensayos
clínicos metodológicamente apropiados. En los comentados con
anterioridad, se evaluaron variables orientadas a la enfermedad y no al
paciente y tienen limitaciones graves (por ejemplo, se excluyeron a los
pacientes que habían sufrido recientemente una exacerbación). Por
último, el fármaco ha sido ensayado sólo en 1.919 personas, número
insuficiente para detectar las reacciones graves menos frecuentes que,
por ende, son las más graves.
Otros aspectos de interés:
el bromuro de aclidinio no está indicado en asma ni como medicación de
rescate. Se recomienda utilizarlo con precaución en los pacientes con
infarto de miocardio en los 6 meses previos, angina inestable, arritmia
de nuevo diagnóstico en los 3 meses previos u hospitalización en los 12
meses previos debido a insuficiencia cardíaca de las clases funcionales
III y IV de la NYHA. Por no estar comercializado desconocemos el precio.
En el Reino Unido el tratamiento anual con este fármaco es de unos 433 €
(algo más económico que otras alternativas ya existentes).
Comentario: en España le tenemos aversión a promocionar el uso adecuado de los medicamentos. Solo así se explica que, aunque la AEMPS nos advirtió en mayo
que el bromuro de aclidinio estaba próximo a su comercialización, en
vez de evaluarlo y poner a disposición de los profesionales sanitarios
un (uno) documento riguroso, objetivo y actualizado, tenemos que recurrir a traducir lo que hacen los demás. Mientras, cesan a Galo -eso sí, para ahorrar- y, de camino, se intenta ahogar una de las voces más lúcidas en el panorama farmacoterapéutico patrio. Esto es España, señores. El país de Torquemada.
Del fármaco que nos ocupa, nos queda claro, después de leer la documentación aquí referenciada que aún no
tenemos evidencias robustas para posicionarlo en el tratamiento de la
enfermedad en la que está indicado. Así, no sabemos si es mejor o peor
que tiotropio -fármaco con el que viene a competir- desconocemos su seguridad a largo plazo o su impacto en variables duras como las exacerbaciones graves o, directamente, la mortalidad. Nada nuevo bajo el Sol.
Los británicos nos advierten que el dispositivo con el que se administra puede ser más cómodo que otros o que, pásmense
ustedes, la administración 2 veces al día puede tener ventajas
terapéuticas sobre la administración única diaria (por aquello de
obtener unos efectos más sostenidos en el tiempo). Sea como fuere,
sabemos demasiado poco del aclidinio. Las lagunas existentes en la actualidad, lo relegan a una opción de segundo
escalón para aquellos pacientes en los que tiotropio o los BALD estén
contraindicados, no sean tolerados o no obtengamos la respuesta deseada.
Mientras se aclaran aspectos vitales de este fármaco, lo dejamos como
tratamiento alternativo a los señalados de elección por las guías de práctica clínica basadas en la evidencia. Y por supuesto, le damos la bienvenida a un competidísimo mercado.
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