En el Blog de Ciencia del Huffington, Jonathan Rottenberg Profesor Asociado de Psicología de la Universidad del Sur de Florida y autor de “The Depths: The Evolutionary Origins of the Depression Epidemic” colgó un post Why There Will Be No Cure for Depression resumiendo
su interpretación de la derivación evolutiva de la depresión y las
consecuencias terapéuticas de esta visión. Se traduce íntegramente a
continuación.
En una época de presupuestos ajustados, los partidarios de la
investigación de la depresión sostienen que se necesitan más fondos para
encontrar una cura. Esto parece razonable, pero puede estar totalmente
equivocado El problema de la depresión ha aumentado incluso habiéndosele
dedicado más recursos para la investigación y tratamiento.
Unas 38 millones de adultos estadounidenses luchan contra la
depresión. La Organización Mundial de la Salud pronostica que en 2030,
el impacto de la discapacidad y vida perdida debido a la depresión será
mayor que el de la guerra, accidentes, cáncer, enfermedades
cerebrovasculares, o cualquier otra condición de salud, incluidas las
enfermedades cardiovasculares. Richard A. Friedman escribió
recientemente: “De todas las enfermedades graves, físicas o mentales, la
depresión ha sido una de los más difíciles de dominar.” A pesar de
haber 26 antidepresivos diferentes para elegir, sólo un tercio de los
pacientes con depresión mayor experimentará una remisión completa
después de un ciclo de tratamiento. Los antidepresivos más nuevos no son
más eficaces que las desarrolladas hace casi 60 años.
Nuestro enfoque principal de la depresión es biomédico y asume que la
depresión es una enfermedad. Sin embargo, ha fracasado la búsqueda para
descubrir un defecto fundamental en el cerebro que cause la depresión.
Sigue sin haber ninguna prueba biológica para el diagnóstico de la
depresión, a pesar de los cientos de ensayos físicos, ni existen genes
que puedan predecirla fuertemente. Brillantes científicos no pueden
encontrar el defecto – incluso si buscan con diferentes o más caros
juguetes – porque su búsqueda está animada por la pregunta equivocada:
¿Dónde está la enfermedad?
Podemos entender la tenacidad desconcertante de la depresión al
plantear la pregunta opuesta: ¿Cómo nos ha construido la naturaleza con
la capacidad de deprimirnos? La depresión es un subproducto de la
evolución, que ha dado forma no sólo a las estructuras físicas de
nuestros cuerpos, sino a los mecanismos básicos de nuestras mentes. El
humor es una adaptación clave que compartimos con otros animales.
Los estados de ánimo han sido seleccionados porque sintonizan
flexiblemente el comportamiento a los requisitos situacionales. Los
estados de ánimo altos conducen a una búsqueda más eficiente de
recompensas. Los bajos estados de ánimo centran la atención en las
amenazas y obstáculos y restringen el comportamiento.
Los estados de ánimo son una adaptación inteligente porque integran
múltiples aspectos de lo bien o mal que estamos haciendo. Los estados de
ánimo siguen a los recursos clave en nuestro entorno externo (como la
comida, aliados y compañeros potenciales) y nuestro ambiente interno
(por ejemplo, la fatiga, los niveles hormonales, y la adecuación de la
hidratación). Cuando las condiciones son desfavorables, o cuando las
metas son inalcanzables, los estados de ánimo bajos pausan el
comportamiento para asegurar que un animal no se involucra en esfuerzos
infructuosos. Esta eficiencia es importante, dado que los recursos de
todo tipo – tiempo, energía o dinero – son finitos.
Al igual que el dolor nos protege de las lesiones, los aspectos
desagradables del estado de ánimo bajo están en consonancia con su
utilidad. Las personas con un estado de ánimo bajo pueden culparse y
criticarse a sí mismas, dando vueltas en su cabeza una y otra vez a
situaciones que fueron mal, y experimentan pesimismo sobre el futuro.
Estas características, aunque incómodas, también son potencialmente
útiles ya que una aguda conciencia de lo que ya ha salido mal puede
ayudar a una persona a evitar los factores de estrés similares en el
futuro. Los experimentos publicados por el psicólogo Joseph Forgas han
proporcionado algunas de las demostraciones más fuertes de las formas en
que el estado de ánimo bajo beneficia los pensamiento y la toma de
decisiones.
Ninguna adaptación es perfecta. Las adaptaciones presentan diversos
equilibrios entre beneficios y costos. Nuestros grandes cerebros han
permitido nuestro dominio sobre el planeta y también han hecho el parto
mucho más peligroso. Nuestra propensión a la ansiedad es a la vez una
defensa importante contra las amenazas y una acechante vulnerabilidad
ante las condiciones paralizantes. El estado de ánimo bajo es útil en
promedio, pero tiene sus costos. La falta de acción conlleva un riesgo
en un mundo dinámico. En las formas más graves de bajo estado de ánimo,
estos costos son más altos, tales como daños en el cuerpo a partir de la
liberación de las hormonas del estrés.
¿Por qué se ha vuelto tan frecuente la depresión? Un antiguo sistema
de estados de ánimo ha colisionado con un entorno operativo altamente
novedoso creado por una especie notable. La depresión es peor en los
humanos que en otros mamíferos no porque nuestra especie tenga más
defectos sino por nuestras fortalezas únicas. El lenguaje avanzado
permite deleitarse; nuestra capacidad de establecer objetivos ambiciosos
a largo plazo crea nuevas oportunidades para el fracaso; nuestra
cultura elaborada presenta expectativas de felicidad que no puede
posiblemente ser cumplidas.
¿Cómo vamos a contener mejor la depresión? No hay que esperar ninguna
píldora mágica. Una de las lecciones aprendidas en el tratamiento del
dolor crónico es que son difíciles de ignorar las respuestas que están
cableados en el cuerpo y la mente. En lugar de ello, debemos seguir la
economía del estado de ánimo a donde nos lleva, atendiendo a las fuentes
que llevan a tantos a estados bajos de ánimo – pensar en rutinas que se
caracterizan por demasiado trabajo y muy poco sueño. Necesitamos una
mayor alfabetización sobre los estados de ánimo y un conocimiento de las
herramientas que interrumpen los estados bajos de ánimo antes de que se
vuelvan más largos y más severos. Estas herramientas incluyen alterar
nuestra forma de pensar, los eventos que nos rodean, nuestras
relaciones, y las condiciones de nuestro cuerpo (mediante ejercicio,
medicación o dieta).
Durante los últimos 20 años hemos estado escuchando al Prozac. Es hora de escuchar a la depresión.
ELEMENTOS TEÓRICOS RELACIONADOS CON LA CLÍNICA DE MEDICINA DE FAMILIA DESDE UN ENFOQUE SISTÉMICO
COMENTARIOS TORTUGA
El ecosistema es un sistema dinámico
relativamente autónomo, formado por una comunidad natural y su ambiente
físico. El ecosistema es el
conjunto de seres vivos (comunidad
ecológica o biocenosis), el medio físico donde viven (biotopo) y las
relaciones que se establecen entre ellos. Se puede realizar otra
clasificación de los ecosistemas atendiendo a sus comunidades, como en
el caso de un ecosistema humano. En un ecosistema tienen lugar
diferentes interacciones de los seres vivos entre sí y entre estos y los
factores ambientales abióticos. Se trata de sistemas abiertos,
dinámicos y complejos. La teoría de la ecología humana actual está muy
vinculada a la teoría de sistemas, al análisis de la estructura de los
sistemas sociales y al concepto de ecosistema (marco en el que
interactúan la naturaleza viviente y los componentes abióticos o no
vivos). El pensamiento sistémico es la actividad realizada por la mente
con el fin de comprender el funcionamiento de un sistema y resolver
el problema que presenten sus propiedades emergentes. El pensamiento
sistémico es un marco conceptual que se ha desarrollado para que los
patrones totales resulten más claros y permitan modificarlos. Entre sus
criterios psicológicos se encuentran: 1. Las propiedades esenciales
pertenecen al conjunto, ninguna de las partes las tiene por sí sola.; 2.
La atención ha de ser focalizada en distintos niveles del sistema:
Lo micro y lo macro, lo sub y lo supra.; 3. Es un tipo de pensamiento
medioambiental.; 4. Una parte es un patrón en una inseparable red de
relaciones.; 5. El conocimiento se teje en una amplia red (en el
mecanicismo se pensaba que se construía). La realidad es una red de
relaciones.
Según este marco teórico, la depresión
se ha originado en una red de relaciones que abarcan no solo al hombre
aislado sino al hombre relacionado con la naturaleza física y con otros
animales, incluido hombres. Y esto tanto en el presente como en el pasado.El
humor depresivo que emerge en estas interacciones debe enfocarse, pues,
con un pensamiento sistémico que permita comprender su significado en
el presente y en el pasado para el individuo y para su entorno. En este
enfoque deberían contemplarse no solo la etiología -lo que nos permite
comprender el significado- sino también la intervención -lo que nos
permite establecer nuevos significados. Y en todo este proceso se
evidencia que el fármaco es un elemento, que, aun siendo válido, resulta
claramente insuficiente. Entre las muchas facetas que pueden aflorar
del análisis sistémico de una depresión por parte de un paciente y su
médico de familia puede aflorar la comprensión del papel de la depresión
tanto en su propia vida como en la de la especie humana y facilitar así
una reestructuración de las atribuciones mentales erróneas de tipo
autoculpabilización y baja autoestima. De este modoi el médico de
familia, ayudando al paciente a poner su depresión en perspectiva
filogenética, facilitaría su aceptación y de ahí la transformación del
sufrimiento psicológico (evitable) en simple dolor (inevitable).
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