jueves, 25 de mayo de 2023

Hilo de Joserra@jramonfernandez, sobre uso de enemas de fosfato en pediatría.

Una niña de 2 años y medio y 11 kg de peso es traída a urgencias por sus padres por dolor abdominal y 5 días sin realizar deposiciones. La familia refiere el antecedente de estreñimiento crónico que no ha mejorado tras tratamiento de 3 meses con laxantes orales.

En la exploración física la palpación abdominal es indolora pero se palpa una masa, probablemente fecal, en fosa ilíaca izquierda. En el tacto rectal hay heces en ampolla rectal. Parece que la causa del dolor está clara.

No obstante, se realiza una analítica sanguínea en la que no hay alteraciones y tras ello se le administra un enema rectal. A los 10 minutos de administrar el enema la niña se muestra adormilada, sudorosa y sus manos se empiezan a retorcer de esta forma:

La niña comenzó con dificultad respiratoria y taquicardia. Se trasladó a UCI pediátrica, donde se extrajo una nueva analítica que mostró un calcio inferior al normal y un fósforo muy elevado. Se canalizó una vía periférica y se administraron fluidos y calcio IV.
Tras una hora de tratamiento su estado clínico mejoró de forma evidente, resolviéndose las alteraciones del calcio y el fósforo en las siguientes horas. Se trasladó a planta al segundo día de ingreso y fue alta al cuarto día sin secuelas.
Un enema puede parecer un tratamiento inofensivo, pero administrado a una dosis inadecuada o a niños con patologías previas puede desencadenar efectos adversos peligrosos .
Pongo este caso aquí porque hace poco tuvimos un caso muy similar en nuestro hospital, debido a un error de dosificación en un niño sano que se resolvió sin consecuencias afortunadamente.
Esto es un efecto adverso que conocemos los pediatras de hace tiempo. Por eso no recomienda administrar este tipo de enemas (de fosfato) en menores de 2 años. La FDA lo advirtió hace casi 10 años fda.gov/drugs/drug-saf

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