jueves, 11 de mayo de 2023

SLEEP. Benzodiacepinas de larga duración para los trastornos del sueño: ¿cómo iniciar la desprescripción?.

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A pesar de las recomendaciones, el uso benzodiacepinas a largo plazo sigue siendo frecuente en personas con trastornos de sueño, sobre todo en ancianos y personas institucionalizadas, a pesar de que los beneficios clínicos de las benzodiacepinas sobre el sueño no son significativos.[1]

La dependencia de los pacientes y su creencia de que no pueden dormir sin estos tratamientos limita la eficacia de la reducción gradual de la dosis y requiere apoyo psicológico. Las terapias cognitivas y conductuales y, en general, un enfoque psicológico, destinados a motivar a los consumidores de benzodiacepinas para que abandonen su consumo y tomen conciencia de sus capacidades, dan buenos resultados. Por este motivo, cada vez más ensayos clínicos están evaluando su efecto como enfoque complementario. 

Se suelen requerir intervenciones multidisciplinares en lugares fácilmente accesibles para los pacientes, como la consulta del médico de atención primaria o la farmacia.

La terapia cognitivo conductual, cada vez más utilizada, aunque sigue existiendo debate en su uso

Varios estudios han demostrado que un programa digital interactivo de terapia cognitivo conductual dirigido por un terapeuta, combinado con una reducción gradual de las dosis de sedantes/hipnóticos, puede mejorar el insomnio y ayudar a abandonar estos fármacos en diferentes grupos de pacientes.

Sin embargo, sigue habiendo discrepancias. Por ejemplo, el estudio de Coteur et al[2realizado en Bélgica, evaluó el interés de combinar la terapia cognitivo conductual digital interactiva, iniciada por el médico de atención primaria, para aumentar las posibilidades de abandonar las benzodiacepinas tras 12 meses de intervención en sujetos que llevaban mucho tiempo consumiendo estos fármacos (> 6 meses de consumo diario antes de la inclusión). Los resultados fueron decepcionantes, revelando bajas tasas de interrupción (19-20 %), sin diferencias significativas entre el grupo de intervención con terapia cognitivo conductual y el grupo sin terapia cognitivo conductual (tratamiento estándar, médicos de familia formados en educación en higiene del sueño en ambos grupos). A la vista de estos resultados, y dado que la terapia cognitivo conductual utiliza un enfoque dinámico y polifacético, parece importante estandarizar las intervenciones y refinar las estrategias a utilizar en poblaciones dependientes de benzodiacepinas de larga evolución.

Apoyo motivacional para la abstinencia

Los pacientes suelen tener una percepción muy baja de los riesgos asociados al consumo de benzodiacepinas.[3] Por lo tanto, las intervenciones personalizadas destinadas a orientar su percepción del riesgo al inicio de la reducción de la dosis de benzodiacepinas podrían ser eficaces.[3,4https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/2042098618804490?url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori:rid:crossref.org&rfr_dat=cr_pub%20%200pubmedPara una pequeña proporción de sujetos motivados para abandonar el consumo (3-8 %), la mera conciencia de que su consumo de benzodiacepinas era problemático fue suficiente para que dejaran de consumirlas.[2] Para otros, por el contrario, la conciencia no fue suficiente para empujarles a la acción.[3]

Allary et al. señalaron que los factores psicosociales que predecían la interrupción del consumo de benzodiacepinas a menudo se pasaban por alto en los ensayos que evaluaban la prescripción de estos fármacos.[5Y demostraron que estimular las percepciones de los pacientes sobre su sensación de autoeficacia y competencia podría ser un primer paso importante.

Estrategias de desprescripción multicomponente

Dado que los médicos de familia son los primeros que suelen prescribir las benzodiacepinas, deberían ser también los primeros en iniciar un proceso de deprescripción. Sin embargo, otros profesionales sanitarios fácilmente accesibles en atención primaria también tienen un papel que desempeñar, en particular los farmacéuticos dispensadores. Tienen tanto experiencia en esta área como la oportunidad de discutir el consumo de medicamentos con los pacientes. Varios ensayos han descrito procesos de desprescripción de benzodiacepinas dirigidos por farmacéuticos, dentro de un  equipo multidisciplinar. Un ejemplo es el ensayo EMPOWER[6,7,8], que consistió en el envío de un folleto informativo a los usuarios a largo plazo (grupo de intervención). A los 6 meses, el 62 % de ellos había hablado con su farmacéutico sobre la posibilidad de dejar de tomar benzodiacepinas, el 27 % había dejado de tomarlas y el 11 % había reducido su consumo. Estas cifras eran superiores a las del grupo de control (sin intervención).

Otro intento concluyente fue el estudio longitudinal australiano RedUse (Australian Reducing Use of Sedatives).[9En él participaron más de 12.000 residentes de 150 residencias de ancianos y se obtuvieron excelentes resultados (un 40 % de cese o reducción de las dosis de benzodiacepinas entre los residentes) mediante la combinación de diferentes estrategias: observación del historial de dispensación de benzodiacepinas, educación del personal de enfermería y fomento de la desprescripción por parte de los prescriptores.

Este contenido fue publicado originalmente en Univadis Francia.

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