Banalizando los
conflictos de intereses, un crimen contra la salud pública.
Hemos leído con
interés su artículo y hemos identificado cinco aspectos donde, en nuestra
opinión, habría que hacer algunas matizaciones:
·
Según el Instituto de Medicina (1), los conflictos de interés
pueden definirse como "el conjunto de circunstancias que ponen en riesgo
la correcta consecución del objetivo principal de la actividad profesional o de
su juicio al ser influidos por un interés secundario"; los conflictos de
interés están por todas partes, pero no podemos asumir que todos sean
equiparables. En el contexto de los sistemas de salud, aquellos intereses
relacionados con la sostenibilidad del sistema no pueden considerarse como verdaderos
conflictos de interés (dado que el beneficiario principal sería la sociedad, no
el sistema en si mismo); sin embargo, los intereses comerciales relacionados
con la maximización de beneficios económicos pueden considerarse conflictos de
interés significativos, dado que pueden corromper el objetivo de proveer una
asistencia de calidad y mejorar la salud de los pacientes.
·
La evidencia en torno a la influencia de la industria
farmacéutica en la disminución de la mortalidad a través de la diseminación de
información es muy débil. Por otro lado, la evidencia sobre el papel del
entorno o de los estilos de vida sí que es mucho más abundante (2,3). En
relación con la diseminación de la información científica, creemos que las
mejoras en el acceso a las nuevas tecnologías han podido tener un mayor impacto
que los esfuerzos de la industria farmacéutica.
·
Además, debemos ser conscientes de que la información provista
por la industria farmacéutica puede incurrir en el denominado sesgo de
publicación,evitando publicar resultados negaivos (4). Utilizando el punto de
vista del autor, el sesgo de publicación podría ser considerado un modo de
censura (5).
·
La autopercepción de los médicos en torno a la influencia de la
industria en su propia práctica y en su prescripción de medicamentos tiende a
ser errónea, mientras que fácilmente perciben esa influencia en el resto de sus
colegas de profesión (6). Por lo tanto, y teniendo en cuenta los fallos de la
auto-regulación médica, es necesario un agente externo (más allá del mercado)
que regule estas relaciones.
·
Desde un punto de vista bioético, la situación actual en la cual
la industria farmacéutica financia la formación médica continuada plantea
problemas graves en dos de los principios de la bioética. En relación con el
principio de no maleficencia, incita al médico a prescribir nuevos medicamentos
sin tener suficiente conocimiento sobre su modo de acción o sus efectos
adversos. Además, también mina el principio de justicia, especialmente en
sistemas Nacionales de Salud, incrementando los costes relacionados con la
prescripción de medicamentos sin que ello suponga mejoras en resultados
clínicos, suponiendo un alto coste de oportunidad.
La industria farmacéutica y los médicos no comparten los mismos
objetivos. El principal propósito de la industria es maximizar sus beneficios
(un objetivo legítimo en una sociedad de mercado). El principal propósito de
los médicos es ayudar a los pacientes a mejorar su salud. Para conseguir su
objetivo, los médicos tienen que tratar de comprender las causas fundamentales
de la enfermedad y sus mecanismos. La presencia de la industria farmacéutica en
la formación médica continuada puede tratar de alterar ese abordaje,
dirigiéndolo hacia un conocimiento con orientación puramente biologicista,
infraestimando la importancia de los factores psicológicos y sociales, llegando
a incrementar la medicalización de la vida (7). Las interacciones entre la
industria y los médicos a través de la formación médica continuada pueden
suponer la introducción de sesgos de interpretación de la evidencia científica
por parte de los médicos en favor de los intereses de la industria.
Pablo Neruda, un
poeta chileno, escribió "Para que nada nos separe, que no nos una
nada" (8); la mejor forma de maximizar los efectos positivos de la
industria farmacéutica y los sistemas de salud es trabajar de forma conjunta en
la investigación clínica y caminar de forma separada en la educación médica, de
modo que aseguremos una formación excelente, minimizando el riesgo de poner el
peligro nuestra independencia clínica.
(1) Lo B, Field MJ. Conflict
of interest in medical research, education, and practice. National Academies
Press (US) 2009.
(2) Woolf SH, Johnson RE, Phillips RL, Philipsen
M. Giving Everyone the Health of the Educated: An Examination of Whether Social
Change Would Save More Lives Than Medical Advances. Am J Pub Health
2007;97(4):679-83
(3) Laing BY, Katz MH. Coronary arteries,
myocardial infarction, and History. N Engl J Med 2012;366:1258-60
(4) Bourgeois
FT, Murthy S, Mandl KD. Outcome reporting among drug trials registered in clinicaltrials.gov. Ann Intern Med
2010;153(3):158-66
(5)
Goldacre B. Bad pharma: how drug companies mislead doctors and harm patients.
Fourth State 2012. ISBN 978-0-00-735074-2
(6) Steinman MA, Shlipak MG, McPhee SJ. Of principles
and pens: attitudes and practices of medicine housestaff toward pharmaceutical
industry promotions. Am J Med. 2001 May;220(7):551-7
(7) Moncrieff J, Timimi S. The social and cultural
construction of psychiatric knowledge: an analysis of NICE guidelines on
depression and ADHD.Anthropol Med. 2013;20(1):59-71.
(8) Neruda P. Farewell. Crepusculario 1919.
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