No me he podido reprimir…Lo que sigue a continuación es una
gamberrada, ya lo sé: es que yo soy bastante gamberra (a veces). No os llaméis
a engaño: yo admiro, y mucho, a quienes, como mis compañeros de MBE, son
capaces de meterse en trabajos enjundiosos que ocupan gran parte de su tiempo libre
y de los que luego muchos sacamos partido. Ahora andan liados, bueno empezaron
hace muchos meses, revisando Guías de Práctica Clínica. Yo no tengo su talla,
ni su tesón, ni su calidad, ni su formación…son muchísimo más listos que yo. Y
más generosos. De vez en cuando, les procuro un poco de humor: en eso estoy
sobrada…ja, ja. Esta es una de esas ocasiones; la compartí con ellos hace unos
meses, y se rieron…Hoy lo hago con vosotros. Sin más. ¡Buen fin de semana!
El Síndrome de GRADE
Introducción
El GRADE es un sistema de clasificación de la evidencia y una
manera de graduar la fuerza de la recomendación que se deriva de esta misma
evidencia. Bueno, o algo así…Vaya, que no sé muy bien que es, pero en todo caso
debe de ser un asunto muy complicado a la luz de los efectos adversos que tiene
este sistema en un grupo de profesionales embarcados en la aventura de su
aplicación.
Objetivos
Los objetivos de este trabajo no están claros, la verdad, por
lo menos están tan oscuritos como el GRADE en cuestión. Se trata de un trabajo
descriptivo que pretende arrojar luz sobre la etiología, la clínica y el
tratamiento de los profesionales afectos del Síndrome de GRADE, popularmente
conocido como “¡Aisss, que viene GRADE!”, aunque existen otras expresiones más
gruesas y que hacen alusión al mismo proceso y que la autora no cree
aconsejable matizar, no vaya a ser tildada de “bocanegra”. Vaya por delante que
en este trabajo no se utilizará ninguna herramienta, ni escala, ni cosa
parecida, ni se recurrirá a la consulta de trabajos enjundiosos que ahonden
sobre esta materia; esta decisión de no utilizar más fuentes se basa en que la
autora tiene cierto temor a padecer alguna enfermedad similar a la de los
afectados por el Síndrome de GRADE, todos ellos grandes aficionados (incluso
entusiastas) de manejar este tipo de cosillas en sus elucubraciones, no
quedando claro si su padecimiento actual viene de lejos favorecido por esta
manía, oyes, ya se sabe: aquellos lodos trajeron estos barrizales o, dicho de
otra manera, el que ama el peligro en él perece. Es lo que hay.
Etiología
La verdad, no está clara. La aparición del síndrome
parece estar relacionada con la manía de
poner orden.
Es curioso, suele ir
precedida por una búsqueda exhaustiva de artículos varios sobre los asuntos más
peregrinos; algunos de ellos (no digo que no…) pueden incluso resultar
interesantes, pero poco…Tienen predilección por los temas relacionados con las
grasas (varias) y el azúcar, así como por una enfermiza manía por resolver cuál
es el mejor modo de tomarse la tensión y el papel de la sal y otras sustancias
parecidas en la aparición de enfermedades varias. Parece que la elaboración de
tablas con la recopilación de los datos obtenidos de su búsqueda, es un
elemento previo que juega un papel favorecedor en la aparición del síndrome en
cuestión, de hecho se considera la antesala del mismo. No están claros los
mecanismos íntimos por los que este, aparentemente inocente, hecho actúa como
desencadenante; probablemente es porque las tablas, llenas de numeritos y
anotaciones ininteligibles (incluso para ellos mismos), les funde alguna
neurona irreversiblemente y, pobres, se quedan definitivamente raros y claro…Es
lo que hay.
Otro factor que no se puede obviar, y que está en clara
relación con la patología que nos ocupa, es la tendencia grupal que tienen las
personas afectas. Matizando: gustan de reunirse periódicamente y debatir sobre
el temita. Son bastante aficionados a las nuevas tecnologías, de modo que la
última es “reunirse” vía internés. Por asombroso que parezca, hacen “quedadas”
y se conectan todos a la vez para hablar de estas cosillas. Curioso ¿no? Es
sabido que el internés es para otra cosa: comprar entradas, el youtube, seguir
el “Marca”…en fin. Para reunirse están los bares, los restaurantes, las
cafeterías…
El hecho fundamental para la aparición de la clínica es
cuando se juntan, definitivamente, para ordenar sus conclusiones. Ahí ya la
cosa es imparable. No hay manera. Como son gente educada y de buenas maneras,
no llegan a las manos, pero ordenar lo que se dice ordenar, no ordenan. Es sin
duda este afán de aconsejar (“pa ná…”, “que no sirve pa ná…”) a la luz de la evidencia, misión
imposible, el elemento que precipita el Síndrome de GRADE y que paso a
describir.
Clínica
Se trata de un síndrome de presentación variopinta si bien
todos los afectados presentan síntomas parecidos con diferentes niveles de
afectación. En algunos casos el simple hecho de oír el término “GRADE”
desencadena la cascada de síntomas. Es habitual que el afectado comience a
sentirse inquieto, bizquee y en los casos más graves presente tics varios, rechinar de dientes y
emisión de espumarajos por la boca. Se trata de un claro caso de
hipersensibilidad de difícil manejo pero de fácil reconocimiento. No es raro
que refieran dolor muscular, cefalea que describen como “cabeza hueca” (signo
de alerta que precede a la desconexión de un par de neuronas), nudo en el
estómago y piloerección marcada (literal: “se me ponen los pelos como
escarpias”). De continuar con la actividad, son frecuentes las ideas de
desánimo, así como las ideas de autoculpa y autorreproche del tipo “quién me
habrá mandado meterme en esto, maldita sea” o “si es que soy tonta/a” y más que
no pongo y que están en la cabeza de todos/as. No es tampoco infrecuente que el
afectado/da maldiga su suerte y sienta unas irrefrenables ganas de interrumpir
para siempre jamás su actividad laboral y fantasee con la idea de dedicarse a
otras artes (buenas o malas, les da igual a los pobres), así como que se
apunten de forma compulsiva al aprendizaje de actividades exóticas tipo
cursillo acelerado de macramé, el cultivo del champiñón u otras de corte
semejante. Hay riesgo añadido de consumo desmedido de sustancias azucaradas y
engordantes (chocolate) en un claro afán de mitigar la desazón que acompaña al
síndrome, así como el más riesgoso consumo elevado de alcoholes varios. Si la
cosa no mejora, es posible que el sujeto adquiera un tono verdoso con aparición
de lesiones en piel, rascosas, por la irritación mantenida (es que se ponen muy
rabiosos) y zonas de calvicie debidas a los tirones repetidos del cabello con
los que se castigan en los momentos de crisis agudas. Con todo, no se conocen
desenlaces fatales, al menos a corto plazo, cosa que resulta muy consoladora.
La enfermedad sigue un curso crónico, con largos periodos
ausentes de síntomas, en los que las personas afectadas se comportan con total
normalidad; siendo, en general, gente muy normal, inteligente y cumplidora. La
clínica se desencadena, como ya ha quedado claro, al oír la palabra “GRADE”,
incluso aunque se diga con voz susurrante y seductora. A veces y a modo de
pródromos puede aparecer ansiedad anticipatoria coincidiendo con la escucha de
términos tales como “Guía de Práctica Clínica” o, incluso, “Revisión de Guía de
Práctica Clínica”.
Tratamiento
Dada la cronicidad del proceso y su curso, molesto, pero
benigno, no está indicado el tratamientos farmacológico agresivo: es peor…En
todo caso y como precaución, se aconseja evitar el uso de términos gatillo
similares en su fonética al que desencadena la clínica: es mejor decir “vi el
partido de fútbol desde mi asiento” (una obviedad, por otra parte) que “vi el
partido desde la grada”, se desaconseja así mismo el uso de la palabra
“graderío” (lo asocian con un “GRADE” alborotado, son un poco simples…), tampoco
es conveniente pronunciar la palabra “grado” (piensan que es un GRADE latino…),
incluso es mejor obviar el término “agrado” siendo preferible decir “me mola”,
“me gusta”, “es guay” o similar.
Aunque no hay estudios (menos mal) que lo demuestren, parece
que se ven aliviados de sus síntomas cuando se procuran descansos suficientes
intercalados en su actividad que suele ser frecuentemente frenética: es que no
se dan cuenta y se ceban…Del mismo modo, parece que responden bien a las
actividades lúdicas grupales, en especial las desarrolladas alrededor de una
mesa y con manduca de la buena, siendo mano de santo la ingesta de cantidades
moderadas de caldos de calidad y Gin-Tonics (dos mejor que uno, con bien de
hielo y lima, en copa fina y ancha, en un copón, vaya…). Su estado mejora
grandemente en estas circunstancias, siendo las risas frecuentes y aún
estruendosas, aunque en ocasiones quieren arreglar el mundo (“ratatá” es el
término que utilizan) utilizando medios contundentes, aunque, que se sepa,
nunca han puesto en práctica medidas de este tipo.
Serían necesarios estudios que arrojaran luz sobre el más que
probable beneficio de la terapia de grupo llevada a cabo en un entorno
glamuroso (lujo, si se puede), aderezado con soberbios papeos, cachondeíto a
tutiplé, cánticos varios y bailables, amén de otro tipo de actividades lúdicas.
Ya hay voces entre los afectados que se alzan en este sentido y que deberían
ser tenidas en cuenta…
Declaración de
conflictos de interés
La autora de este trabajo, declara no tener conflictos de
interés; aunque estaría muy interesada en participar de forma activa en los
eventos descritos en el último párrafo; a pesar de que hasta el momento
presenta una inmunidad manifiesta para padecer el cuadro (probablemente su
carácter indolente le mantiene a salvo…), con el único afán de dinamizar las
actividades y dejar reflejo para la posteridad de cuanto allí acontezca: a
buen, con pocas…majos.
Agradecimientos
La autora agradece a los afectados/as su colaboración para la
elaboración de este documento. Les reconoce también su tesón y fuerza de
voluntad para meterse en estos berenjenales y desde estas líneas le gustaría
expresar su agradecimiento por los trabajillos que hacen y que, fuera bromas,
son muy majos y muy útiles…¡Ánimo, majicos/as, que sois los mejores! Besitos.
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