lunes, 11 de noviembre de 2013

El Síndrome de GRADE . Cosas del PAC

No me he podido reprimir…Lo que sigue a continuación es una gamberrada, ya lo sé: es que yo soy bastante gamberra (a veces). No os llaméis a engaño: yo admiro, y mucho, a quienes, como mis compañeros de MBE, son capaces de meterse en trabajos enjundiosos que ocupan gran parte de su tiempo libre y de los que luego muchos sacamos partido. Ahora andan liados, bueno empezaron hace muchos meses, revisando Guías de Práctica Clínica. Yo no tengo su talla, ni su tesón, ni su calidad, ni su formación…son muchísimo más listos que yo. Y más generosos. De vez en cuando, les procuro un poco de humor: en eso estoy sobrada…ja, ja. Esta es una de esas ocasiones; la compartí con ellos hace unos meses, y se rieron…Hoy lo hago con vosotros. Sin más. ¡Buen fin de semana!

El Síndrome de GRADE
Introducción
El GRADE es un sistema de clasificación de la evidencia y una manera de graduar la fuerza de la recomendación que se deriva de esta misma evidencia. Bueno, o algo así…Vaya, que no sé muy bien que es, pero en todo caso debe de ser un asunto muy complicado a la luz de los efectos adversos que tiene este sistema en un grupo de profesionales embarcados en la aventura de su aplicación.
Objetivos
Los objetivos de este trabajo no están claros, la verdad, por lo menos están tan oscuritos como el GRADE en cuestión. Se trata de un trabajo descriptivo que pretende arrojar luz sobre la etiología, la clínica y el tratamiento de los profesionales afectos del Síndrome de GRADE, popularmente conocido como “¡Aisss, que viene GRADE!”, aunque existen otras expresiones más gruesas y que hacen alusión al mismo proceso y que la autora no cree aconsejable matizar, no vaya a ser tildada de “bocanegra”. Vaya por delante que en este trabajo no se utilizará ninguna herramienta, ni escala, ni cosa parecida, ni se recurrirá a la consulta de trabajos enjundiosos que ahonden sobre esta materia; esta decisión de no utilizar más fuentes se basa en que la autora tiene cierto temor a padecer alguna enfermedad similar a la de los afectados por el Síndrome de GRADE, todos ellos grandes aficionados (incluso entusiastas) de manejar este tipo de cosillas en sus elucubraciones, no quedando claro si su padecimiento actual viene de lejos favorecido por esta manía, oyes, ya se sabe: aquellos lodos trajeron estos barrizales o, dicho de otra manera, el que ama el peligro en él perece. Es lo que hay.
Etiología
La verdad, no está clara. La aparición del síndrome parece  estar relacionada con la manía de poner orden.
 Es curioso, suele ir precedida por una búsqueda exhaustiva de artículos varios sobre los asuntos más peregrinos; algunos de ellos (no digo que no…) pueden incluso resultar interesantes, pero poco…Tienen predilección por los temas relacionados con las grasas (varias) y el azúcar, así como por una enfermiza manía por resolver cuál es el mejor modo de tomarse la tensión y el papel de la sal y otras sustancias parecidas en la aparición de enfermedades varias. Parece que la elaboración de tablas con la recopilación de los datos obtenidos de su búsqueda, es un elemento previo que juega un papel favorecedor en la aparición del síndrome en cuestión, de hecho se considera la antesala del mismo. No están claros los mecanismos íntimos por los que este, aparentemente inocente, hecho actúa como desencadenante; probablemente es porque las tablas, llenas de numeritos y anotaciones ininteligibles (incluso para ellos mismos), les funde alguna neurona irreversiblemente y, pobres, se quedan definitivamente raros y claro…Es lo que hay.
Otro factor que no se puede obviar, y que está en clara relación con la patología que nos ocupa, es la tendencia grupal que tienen las personas afectas. Matizando: gustan de reunirse periódicamente y debatir sobre el temita. Son bastante aficionados a las nuevas tecnologías, de modo que la última es “reunirse” vía internés. Por asombroso que parezca, hacen “quedadas” y se conectan todos a la vez para hablar de estas cosillas. Curioso ¿no? Es sabido que el internés es para otra cosa: comprar entradas, el youtube, seguir el “Marca”…en fin. Para reunirse están los bares, los restaurantes, las cafeterías…
El hecho fundamental para la aparición de la clínica es cuando se juntan, definitivamente, para ordenar sus conclusiones. Ahí ya la cosa es imparable. No hay manera. Como son gente educada y de buenas maneras, no llegan a las manos, pero ordenar lo que se dice ordenar, no ordenan. Es sin duda este afán de aconsejar (“pa ná…”, “que no sirve pa  ná…”) a la luz de la evidencia, misión imposible, el elemento que precipita el Síndrome de GRADE y que paso a describir.
Clínica
Se trata de un síndrome de presentación variopinta si bien todos los afectados presentan síntomas parecidos con diferentes niveles de afectación. En algunos casos el simple hecho de oír el término “GRADE” desencadena la cascada de síntomas. Es habitual que el afectado comience a sentirse inquieto, bizquee y en los casos más graves  presente tics varios, rechinar de dientes y emisión de espumarajos por la boca. Se trata de un claro caso de hipersensibilidad de difícil manejo pero de fácil reconocimiento. No es raro que refieran dolor muscular, cefalea que describen como “cabeza hueca” (signo de alerta que precede a la desconexión de un par de neuronas), nudo en el estómago y piloerección marcada (literal: “se me ponen los pelos como escarpias”). De continuar con la actividad, son frecuentes las ideas de desánimo, así como las ideas de autoculpa y autorreproche del tipo “quién me habrá mandado meterme en esto, maldita sea” o “si es que soy tonta/a” y más que no pongo y que están en la cabeza de todos/as. No es tampoco infrecuente que el afectado/da maldiga su suerte y sienta unas irrefrenables ganas de interrumpir para siempre jamás su actividad laboral y fantasee con la idea de dedicarse a otras artes (buenas o malas, les da igual a los pobres), así como que se apunten de forma compulsiva al aprendizaje de actividades exóticas tipo cursillo acelerado de macramé, el cultivo del champiñón u otras de corte semejante. Hay riesgo añadido de consumo desmedido de sustancias azucaradas y engordantes (chocolate) en un claro afán de mitigar la desazón que acompaña al síndrome, así como el más riesgoso consumo elevado de alcoholes varios. Si la cosa no mejora, es posible que el sujeto adquiera un tono verdoso con aparición de lesiones en piel, rascosas, por la irritación mantenida (es que se ponen muy rabiosos) y zonas de calvicie debidas a los tirones repetidos del cabello con los que se castigan en los momentos de crisis agudas. Con todo, no se conocen desenlaces fatales, al menos a corto plazo, cosa que resulta muy consoladora.
La enfermedad sigue un curso crónico, con largos periodos ausentes de síntomas, en los que las personas afectadas se comportan con total normalidad; siendo, en general, gente muy normal, inteligente y cumplidora. La clínica se desencadena, como ya ha quedado claro, al oír la palabra “GRADE”, incluso aunque se diga con voz susurrante y seductora. A veces y a modo de pródromos puede aparecer ansiedad anticipatoria coincidiendo con la escucha de términos tales como “Guía de Práctica Clínica” o, incluso, “Revisión de Guía de Práctica Clínica”.
Tratamiento
Dada la cronicidad del proceso y su curso, molesto, pero benigno, no está indicado el tratamientos farmacológico agresivo: es peor…En todo caso y como precaución, se aconseja evitar el uso de términos gatillo similares en su fonética al que desencadena la clínica: es mejor decir “vi el partido de fútbol desde mi asiento” (una obviedad, por otra parte) que “vi el partido desde la grada”, se desaconseja así mismo el uso de la palabra “graderío” (lo asocian con un “GRADE” alborotado, son un poco simples…), tampoco es conveniente pronunciar la palabra “grado” (piensan que es un GRADE latino…), incluso es mejor obviar el término “agrado” siendo preferible decir “me mola”, “me gusta”, “es guay” o similar.
Aunque no hay estudios (menos mal) que lo demuestren, parece que se ven aliviados de sus síntomas cuando se procuran descansos suficientes intercalados en su actividad que suele ser frecuentemente frenética: es que no se dan cuenta y se ceban…Del mismo modo, parece que responden bien a las actividades lúdicas grupales, en especial las desarrolladas alrededor de una mesa y con manduca de la buena, siendo mano de santo la ingesta de cantidades moderadas de caldos de calidad y Gin-Tonics (dos mejor que uno, con bien de hielo y lima, en copa fina y ancha, en un copón, vaya…). Su estado mejora grandemente en estas circunstancias, siendo las risas frecuentes y aún estruendosas, aunque en ocasiones quieren arreglar el mundo (“ratatá” es el término que utilizan) utilizando medios contundentes, aunque, que se sepa, nunca han puesto en práctica medidas de este tipo.
Serían necesarios estudios que arrojaran luz sobre el más que probable beneficio de la terapia de grupo llevada a cabo en un entorno glamuroso (lujo, si se puede), aderezado con soberbios papeos, cachondeíto a tutiplé, cánticos varios y bailables, amén de otro tipo de actividades lúdicas. Ya hay voces entre los afectados que se alzan en este sentido y que deberían ser tenidas en cuenta…
Declaración de conflictos de interés
La autora de este trabajo, declara no tener conflictos de interés; aunque estaría muy interesada en participar de forma activa en los eventos descritos en el último párrafo; a pesar de que hasta el momento presenta una inmunidad manifiesta para padecer el cuadro (probablemente su carácter indolente le mantiene a salvo…), con el único afán de dinamizar las actividades y dejar reflejo para la posteridad de cuanto allí acontezca: a buen, con pocas…majos.
Agradecimientos
La autora agradece a los afectados/as su colaboración para la elaboración de este documento. Les reconoce también su tesón y fuerza de voluntad para meterse en estos berenjenales y desde estas líneas le gustaría expresar su agradecimiento por los trabajillos que hacen y que, fuera bromas, son muy majos y muy útiles…¡Ánimo, majicos/as, que sois los mejores! Besitos.

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