miércoles, 31 de diciembre de 2014

Reflexionsanitaria.blogspot.com. Primero no dañar. Sobretratamiento y sobrediagnóstico


Primero no dañar. Sobrediagnóstico from jmartinezlopez
http://reflexionsanitaria.blogspot.com.es/2014/11/primero-no-danar-sobretratamiento-y.html 
He intentado reflexionar sobre quiénes pueden estar interesados en introducir en las personas una percepción común de miedo para poder manipular las voluntades de manera que la sociedad admita unos planteamientos que, con ciudadanos libres e informados, sería inaceptable. Y donde primero lo he encontrado ha sido en la política reciente tanto a nivel mundial  como en nuestro país. La hemos sufrido en los discursos públicos y ha impregnado nuestras relaciones personales que han afectado a la manera en la que interactuamos con los demás.
Son rasgos comunes de esta “política del miedo” una cuidadosa selección y omisión de noticias (algunos hechos relevantes son mostrados y otros no), la distorsión de estadísticas o números, la transformación de eventos aislados a epidemias sociales,  la Inversión causal (convirtiendo una causa en un efecto o viceversa) o, por poner otro ejemplo, la corrupción y tergiversación de palabras o terminología conforme a objetivos interesados (recomiendo la lectura de este artículo)
Pero este recurso político también está siendo aplicado en el ámbito sanitario porque la salud es un valor esencial y está sujeto a los intereses de mercado. ¿A quién beneficia la cultura del miedo en la salud? Pues a quienes tengan intereses y ánimo de lucro, es decir, a las industrias que necesitan producir demanda de mercado, esto es, la alimentaria, la farmacéutica, la de tecnologías sanitarias y la que ofrece servicios sanitarios privados. Son muchos los argumentos que se pueden aportar para estas afirmaciones y algunos de ellos aparecen en la presentación.
Estas industrias ejercen una intensa presión tanto sobre los ciudadanos como sobre los profesionales. En los primeros utilizan los medios de comunicación social para generar estados de opinión manipulados pero con los segundos los procedimientos son más complejos.
La manipulación formativa y sus “chiringuitos de corruptelas ancestrales” unidas a falsas creencias como la fascinación por la tecnología, la compatibilidad del ejercicio profesional público-privado y la presión de unos ciudadanos mal informados, conforman un caldo de cultivo idóneo para obtener unos rendimientos exagerados muy por encima del valor real de sus productos manufacturados (alimentos, medicamentos, aparatos e instrumentos o cartera de servicios). Así nos encontramos una exageración de los beneficios de la prevención o la introducción de enfermedades inventadas que han conducido a un ejercicio profesional que medicaliza a los ciudadanos y los hace dependientes del mercado sanitario.
Aplicar métodos diagnósticos a personas sanas e interpretar los hallazgos como si de enfermos se tratara condiciona el someterlos a nuevas pruebas que pueden producir nuevos hallazgos que, a su vez, dan lugar a nuevas pruebas cada vez más invasivas. El ejemplo más característico es la solicitud del PSA a hombres asintomáticos: PSA> Ecografía> Biopsia (¿sepsis?)> prostatectomía (riesgo quirúrgico) o radioterapia> secuelas postcirugía> dolor, incontinencia, disfunción eréctil, … Y en momento alguno del proceso nadie ha podido aclarar si el supuesto cáncer detectado le va a producir la muerte al paciente o, por el contrario, pudiera continuar sin que le afectara en toda su vida como ocurre en el 75% de los hombres mayores de 75 años.
Las cascadas diagnósticas y terapéuticas producen enfermedad en personas sanas y son consecuencia directa de los intereses de mercado.
Pero sobrediagnóstico y sobretratamiento no son los únicos efectos perversos sobre los pacientes. La utilización de Pruebas de Diagnóstico por Imagen que usan radiaciones ionizantes someten también a quienes las reciben a una serie de riesgos de los que los profesionales sanitarios no estamos lo suficientemente sensibilizados. Los efectos deterministas y los estocásticos deben ser valorados y tenidos en cuenta por el médico antes de solicitar pruebas inadecuadas sin la suficiente justificación clínica. 

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