http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25226478
Los datos de una
revisión sistemática con meta-analisis indican que no existen
diferencias significativas entre las principales estrategias de
tratamiento anticoagulante por lo que refiere eficacia y seguridad
en situación de tromboenbolismo venoso agudo
La
enfermedad tromboembólica venosa la conforman un conjunto de
alteraciones entre las que se incluyen la trombosis venosa profunda
(TVP) y la embolia de pulmón. Cuando un vaso se daña el cuerpo responde
con la creación de un trombo para limitar la pérdida de sangre y evitar
alteraciones en la homeostasis del organismo. La trombosis venosa se
produce cuando eventualmente el trombo ocupa la luz de las venas. Si se
trata de un trombo grande que queda asentado en las venas profundas de
las piernas nos hallamos ante lo que se denomina trombosis venosa
profunda. En esta situación, el trombo pude llegar a fragmentarse en
pequeñas partes que circulan por el torrente y pueden, ocasionalmente,
obstruir el flujo sanguíneo a nivel pulmonar, produciéndose la embolia
de pulmón.
En situaciones de tromboenbolismo venoso agudo, existen diferentes
opciones de tratamientos anticoagulantes, pero no está del todo claro
qué farmacología es el más eficaz y segura. Una revisión sistemática
con meta-análisis seleccionó (accediendo a MEDLINE, EMBASE y otros
fuentes de bibliográficas de temática médica basada en la evidencia)
ensayos aleatorizados que informasen de tasas de tromboenbolismo
venoso recurrente y hemorragia mayor en pacientes con tromboenbolismo
venoso agudo. De los 1.197 estudios identificados, 45 reunieron los
requisitos predefinidos para ser incluidos en el estudio, recogiéndose
de forma global datos de 44.989 pacientes. El objetivo fue comparar
los resultados de eficacia y seguridad asociados con 8 opciones de
tratamiento anticoagulante: heparina no fraccionada (UFH), heparina de
bajo peso molecular (LMWH), o fondaparinux combinado con un antagonista
de la vitamina K; LMWH con dabigatrán o edoxaban; rivaroxaban; apixaban;
y LMWH sola.
En comparación con la combinación LMWH -antagonista de la vitamina
K, la estrategia de tratamiento con la combinación UFH -antagonista de
la vitamina K y se asoció con un mayor riesgo de tromboenbolismo venoso
recurrente (hazard ratio [HR], 1,42; 95% intervalo de credibilidad
[CRI], 1,15 -1,79). La proporción de pacientes que experimentaron
tromboenbolismo venoso recurrente durante los 3 meses de tratamiento fue
de 1,84% (95% CRI, 1,33% -2,51%) para la combinación UFH -antagonista
de la vitamina K y de 1,30% (95% CRI, 1,02% -1,62%) para la
combinación LMWH-antagonista de la vitamina K. Los tratamientos con
Rivaroxaban (HR, 0,55; 95% CrI, 0,35-0,89) y apixaban (HR, 0,31; 95%
CRI, 0,15 a 0,62) fueron los que se asociaron con un menor riesgo de
sangrado en comparación con la combinación LMWH– antagonista de la
vitamina K, con una menor proporción de pacientes que experimentaron un
evento hemorrágico mayor durante los 3 meses de tratamiento con
anticoagulante: 0,49% (95% CRI, 0,29% -0,85%) en el caso de
rivaroxaban; 0,28% (95% CRI, 0,14% -0,50%) para apixaban: y 0,89% (
95% CRI, 0,66% -1,16%) para la combinación LMWH-antagonista de la
vitamina K.
De forma global no se encontraron diferencias estadísticamente
significativas en lo que refiere a los resultados de eficacia y
seguridad asociados con la mayoría de las estrategias de tratamiento
analizadas en comparación con la combinación LMWH-antagonista de la
vitamina K. Lo que sí parece desprenderse de estos hallazgos es que la
utilización de la combinación UFH -antagonista de la vitamina K se
asocia con la estrategia menos efectiva y que los tratamientos con
rivaroxaban y apixaban pueden estar asociados con un menor riesgo
hemorragico.
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