miércoles, 25 de febrero de 2015

Urgencias HG Castellón. Opiáceos mayores

La indicación más clara para la utilización de opiáceos mayores son el tratamiento del dolor intenso agudo, postquirúrgico y el oncológico, pero también podemos usarlos en el dolor crónico no oncológico siempre individualizando los tratamiento según el paciente y cuando el dolor no responde a otras terapias razonables, hemos de valorar siempre los beneficios y riesgos, el objetivo no es solo paliar el dolor sino también mejorar la calidad de vida del paciente.

La terapia a largo plazo con opiodes de debe empezar con dosis bajas e ir incrementando lentamente hasta alcanzar la dosis analgésica adecuada o hasta que los efectos adversos nos indiquen un cambio de opiáceo. Siempre es mejor pautarlos, no a demanda. Las formulaciones de liberación sostenida y las de administración transdérmica son más recomendables para el tratamiento crónico mientras que las de acción rápida se aconsejan para el dolor irruptivo.

Los efectos secundarios más importantes son el estreñimiento y las náuseas, por ellos es aconsejable que conjuntamente se administren laxantes y antieméticos, siempre es mejor prevenir que curar.
La retirada debe ser lenta, una reducción del 10% a la semana suele tolerarse bien.

Tabla de equivalencia aproximada entre opioides: dosis equipotentes


La rotación de opioides disminuye los efectos secundarios y busca una eficacia mayor.
Para ello utilizaremos una tabla de equivalencias.
Si queremos cambiar cualquier opiáceo a otro que no sea metadona o fentanilo hay que disminuir la dosis entre un 25%-50%, si lo cambiamos a metadona reduciremos entre un 50%-75% y si cambiamos a fentanilo no hace falta reducir dosis.
Las dosis de “rescate” consisten en una ayuda, normalmente hasta que demos con la dosis adecuada para ese paciente, para controlar el dolor, consisten entre un 5%-15% de la dosis total diaria del mismo opiode o de otro cualquiera.

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