"Doctor, si solo es una firma..." Esta suele ser la entradilla de quien solicita un certificado médico de complacencia.
Son bastantes la circunstancias en las que nos es solicitado un
certificado médico para certificar algo que no se ajusta a la realidad
clínica del enfermo:
Padres que acuden al
médico para que certifiquemos el buen estado de salud de su hijo para
cumplimentar los trámites de matriculación en un centro educativo
(Colegio, Universidad...). Los padres acuden con el impreso del
certificado pero si su hijo, alegando que no puede acudir a la consulta,
no puede perder clases. En el historial que poseemos de su hijo
observamos que no hay ninguna anotación desde hace 5 años por lo que nos
negamos a cumplimentar el certificado si previamente no exploramos y
comprobamos que lo que vamos a certificar es cierto.
Quien acude solicitando
que certifiquemos que padece una dolencia (inexistente) para retrasar la
asistencia a un juicio por recomendación de su abogado.
Quienes acuden para
poder argumentar una enfermedad (inexistente) ante la agencia de viajes y
le devuelvan el dinero que adelantó para ese viaje del que ahora se
ha arrepentido de contratar.
La lista de situaciones
de este tipo podrían continuar, pero creo que son lo suficientemente
representativas para contextualizar lo que deseo reflexionar en este
post. Nuestra negativa a realizar estos certificados de complacencia nos
dejan a los médicos en situación de "vaya borde, no me ha querido hacer un pequeño favor. ¡Si total sólo es una firma! ¡Que faena me ha hecho!"
Pero lo que ha colmado
el vaso de mi enfado ha sido cuando estos días, previos a las
elecciones, he recibido en mi consulta militantes de distintos partidos
políticos con un listado de algunos de mis enfermos junto a su número de
DNI, su fecha de nacimiento y una leyenda "no puede acudir a votar por padecer...". Junto
a este listado le han entregado a mi enfermera un taco de impresos de
certificados oficiales para cumplimentarlos con los datos aportados.
Ante esta situación me planteo lo siguiente: no aportan fotocopia del
DNI, no aportan consentimiento escrito del paciente y aunque así fuera,
¿voy a entregar certificados con las patologías de mis pacientes a
cualquiera?. Compruebo el listado, y observo que algunos a quienes tenía
que certificar que no podían ir a votar, habían venido a la consulta
días antes sin ningún tipo de incapacidad. Llamo a aquellos pacientes
que considero que sí están impedidos para poder ir a votar y les comento
que deberá venir algún familiar suyo para recorrer dicho certificado.
En ningún caso se lo voy a entregar a nadie extraño salvo que venga
acompañado de su autorización escrita.
Llegado este momento me permito hacer alusión a nuestro Código de Deontología Médica:
Art.20.1.- "Cuando
proceda o el paciente lo solicita, es deber del médico proporcionar un
informe o un certificado sobre la asistencia prestada o sobre los datos
de la historia clínica. Su contenido será auténtico y veraz y será
entregado únicamente al paciente, a la persona por él autorizada o a su
represente legal".
Art.20.3.- "Están éticamente prohibidos los certificados médicos de complacencia".
Desearía que estas situaciones nos harían reflexionar a todos:
- A los médicos, para
ser escrupulosos en nuestro ejercicio profesional no solo con el
fonendoscopio o con el bisturí, sino también con el bolígrafo.
- A los pacientes, para que no exijan "estas chapuzas burocráticas" que le pondrían en una situación dificil al médico.
- A la sociedad en general, instituciones, partidos políticos... para que no induzcan a "banalizar" los actos médicos.
Os invito, en
primer lugar, a divulgar este blog a través de las redes sociales y, en
segundo lugar, a compartir con nosotros, en este Blog, situaciones
similares que hayas vivido profesionalmente.
Muchas gracias una vez más por entrar en este Blog.
Dr. Jacinto Bátiz, Presidente de la Comisión de Deontología Médica
Colegio de Médicos de Bizkaia.
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