 El otro día leímos en Facebook las declaraciones de Francisco Toledo, psiquiatra, sobre el terrible accidente de Germanwings en las que, entre otras cosas interesantes, afirmaba que Andreas Lubitz no era una persona deprimida ni un psicópata, sino un narcisista maligno. Dicho en román paladino, el copiloto del vuelo era un hijoputa (palabro
 aún no recogido en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, 
pero que todos sabemos qué significa) y no un enfermo mental. Pero el 
enfoque dado por la prensa general al triste protagonista del accidente, ha puesto bajo la lupa de forma injusta a los enfermos mentales, con el consiguiente riesgo de estigmatización de quienes, no lo olvidemos, son víctimas de la enfermedad que padecen.
El otro día leímos en Facebook las declaraciones de Francisco Toledo, psiquiatra, sobre el terrible accidente de Germanwings en las que, entre otras cosas interesantes, afirmaba que Andreas Lubitz no era una persona deprimida ni un psicópata, sino un narcisista maligno. Dicho en román paladino, el copiloto del vuelo era un hijoputa (palabro
 aún no recogido en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, 
pero que todos sabemos qué significa) y no un enfermo mental. Pero el 
enfoque dado por la prensa general al triste protagonista del accidente, ha puesto bajo la lupa de forma injusta a los enfermos mentales, con el consiguiente riesgo de estigmatización de quienes, no lo olvidemos, son víctimas de la enfermedad que padecen.
Nos hemos acordado de Toledo al leer en el BMJ un artículo cuyo subtítulo, Ignorant
 media coverage of mental illness after the Germanwings plane crash 
risked setting back recent progress in destigmatising and treating 
depression, lo dice todo y de sus palabras: la Psiquiatría no tiene respuesta para la maldad. Existen personas intrínsecamente malas, cuyo leitmotiv es hacer daño a los demás. Son alimañas sociales, que creen que su ombligo es el centro de un Universo cuyos designios les pertenecen. Si hay un hijoputa en tu vida la mejor medicina es alejarse, por cualquier medio, de su pernicioso halo radiactivo. La Psiquiatría, no tiene respuesta para la maldad…
Siguiendo con el BMJ, hace unos días se publicó una revisión sistemática y meta-análisis de ensayos clínicos controlados que concluía que hay evidencia de calidad que sugiere que paracetamol es ineficaz
 en la reducción del dolor y la incapacidad o en la mejora de la calidad
 de vida de los pacientes con lumbalgia y que ofrece beneficios 
pequeños, pero clínicamente irrelevantes, en el dolor y
 la incapacidad asociadas a la artrosis y cadera y rodilla. Así mismo, 
hay evidencia de que los pacientes que toman paracetamol para estas 
dolencias cuadruplican el riesgo de tener unos 
resultados anormales en las pruebas de función hepática, aunque la 
relevancia clínica de este hallazgo no está clara.
Dejamos constancia en el chuletario de esta importante investigación y, para el post de hoy, hemos resumido el editorial que comenta sus resultados que, con el título Managing back pain and osteoarthritis without paracetamol nos habla, pásmense ustedes, de un mundo sin paracetamoles. Dice así…
“Los resultados de esta investigación nos
 animan a reevaluar el papel de paracetamol como analgésico clave en el 
tratamiento de la artrosis y la lumbalgia. Algunos de estos resultados 
no son sorprendentes. La recientemente actualizada guía del NICE de artrosis
 provocó controversia cuando el borrador recomendó que no se debe tratar
 de forma rutinaria con paracetamol ya que podría no ser efectivo y se 
asociaba a importantes efectos adversos cuando se usaba a altas dosis, 
durante largos períodos de tiempo. La versión final de la guía eliminó 
dicha recomendación ya que se consideró que podría incrementar de forma 
sustancial la prescripción de otros fármacos peligrosos, como AINE y 
opioides.
Hay alternativas seguras y efectivas. En 
los últimos 10 años se han duplicado las prescripciones de AINE tópicos 
en el Reino Unido, que se pueden comprar sin receta, son tan efectivos
 como las presentaciones orales y tienen menos efectos adversos. Además,
 son populares entre los pacientes, quienes los prefieren cuando el 
dolor está localizado, es leve y transitorio. Los AINE orales son 
eficaces pero quedan limitados a tratamientos cortos en personas en los 
que no estén contraindicados y estando especialmente desaconsejados en 
ancianos y pacientes pluripatológicos. En cuanto a los opioides, la 
evidencia que respalda su uso en artrosis y lumbalgia es limitada y 
aunque en el Reino Unido aún no se ha producido el dramático incremento 
de las tasas de prescripción observadas en Estados Unidos, una 
disminución en la prescripción de paracetamol podría incrementar la 
prescripción de opioides con la consiguiente aparición de nuevos 
problemas, especialmente en los grupos de alto riesgo.
Las dudas que plantean las opciones 
farmacológicas en estas patologías destacan la importancia de los 
tratamientos no farmacológicos. El NICE recomienda que todos los 
pacientes con artrosis reciban información escrita con recomendaciones 
para mantener o incrementar la actividad física y optimizar su peso, si 
es necesario. En la lumbalgia también se recomiendan el ejercicio, la 
fisioterapia, la acupuntura y el apoyo psicológico. Aunque la 
efectividad del ejercicio en la artrosis y el dolor de espalda está 
establecida, sabemos que su incorporación y adherencia al mismo son 
bajas. Los profesionales de la salud, particularmente los de atención 
primaria, tienen un importante papel de apoyo para que las personas se 
ejerciten. Los fisioterapias son profesionales clave para ofrecer 
consejo experto y apoyar en este contexto, pero la accesibilidad a los 
servicios de fisioterapia está cada vez más limitada en el NHS, 
menoscabando la utilidad de un tratamiento seguro y basado en la 
evidencia.
La artrosis y la lumbalgia son motivos 
frecuentes de consulta, estimándose en un 10-15% de todas las atendidas 
por un médico de familia. El tratamiento de estos pacientes puede 
constituir un desafío, al estar emergiendo evidencia sobre la seguridad y
 efectividad de los fármacos comúnmente utilizados que choca con la 
práctica asistencial establecida y las guías publicadas. Cambiar la 
conducta de médicos y pacientes es bastante difícil, pero los hallazgos 
de Machado y col. enfatizan que ha llegado el momento de 
centrar nuestra atención lejos de los medicamentos como única opción 
para tratar el dolor musculo-esquelético crónico. Los tratamientos no 
farmacológicos funcionan, son seguros y proporcionan beneficios más allá
 del sistema músculo-esquelético. El reto para pacientes, sanitarios y 
gestores es cómo asegurar el acceso, implementación y adherencia a este 
abordaje centrado en el autocuidado.”
Colofón: la evidencia ha sitiado
 las viejas recomendaciones que situaban a paracetamol (como tratamiento
 de base) y AINE (como tratamiento coadyuvante en los períodos álgidos 
de la enfermedad) como piedra angular del tratamiento 
del dolor asociado a artrosis y lumbalgia y, como dice el editorial que 
hemos resumido y adaptado, es el momento de replantearnos cómo abordar los síntomas de estas patologías. Llegados a este punto, caben 3 opciones: seguir como hasta ahora, dando la espalda
 a sólidas investigaciones, como la que hoy nos ocupa y seguir 
insistiendo con recomendaciones que no solucionan el problema y pueden 
ser fuente de otros nuevos; tratar la artrosis y el dolor de espalda con
 opioides, lo que supondría generalizar su uso en 
el tratamiento del dolor crónico no oncológico -apuesta ciertamente 
arriesgada a la vista de lo que está pasando en Estados Unidos- o resetear el abordaje terapéutico de estas enfermedades.
De las 3 opciones, la última -tal y como nos propone el editorial de hoy- nos parece la más prudente, acertada y honesta. No somos ajenos a las dificultades que tiene prescribir ejercicio físico y fisioterapia o fomentar el autocuidado en un entorno -la atención primaria- que hace años tomó atajos medicalizadores que, como se está viendo, no llevan muy lejos. Ni a la falta de orientación
 de los servicios de salud hacia la promoción de medidas preventivas no 
farmacológicas. Pero el tiempo pasa y la realidad (y las evidencias) apremian.
Donde haya un árbol que plantar, 
plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya
 un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra
 del camino, escribió en su momento Gabriela Mistral. Replantearnos el abordaje terapéutico del dolor de espalda y la artrosis no es tarea fácil. Pero podemos empezar a intentarlo hoy mismo, en nuestro centro, con nuestros pacientes, con nuestras manos…
 
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