sábado, 25 de abril de 2015

Sala de Lectura. (BMJ) Sobre cómo tratar el dolor de espalda y la artrosis (sin paracetamol).

Siguiendo con el BMJ, hace unos días se publicó una revisión sistemática y meta-análisis de ensayos clínicos controlados que concluía que hay evidencia de calidad que sugiere que paracetamol es ineficaz en la reducción del dolor y la incapacidad o en la mejora de la calidad de vida de los pacientes con lumbalgia y que ofrece beneficios pequeños, pero clínicamente irrelevantes, en el dolor y la incapacidad asociadas a la artrosis y cadera y rodilla. Así mismo, hay evidencia de que los pacientes que toman paracetamol para estas dolencias cuadruplican el riesgo de tener unos resultados anormales en las pruebas de función hepática, aunque la relevancia clínica de este hallazgo no está clara.
Dejamos constancia en el chuletario de esta importante investigación y, para el post de hoy, hemos resumido el editorial que comenta sus resultados que, con el título Managing back pain and osteoarthritis without paracetamol nos habla, pásmense ustedes, de un mundo sin paracetamoles. Dice así…
“Los resultados de esta investigación nos animan a reevaluar el papel de paracetamol como analgésico clave en el tratamiento de la artrosis y la lumbalgia. Algunos de estos resultados no son sorprendentes. La recientemente actualizada guía del NICE de artrosis provocó controversia cuando el borrador recomendó que no se debe tratar de forma rutinaria con paracetamol ya que podría no ser efectivo y se asociaba a importantes efectos adversos cuando se usaba a altas dosis, durante largos períodos de tiempo. La versión final de la guía eliminó dicha recomendación ya que se consideró que podría incrementar de forma sustancial la prescripción de otros fármacos peligrosos, como AINE y opioides.
Hay alternativas seguras y efectivas. En los últimos 10 años se han duplicado las prescripciones de AINE tópicos en el Reino Unido, que se pueden comprar sin receta, son tan efectivos como las presentaciones orales y tienen menos efectos adversos. Además, son populares entre los pacientes, quienes los prefieren cuando el dolor está localizado, es leve y transitorio. Los AINE orales son eficaces pero quedan limitados a tratamientos cortos en personas en los que no estén contraindicados y estando especialmente desaconsejados en ancianos y pacientes pluripatológicos. En cuanto a los opioides, la evidencia que respalda su uso en artrosis y lumbalgia es limitada y aunque en el Reino Unido aún no se ha producido el dramático incremento de las tasas de prescripción observadas en Estados Unidos, una disminución en la prescripción de paracetamol podría incrementar la prescripción de opioides con la consiguiente aparición de nuevos problemas, especialmente en los grupos de alto riesgo.
Las dudas que plantean las opciones farmacológicas en estas patologías destacan la importancia de los tratamientos no farmacológicos. El NICE recomienda que todos los pacientes con artrosis reciban información escrita con recomendaciones para mantener o incrementar la actividad física y optimizar su peso, si es necesario. En la lumbalgia también se recomiendan el ejercicio, la fisioterapia, la acupuntura y el apoyo psicológico. Aunque la efectividad del ejercicio en la artrosis y el dolor de espalda está establecida, sabemos que su incorporación y adherencia al mismo son bajas. Los profesionales de la salud, particularmente los de atención primaria, tienen un importante papel de apoyo para que las personas se ejerciten. Los fisioterapias son profesionales clave para ofrecer consejo experto y apoyar en este contexto, pero la accesibilidad a los servicios de fisioterapia está cada vez más limitada en el NHS, menoscabando la utilidad de un tratamiento seguro y basado en la evidencia.
La artrosis y la lumbalgia son motivos frecuentes de consulta, estimándose en un 10-15% de todas las atendidas por un médico de familia. El tratamiento de estos pacientes puede constituir un desafío, al estar emergiendo evidencia sobre la seguridad y efectividad de los fármacos comúnmente utilizados que choca con la práctica asistencial establecida y las guías publicadas. Cambiar la conducta de médicos y pacientes es bastante difícil, pero los hallazgos de Machado y col. enfatizan que ha llegado el momento de centrar nuestra atención lejos de los medicamentos como única opción para tratar el dolor musculo-esquelético crónico. Los tratamientos no farmacológicos funcionan, son seguros y proporcionan beneficios más allá del sistema músculo-esquelético. El reto para pacientes, sanitarios y gestores es cómo asegurar el acceso, implementación y adherencia a este abordaje centrado en el autocuidado.”
Colofón: la evidencia ha sitiado las viejas recomendaciones que situaban a paracetamol (como tratamiento de base) y AINE (como tratamiento coadyuvante en los períodos álgidos de la enfermedad) como piedra angular del tratamiento del dolor asociado a artrosis y lumbalgia y, como dice el editorial que hemos resumido y adaptado, es el momento de replantearnos cómo abordar los síntomas de estas patologías. Llegados a este punto, caben 3 opciones: seguir como hasta ahora, dando la espalda a sólidas investigaciones, como la que hoy nos ocupa y seguir insistiendo con recomendaciones que no solucionan el problema y pueden ser fuente de otros nuevos; tratar la artrosis y el dolor de espalda con opioides, lo que supondría generalizar su uso en el tratamiento del dolor crónico no oncológico -apuesta ciertamente arriesgada a la vista de lo que está pasando en Estados Unidos- o resetear el abordaje terapéutico de estas enfermedades.
De las 3 opciones, la última -tal y como nos propone el editorial de hoy- nos parece la más prudente, acertada y honesta. No somos ajenos a las dificultades que tiene prescribir ejercicio físico y fisioterapia o fomentar el autocuidado en un entorno -la atención primaria- que hace años tomó atajos medicalizadores que, como se está viendo, no llevan muy lejos. Ni a la falta de orientación de los servicios de salud hacia la promoción de medidas preventivas no farmacológicas. Pero el tiempo pasa y la realidad (y las evidencias) apremian.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino, escribió en su momento Gabriela Mistral. Replantearnos el abordaje terapéutico del dolor de espalda y la artrosis no es tarea fácil. Pero podemos empezar a intentarlo hoy mismo, en nuestro centro, con nuestros pacientes, con nuestras manos…

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