A los pacientes, cuando ingresan en un hospital, se les asignan unos referentes (médicos, médicas o enfermeras), que coordinan un montón de acciones diagnósticas y terapéuticas y saben que, al menos durante unos días, alguien se encargará de que todo vaya encadenado. Ahora bien, si pensamos en los diversos servicios que los pacientes crónicos complejos pueden necesitar en su domicilio, no vemos por ninguna parte la figura del referente, y los profesionales que aparecen por casa, por atentos que sean, sólo pueden ejercer competencias limitadas a las prestaciones específicas que ofrecen, pero no están autorizados a incidir en las demás.
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