La
demencia supone una carga social significativa y creciente y las
opciones para el tratamiento de los pacientes que presentan esta
enfermedad son limitadas; por lo tanto, la identificación de los
factores que predisponen su aparición es fundamental.
Dres. Billioti de Gage S, Bégaud B, Pariente A y colaboradores
SIIC
BMJ 345:1-12, Sep 2012
Las benzodiazepinas son fármacos empleados con frecuencia para el
tratamiento de los pacientes con diferentes enfermedades. Según lo
estimado en Francia, la utilización de benzodiazepinas tiene lugar en el
30% de los individuos de 65 años en
adelante. En Canadá y España, dicha frecuencia es mayor del 20%, en
tanto que, en Australia, alcanza el 15%. En general, el consumo de estas
sustancias es crónico, a pesar de que se recomienda emplearlas solamente durante algunas semanas.
Las benzodiazepinas tienen efectos adversos cognitivos a corto plazo
mediados por el agonismo de los receptores para el ácido gamma
aminobutírico tipo A (GABA-A). Los efectos cognitivos de estos agentes a
largo plazo no se conocen con precisión. Los resultados de estudios de
asociación entre el tratamiento con benzodiazepinas y la demencia o el
deterioro cognitivo en pacientes ancianos fueron contradictorios. De
acuerdo con lo informado en estudios anteriores, el momento de
exposición a las benzodiazepinas influye sobre los resultados. Debe
destacarse que algunos síntomas que motivan la administración de
benzodiazepinas, como la ansiedad y el insomnio,
también son prodrómicos en caso de demencia. Esta enfermedad supone una
carga social significativa y creciente, y las opciones para el
tratamiento de los pacientes que la presentan son limitadas. Por lo
tanto, la identificación de los factores que predisponen su aparición es
fundamental.
El presente estudio se llevó a cabo con el objetivo de evaluar la
asociación entre el inicio del tratamiento con benzodiazepinas y el
riesgo posterior de demencia en una cohorte de pacientes ancianos
evaluada durante un período de hasta 20 años.
Pacientes y métodos
Se evaluaron individuos incluidos en el estudio PAQUID sobre el
envejecimiento cerebral normal y patológico. El presente estudio incluyó
un período principal de observación de 3 a 5 años y un período
posterior de seguimiento. Se incluyeron pacientes sin demencia luego de 5
años de seguimiento que no utilizaron benzodiazepinas al menos hasta el
tercer año de seguimiento. Además, se llevó a cabo un análisis de casos
y controles en el cual se incluyeron todos los participantes del
estudio PAQUID.
En cada consulta de seguimiento se empleó un cuestionario destinado a
evaluar el consumo de benzodiazepinas. También, se consultó a los
pacientes y a sus cuidadores sobre las sustancias empleadas en forma
regular durante las últimas 2 semanas. Los pacientes fueron clasificados
como usuarios nuevos o no usuarios de benzodiazepinas. Asimismo, se
incluyó un grupo de referencia conformado por los participantes que no
habían declarado el uso de benzodiazepinas en ningún momento del
estudio.
La presencia de demencia se valoró de acuerdo con el cumplimiento de los
criterios incluidos en la tercera edición revisada del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III-R). Las
evaluaciones fueron llevadas a cabo por psicólogos y neurólogos. El
criterio principal de valoración fue el diagnóstico de demencia
realizado por los neurólogos. Las covariables consideradas incluyeron la
edad y el sexo, el nivel educativo, el estado civil, el consumo de
vino, la presencia de diabetes e hipertensión, el empleo de estatinas,
antiagregantes plaquetarios o anticoagulantes por vía oral y el
deterioro cognitivo. Este último se valoró mediante la Mini Mental State
Examination, el Benton Visual Retention Test y el Isaacs Set Test. Por
último, los síntomas depresivos se valoraron mediante la Center for
Epidemiologic Studies Depression Scale.
Resultados
Se incluyeron 1 063 participantes sin demencia, de los
cuales el 8.9% refirió consumo de benzodiazepinas al inicio del estudio.
Los usuarios nuevos de benzodiazepinas tuvieron mayor probabilidad de
haber cumplido menos años de escolaridad, ser solteros o viudos, tener
síntomas depresivos graves, emplear antihipertensivos, antiagregantes
plaquetarios o anticoagulantes por vía oral y consumir vino con menor
frecuencia en comparación con los no usuarios de benzodiazepinas. Los
grupos no difirieron significativamente en términos de edad, sexo,
presencia de diabetes mellitus, empleo de estatinas y funcionamiento
cognitivo.
El período de seguimiento tuvo una duración de 15 años durante los cuales se confirmaron 253 y
30 casos de demencia entre los usuarios de benzodiazepinas y los no
usuarios de benzodiazepinas, respectivamente. El inicio del tratamiento
con benzodiazepinas durante el seguimiento se asoció con una
supervivencia libre de demencia más breve en comparación con la ausencia
de dicho tratamiento. Asimismo, el inicio del tratamiento con
benzodiazepinas durante el seguimiento se vinculó con un riesgo
significativamente superior de demencia en comparación con la ausencia
de tratamiento. Dicho resultado tuvo lugar al considerar diferentes
factores, incluso la depresión.
Los autores llevaron a cabo un análisis secundario en el cual se
dividieron los pacientes en dos cohortes según el empleo o no de
benzodiazepinas a los 5 años de seguimiento y en evaluaciones
posteriores. Esto resultó en la identificación de 116 usuarios nuevos de
benzodiazepinas, 95 de los cuales consumían estos fármacos en forma
previa a los 5 años de seguimiento. Como resultado, el índice de riesgo
de demencia fue de 1.40.
Finalmente, se llevó a cabo un análisis de casos y controles con los
participantes por evaluar a los 8 años de seguimiento. De ellos, 467
presentaban demencia y 1 810 no tenían la enfermedad. Sólo se encontró
una asociación significativa entre la demencia y el empleo de
benzodiazepinas en el pasado. No obstante, el tratamiento reciente con
benzodiazepinas también se relacionó con la demencia, aunque no
significativamente.
Discusión
De acuerdo con los resultados del presente estudio, el inicio del
tratamiento con benzodiazepinas desde el tercer año de seguimiento se
asoció con riesgo significativo de demencia en etapas posteriores. Este
hallazgo tuvo lugar aun al considerar factores de confusión como el
deterioro cognitivo anterior al tratamiento. Los resultados coincidieron
con lo informado en estudios de casos y controles, en los que la
administración de benzodiazepinas aumentó el riesgo de demencia. En
cambio, también se cuenta con estudios en los cuales no fue posible
observar aumento del riesgo de demencia en pacientes ancianos tratados
con benzodiazepinas. De hecho, en uno de dichos estudios se informó que
las benzodiazepinas tienen un efecto beneficioso sobre la demencia,
aunque existen cuestiones metodológicas que disminuyen la fiabilidad de
los resultados.
Las benzodiazepinas podrían ser un marcador de riesgo de
demencia sin desempeñar un papel causal respecto de la aparición de la
enfermedad. Por ejemplo, es posible que estos agentes se administren
para el tratamiento de cuadros de ansiedad que, a su vez, aumentan el
riesgo de demencia en pacientes ancianos. Si bien los resultados
obtenidos no coinciden con dicha hipótesis, tampoco es posible descartar
la posibilidad de causalidad reversa para explicar los resultados.
No puede negarse la utilidad de las benzodiazepinas para el tratamiento
de los pacientes con ansiedad aguda e insomnio transitorio. Sin embargo,
su empleo puede tener consecuencias negativas que son especialmente
importantes en pacientes ancianos e incluyen el aumento del riesgo de
caídas y fracturas. Los resultados obtenidos coinciden con la
información disponible sobre el aumento del riesgo de demencia ante el
empleo de benzodiazepinas. Se recomienda a los profesionales efectuar
una evaluación minuciosa de los beneficios esperados y de los posibles
efectos adversos de las benzodiazepinas a la hora de administrarlas.
Además, debería evitarse dicha administración durante períodos
prolongados.
Entre las limitaciones del presente estudio se menciona la baja cantidad
de usuarios nuevos de benzodiazepinas al inicio del ensayo. Además, no
fue posible evaluar por separado la ansiedad y los trastornos del sueño,
cuadros prodrómicos de demencia. Es necesario contar con estudios sobre
el empleo a largo plazo de benzodiazepinas en pacientes menores de 65
años y el riesgo asociado de demencia. Por último, podría ser de
utilidad conocer la posible correlación entre la demencia y el nivel de
exposición a los fármacos en términos de la dosis y la duración del
tratamiento.
Conclusión
El tratamiento con benzodiazepinas se asocia con aumento posterior de aproximadamente el 50% del
riesgo de demencia, aun al tener en cuenta factores potenciales de
confusión. Dado que las benzodiazepinas son utilizadas frecuentemente,
los profesionales deberían evaluar los efectos adversos potenciales de
dicho tratamiento.
♦ SIIC-Sociedad Iberoamericana de Información Científica
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