INTRODUCCIÓN
El descubrimiento del Helicobacter pylori (H. pylori) por los
científicos Robin Warren y Barry Marshall en 1982, por su frecuencia, al
ser la infección bacteriana crónica mas común en los seres humanos, y
su implicación clínica en la enfermedad ulcerosa péptica, el
adenocarcinoma gástrico y el linfoma MALT, ha sido considerado uno de
los principales hallazgos de la medicina moderna. En este post se revisa
su epidemiologia, las manifestaciones clínicas, los métodos
diagnósticos y el tratamiento.
EPIDEMIOLOGÍA
El H. pylori es una bacteria Gram-negativa patógena del tracto
gastrointestinal. Es la infección bacteriana crónica más común de los
seres humanos. Estimaciones conservadoras indican que el 50% de la
población mundial está afectada, siendo la infección más frecuente y
adquirida a edades más tempranas en los países en desarrollo. Una vez
adquirida, la infección persiste aunque puede o no producir enfermedad,
siendo un factor esencial en la patogénesis de la enfermedad ulcerosa
péptica (prácticamente el 100% de las úlceras duodenal y el 70-80% de
las úlceras gástricas están producidas por H. pylori), el linfoma MALT
(la prevalencia de H. pylori es superior al 90% en los linfomas
gástricos tipo MALT de bajo grado y su erradicación se acompaña de la
regresión del tumor en estadios precoces) y el adenocarcinoma gástrico
(la infección por H. pylori incrementa 9 veces el riesgo de desarrollar
un adenocarcinoma gástrico).
La prevalencia de la infección por H. pylori está estrechamente
relacionada con factores socioeconómicos, reflejando unas peores
condiciones higiénicas y mayor grado de hacinamiento en la vivienda. En
los países en desarrollo la mayoría de los niños se infectan antes de
los 10 años, y la prevalencia en adultos llega a ser mayor del 80%. En
los países desarrollados la infección por H. pylori es rara antes de los
10 años, aumentando al 10% en la población de 18 a 30 años y llegando a
ser del 50% en los mayores de 60 años.
No se ha establecido con certeza el modo de transmisión de H. pylori,
pero parece ser que la ingestión oral de la bacterias por contacto
persona a persona y vía fecal-oral, a través de aguas contaminadas,
parecen las vías de transmisión más factibles, transmitiéndose
principalmente dentro de la familia en la infancia temprana y entre los
cónyuges de personas infectadas. También la vía oro-oral ha sido
documentada en mujeres africanas que premastican los alimentos para
posteriormente dárselos a sus hijos. Otra vía alternativa de trasmisión
es a través de endoscopios y sondas gástricas. No se ha descrito
transmisión sexual, ni tampoco hay evidencia de que puedan existir
vectores en la transmisión de esta bacteria, siendo los seres humanos el
principal reservorio de la infección, sin embargo, el H. pylori se ha
aislado en primates en cautividad y en gatos domésticos.
Una vez erradicada la bacteria tras un tratamiento efectivo existen dos
tipos de recurrencia de la infección por H. pylori. Un primer mecanismo
sería la recrudescencia, definida como la detección de una cepa de la
bacteria similar a la aislada previamente a la erradicación. El otro
mecanismo es la verdadera reinfección, esto es, cuando el paciente es
infectado por una cepa distinta de H. pylori. Para diferenciar
recrudescencia de reinfección se requiere la detección de distintas
cepas bacterianas, bien mediante la reacción en cadena de la polimerasa o
el análisis de polimorfismos genéticos. La verdadera reinfección por H.
pylori después de la erradicación es infrecuente. La tasa de
reinfección se sitúa en países subdesarrollados entre el 2,4 y 6,25%
personas por año, por el contrario, la tasa de reinfección en países
desarrollados es inferior al 1% personas por año.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Actualmente se acepta que H. pylori es responsable de los procesos
patológicos que llevan a gastritis crónica, úlcera péptica, cáncer
gástrico y linfoma MALT gástrico. Todos los sujetos infectados
desarrollarán gastritis, si bien muchos pueden mantenerse asintomáticos y
sólo una pequeña proporción presentan enfermedad clínicamente
significativa como úlcera péptica o cáncer gástrico.
En la mayoría de los casos, los procesos digestivos tienen una clínica
caracterizada por períodos de epigastralgia, ardor, dispepsia, entre
otros, pero, en otras circunstancias, la enfermedad debuta con
hemorragia digestiva.
Ulcera duodenal
Es más frecuente que la úlcera gástrica, siendo más común en el varón
que en la mujer con una incidencia máxima entre los 35 y los 55 años.
Son frecuentes los antecedentes de inestabilidad emocional, depresión,
ansiedad e irritabilidad. También se deben tener en cuenta trastornos
endócrinos: síndrome de Zollingher-Ellison, hiperparatiroidismo,
síndrome de adenomas endócrinos múltiples.
Clínicamente se caracteriza de forma típica por dolor epigástrico,
precedido por ardor o acidez, que aparece más frecuente antes de la
comida (denominándose hambre dolorosa) y por la madrugada, calmándose
con la ingestión de alimentos o antiácidos. Puede acompañarse de
nauseas y vómitos, hematemesis o melenas, siendo la hemorragia digestiva
una complicación.
Úlcera gástrica
Es menos frecuente que la úlcera duodenal. También es más frecuente en el sexo masculino y aparece entre los 35 y los 64 años.
Clínicamente se caracteriza por dolor epigástrico que tiene periodicidad
horaria, apareciendo después de las comidas y cede espontáneamente
antes de una nueva ingestión de alimentos. También se puede acompañar de
pirosis, nauseas, vómitos, hematemesis o melenas.
Gastritis atrófica.
Se manifiesta por síntomas dispépticos o dolor epigástrico.
Cáncer gástrico
El cáncer gástrico temprano prácticamente es asintomático. En el cáncer
gástrico avanzado, predominan la pérdida de peso y el dolor abdominal,
también existen la disfagia, saciedad temprana, vómitos persistentes y
anemia por los eventuales sangrados.
Anemia ferropénica
En ocasiones la forma de presentación es una anemia ferropénica de etiología no aclarada.
MÉTODOS DIAGNÓSTICOS DE LA INFECCIÓN POR H. PYLOR
I
Tradicionalmente los métodos utilizados para el diagnóstico de la
infección por H. pylori se han dividido en invasivos y no invasivos, en
función de que precisen o no de la realización de una endoscopia para la
toma de biopsias de la mucosa gástrica. La elección de la prueba
depende de cuestiones tales como la situación clínica, la indicación o
no de panendoscopia oral, el coste, la disponibilidad, la prevalencia de
la infección en la población (el valor predictivo positivo de la prueba
aumenta al aumentar la prevalencia de la infección), y de factores
tales como el uso de inhibidores de la bomba de protones y antibióticos
que pueden dar falsos negativos.
Tabla 1.-Pruebas para detectar la infección por H. pylori.
Pruebas con endoscopía
• Histología
• Cultivo
• Prueba rápida de ureasa (PRU)
• Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
Pruebas sin endoscopía
• Prueba de aliento con urea marcada con C13 o C14
• Prueba de antígenos fecales.
• Prueba serológica
|
Histopatología
Constituye el goldstandard para definir la presencia o ausencia de H.
pylori, por sus alta sensibilidad y especificidad, tiñendo la muestra
con Giemsa. Debe tomarse la muestra en mucosa antral sana, evitando la
región prepilórica y la parte más baja de la curva menor. Aporta
información adicional sobre la lesión gástrica (gastritis, atrofia o
displasia).
Cultivo
Actualmente no tiene un papel importante en el diagnóstico, debido a su
coste, tiempo necesario y escasa disponibilidad, y a que aunque es muy
específica su sensibilidad es menor que la de la histología. Es útil en
pacientes en los que el tratamiento no ha logrado la erradicación para
evaluar la sensibilidad a los-antimicrobianos y orientar el tratamiento
posterior.
Prueba de ureasa en biopsia
Constituye el método más rápido, práctico y barato para detectar el H.
pylori en pacientes a los que se les realiza una endoscopía. La ureasa
producida por el H. pylori convierte la urea a amonio y CO2, lo que
modifica el pH del medio y provoca el cambio de color que define la
reacción como positiva. Tiene una sensibilidad del 90 a 95 por ciento, y
una especificidad del 95 al 100%. Por lo tanto, resultados falsos
positivos son inusuales. Sin embargo, resultados falsos negativos pueden
ocurrir en pacientes con hemorragia gastrointestinal reciente, con el
uso de IBP, antagonistas H2, antibióticos o compuestos que contienen
bismuto. No es un procedimiento válido para confirmar la erradicación.
Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
En la actualidad sigue considerándose experimental, aunque por su
sensibilidad y especificidad podría transformarse en el método estándar
futuro.
Prueba de aliento en aire espirado (Breath Test) con urea C13 no radiactivo o C14
Utilizando C14 o C13 no radiactivo, que puede ser leído en un contador
de centelleo, se detecta la descomposición, por la ureasa del H. pylori,
de la urea marcada ingerida por el paciente. La sensibilidad y la
especificidad son comparables a prueba rápida de la ureasa, con la
ventaja de poder confirmar la erradicación cuatro semanas después de
terminada la terapia, sin necesidad de repetir la endoscopía. Dada la
alta especificidad, los resultados falsos positivos son poco comunes,
sin embargo los falsos negativos pueden ser observados en pacientes
tratados con IBP, bismuto o antibióticos. Para reducir los resultados
falsos negativos, el paciente debe estar sin tratamiento antibiótico
durante al menos cuatro semanas y sin tratamiento con IBP durante al
menos dos semanas.
Antígenos en heces
La detección de antígenos en heces del H. pylori con anticuerpos
monoclonales, a pesar de su alta sensibilidad y especificidad, 95 y 94%
respectivamente, no se encuentra disponible con frecuencia. Según muchos
expertos debería tener un lugar más prominente, ya que es una técnica
barata y no invasiva, aunque el procedimiento de la recogida de heces
puede resultar engorroso. También, como la prueba de aliento en aire
espirado, puede dar falsos negativos en pacientes en tratamiento con
IBP o administración reciente de antibióticos o bismuto.
Prueba serológica
Mediante ELISA se detectan IgG o IgA dirigidas contra varios antígenos
específicos del H. pylori. La sensibilidad y especificidad de la
serología no superan el 90% y no identifica infección activa. Se utiliza
como predictor fiable de infección en países en desarrollo (de alta
prevalencia), pero su valor predictivo positivo es bajo en países de
baja prevalencia (< 20%), lo que daría lugar a un tratamiento
inadecuado de un número significativo de pacientes, por lo que no en
estos países no se recomienda su utilización. La erradicación del HP se
asocia a una lenta pero progresiva caída en los títulos, de modo que la
mayoría de las pruebas serán negativas seis meses o un año después de
una erradicación efectiva. La reinfección se asocia a una nueva
elevación de los títulos. La prueba serológica por digitopunción tiene
una baja sensibilidad y especificidad y no puede sustituir la serología
por ELISA.
Indicaciones del estudio de infección por H. Pylori
Siempre que se tenga previsto realizar tratamiento en pacientes con
resultados positivos para infección por H. pylori, el Grupo Europeo de
Estudio del Helicobacter y el Colegio Americano de Gastroenterología
recomiendan realizar test para detectar infección por H. pylori en:
- Pacientes con úlcera péptica activa, o antecedentes de úlcera péptica documentada, linfoma MALT gástrico o cáncer de estomago
- Pacientes con dispepsia: La realización de test de cribado de infección y tratamiento para H. pylori es una estrategia eficaz en pacientes con dispepsia no investigada con endoscopia en personas menores de 55 años, y que no tienen "signos de alarma" (sangrado, anemia, saciedad precoz, pérdida inexplicable de peso, disfagia progresiva, odinofagia, vómitos recurrentes, antecedentes personales de cáncer esófago gástrico previo o antecedentes familiares de cáncer gastrointestinal).
- Pacientes que están recibiendo o han de recibir tratamiento de mantenimiento a largo plazo con IBP (informe de consenso Maastricht III): Múltiples estudios han confirmado una mayor atrofia del corpus gástrico en pacientes en tratamiento con IBP a largo plazo, y que la erradicación de H. pylori induce la regresión de la atrofia glandular, aunque no se sabe si detener la progresión a gastritis atrófica reduce el riesgo de cáncer gástrico.
- Prevención primaria de la toxicidad gastroduodenal: Antes del tratamiento con AINEs, especialmente en pacientes en los que se espera que tomen AINEs (incluyendo aspirina) de forma continua durante semanas, meses o años.
- En pacientes con trombocitopenia inmune: El recuento de plaquetas puede mejorar en los pacientes a los que se les realiza erradicación del H. pylori.
- Pacientes con anemia por deficiencia de hierro sin otra explicación.
- Pacientes con deficiencia de vitamina B-12 sin otra explicación.
En los pacientes asintomáticos, sin historia de enfermedad ulcerosa
péptica, y familiares de pacientes infectados por H. Pylori no está
justificado el cribado de la infección por H. pylori. Una posible
excepción puede ser los pacientes con antecedentes familiares de
carcinoma gástrico.
Decidir qué prueba se debe utilizar en cada situación depende en gran
medida de si el paciente requiere una evaluación con endoscopia superior
y de las fortalezas, debilidades, y costes de cada prueba:
- Cuando está indicada la endoscopia, la prueba de primera elección es la prueba de ureasa en la biopsia antral.
- La histología gástrica de rutina generalmente no es necesario y es cara.
- Si la prueba de ureasa en biopsia es negativa, la infección por H. pylori puede ser diagnosticada por la histología, el cultivo (si está disponible), la prueba de aliento, o la prueba de antígenos fecales. La serología también se puede utilizar, pero no distingue de manera fiable entre infección activa y pasada. Además, el valor predictivo positivo de la serología es pobre en las zonas donde la prevalencia de la infección por H. pylori es baja. Por lo tanto, las heces o pruebas de aliento son mejores alternativas a la serología.
- Cuando no está indicada la endoscopia la prueba no invasiva de elección es el test aliento en aire espirado, con una sensibilidad y especificidad del 88 a 95 por ciento y de 95 a 100% respectivamente.
- Clásicamente las pruebas post-tratamiento solo se recomendaban en pacientes con enfermedad ulcerosa complicada o con síntomas persistentes o recurrentes. Sin embargo, debido a que los costes de las pruebas no invasivas han disminuidos y porque la resistencia a los antibióticos va en aumento, ahora es razonable confirmar la erradicación de la infección mediante un test de aliento en aire espirado en todos los pacientes cuatro a seis semanas después del tratamiento.
TRATAMIENTO
La finalidad de la erradicación de H. Pylori es curar la enfermedad
ulcerosa péptica y reducir el riesgo de cáncer gástrico. Existen
múltiples pautas para tratar la infección por H. Pylori, sin embargo, no
se sabe con certeza cuál es el tratamiento óptimo. Su efectividad se ha
visto cada vez más comprometida debido a la aparición de cepas
resistentes, así como por la mala adherencia al tratamiento. En España
en los años 2008-2009, las tasas de resistencia del H. Pylori a los
antibióticos son: amoxicilina (0,5%), tetraciclina (0,9%),
claritromicina (12%) (todavía por debajo del límite del 15-20% a partir
del cual se recomienda no emplear dicho antibiótico empíricamente como
tratamiento de 1ª línea), levofloxacino (14%) y metronidazol (28%)
(podría superarse la resistencia utilizando dosis y una duración
adecuadas).
Tratamiento inicial
Se han propuesto varias pautas de tratamiento inicial, entre las que se
incluyen principalmente, la terapia triple, la cuádruple y la secuencial
(Tabla 2).
Tabla 2.- Tratamiento de primera y segunda línea de la infección por H. Pylori.
TRATAMIENTO
|
Indicación
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Esquema terapéutico
|
Duración
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Triple terapia
Tasas de erradicación del 70-85%
|
Pauta de elección de primera línea
|
IBP*/12h
amoxicilina 1 g/12h
claritromicina 500 mg/12h
|
7-14 días**
|
Si alergia a penicilina
|
IBP*/12h
claritromicina 500 mg/12h
metronidazol 500 mg/12h
|
7-14 días**
| |
Si resistencia a claritromicina
|
IBP*/12h
amoxicilina 1 g/12h
metronidazol 500 mg/12h
|
7-14 días**
| |
Cuádruple terapia
Tasa de erradicación 77-95%
Empleada en retratamiento o como tratamiento inicial en áreas donde
la resistencia a la claritromicina es alta (≥15 por ciento) o en
pacientes con exposición reciente o repetida a la claritromicina o
metronidazol.
|
Empleada en retratamiento o como tratamiento inicial en áreas donde
la resistencia a la claritromicina es alta (≥15 por ciento) o en
pacientes con exposición reciente o repetida a la claritromicina o
metronidazol.
|
IBP*/12h
bismuto 120 mg/6h
tetraciclina 500 mg/6h
metronidazol 250 mg/6h
|
7-14 días**
|
Terapia secuencial
|
Indicada como pauta de 1ª elección si sospecha de resistencia a claritromicina
|
IBP*/12h+amoxicilina 1 g/12h
+
IBP*/12h+claritromicina*** 500 mg/12 h + metronidazol o tinidazol 500 mg/12h
|
Días 1 a 5
Días 6-10
|
* Omeprazol/esomeprazol 20 mg, lansoprazol 30 mg, pantoprazol 40 mg o
rabeprazol 20 mg/12h. El aumento de las dosis de IBP tiene pequeños
efectos sobre las tasas de erradicación. Tras el tratamiento erradicador
del Hp la administración de IBP se debe continuar, en caso de úlcera
gástrica, hasta su completa cicatrización y en la úlcera duodenal
complicada, hasta la confirmación de la erradicación. No es necesaria su
continuación en la úlcera duodenal no complicada.
** Las pautas de 10-14 días de tratamiento obtienen una tasa de curación mayor (4-6%) pero esto sigue siendo controvertido.
*** En zonas con resistencia a la claritromicina alta (> 15 por
ciento), levofloxacino (250 mg dos veces al día) puede ser utilizado.
Triple terapia o terapia estándar
Es la terapia más recomendada como primera línea e incluye un IBP y dos
antibióticos, generalmente claritromicina y amoxicilina (o
metronidazol). Las tasas de erradicación son del 70-85%. Sin embargo, en
pacientes con exposición reciente o repetida a la claritromicina o
metronidazol, o cuando la resistencia a la claritromicina es alta (≥15
por ciento), la cuádruple terapia debe ser utilizado como primera
opción.
Cuádruple terapia
Se recomienda como tratamiento de segunda línea en los casos en que
falle la triple terapia y consiste en un IBP junto con bismuto y dos
antibióticos, generalmente metronidazol y tetraciclina. Las tasas de
erradicación oscilan entre un 77-95%. El mayor inconveniente de esta
pauta es su complejidad (requiere tomas cada 6 y 12 horas) y una menor
adherencia.
Terapia secuencial
Se trata de un modelo de terapia relativamente nuevo que intenta salvar
la resistencia del H. Pylori a la claritromicina. Durante los primeros 5
días se administra amoxicilina con un IBP y, en una segunda fase, se
retira la amoxicilina y se añaden claritromicina y un nitroimidazol
durante 5 días más; el IBP se administra durante todo el tratamiento.
Parece que la amoxicilina podría debilitar las paredes bacterianas en la
fase inicial del tratamiento, lo cual aumentaría la eficacia de la
claritromicina en la segunda fase. Esta pauta ha mostrado mayores
índices de éxito que la triple terapia de 7 a 10 días, pero no se ha
mostrado más eficaz que la cuádruple ni que la triple terapia durante 14
días. En las zonas en las que la resistencia a la claritromicina es
alta (> 15 por ciento), la claritomicina es sustituida por
levofloxacino (250-500 mg dos veces al día).
Tratamiento de rescate
En una revisión sistemática se estima que la frecuencia de erradicación
con la triple y cuádruple terapia es del 70 y 76% respectivamente,
existiendo importantes discrepancias entre los grupos de consenso sobre
cuál es el tratamiento “de rescate” optimo.
En general, para los pacientes en que fracasa el tratamiento inicial con
triple terapia se recomienda la cuádruple terapia, utilizando una
combinación diferente de antibióticos durante 14 días, y tener en cuenta
las siguientes recomendaciones generales:
- La claritromicina no debe utilizarse a menos que el antibiograma confirme que la cepa de H. pylori es susceptible a la claritromicina.
- Los antibióticos tomados previamente en general deben evitarse.
- La tetraciclina puede ser más eficaz en este contexto que el metronidazol.
- Se debe reforzar la adherencia al tratamiento.
Como pautas de tercera línea se han propuesto combinaciones con
diferentes antibióticos, como levofloxacino, rifabutina, moxifloxacino o
furazolidona, estando, en general, estas combinaciones reservadas para
pacientes en los que han fracasado al menos dos de las pautas de primera
línea, sugiriendo algunas guías remitir al paciente a un centro
especializado para valorar el estudio de la sensibilidad antibiótica,
mientras que otras optan por el tratamiento empirico:
- IBP + amoxicilina 1g/12 h + levofloxacino (250-500 mg/24) durante 10-14 días
- IBP + amoxicilina 1g/12 h + rifabutina riesgo de mielotoxicidad 150 mg/12 h durante 7-10 días (riesgo de mielotoxicidad)
- IBP + furazolidona + levofloxacino durante 7-10 días
- Segundo intento con terapia cuádruple: IBP (al doble de la dosis estándar, dos veces al día), subcitrato de bismuto (120 mg cuatro veces al día o 240 mg dos veces al día), tetraciclina (de 250 mg tres veces al día a 500 mg cuatro veces al día) y metronidazol (de 250 mg tres veces al día a 500 mg cuatro veces al día) durante 10-14 días
A modo de ejemplo, una pauta de 10 días de rifabutina, amoxicilina y un
IBP, en pacientes que habían fracasado previamente, el tratamiento logró
erradicar H. pylori en el 50% de los casos
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