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Traducido por Salud y Fármacos
Cada cierto tiempo, es posible que la mayoría de la gente se sienta inquieta por la noche y le cueste quedarse dormido. Pero si su inquietud se debe específicamente a una urgencia incontrolable de mover uno o más miembros, es posible que le diagnostiquen un trastorno conocido como síndrome de piernas inquietas (SPI).
El SPI no se ha reconocido formalmente como un trastorno médico hasta hace poco tiempo, y dicha designación ha sido polémica. El diagnóstico se basa únicamente en síntomas vagos y subjetivos que a menudo también se observan en algunos trastornos psiquiátricos y físicos, y su causa en la mayoría de los pacientes sigue siendo desconocida.
Asimismo, la introducción del SPI como enfermedad coincidió con una intensa campaña promocional por parte de la industria farmacéutica para explotar la incertidumbre y la falta de conocimiento sobre este trastorno y expandir el mercado de fármacos lucrativos de la industria. Por este motivo nos preguntamos si la mayoría de los pacientes con SPI, especialmente aquellos con síntomas leves, están realmente afectados por dicho trastorno.
Esto es particularmente relevante al considerar las opciones terapéuticas. Los medicamentos aprobados por la FDA para el tratamiento del SPI han demostrado ser algo efectivos únicamente a corto plazo y presentan varios efectos secundarios graves, incluyendo, en muchos casos, el agravamiento de los síntomas que pretenden tratar.
Sobre el SPI
Según los National Institutes of Health (NIH) de EE UU, el SPI “es un trastorno neurológico caracterizado por movimientos rítmicos y/o insidiosos, tirones u otras sensaciones molestas en las piernas y una urgencia incontrolable, y en ocasiones incontenible, de moverlas”. Los síntomas del SPI son:
Según los National Institutes of Health (NIH) de EE UU, el SPI “es un trastorno neurológico caracterizado por movimientos rítmicos y/o insidiosos, tirones u otras sensaciones molestas en las piernas y una urgencia incontrolable, y en ocasiones incontenible, de moverlas”. Los síntomas del SPI son:
- Empeora por la noche y mejora por la mañana.
- Se desencadena en el descanso, la relajación o el sueño.
- Mejora, y se mantiene mejor, con el movimiento.
Algunas evidencias sugieren que el trastorno nace de una disfunción en el área del cerebro responsable de la coordinación de los movimientos musculares. La deficiencia de hierro y, específicamente, los niveles bajos de hierro en ciertas áreas del cerebro también se han asociado con el SPI.
La Fundación Nacional del Sueño clasifica el SPI en dos tipos. El SPI primario se diagnostica en aquellos sujetos con una sospecha de causa genética o en aquellos en los que se desconoce la causa, mientras que el SPI secundario se diagnostica cuando se identifica una causa potencialmente reversible. Los pacientes que muestran síntomas de SPI antes de los 40 años tienen más probabilidades de tener antecedentes familiares de la enfermedad, y por tanto un posible componente genético.
El SPI secundario se ha asociado con trastornos como enfermedad renal crónica, diabetes y neuropatía periférica. Las mujeres en el último trimestre de embarazo también pueden presentar un riesgo mayor de SPI secundario. Se relaciona ciertos medicamentos con la presencia o agravamiento del SPI secundario. Entre estos se incluyen fármacos antinauseosos, antipsicóticos, antidepresivos y antihistamínicos para el resfriado o la alergia.
Es probable que factores psicológicos y del estilo de vida jueguen un papel importante en el desarrollo o en la gravedad de todas las formas del SPI. El consumo de alcohol y cafeína, la falta de sueño o un horario de sueño irregular, y trastornos del ánimo como depresión y ansiedad se han asociado con los síntomas del SPI.
Manejo terapéutico del SPI
Generalmente en los pacientes diagnosticados con el SPI se evalúan las causas secundarias. Debe efectuarse un escrutinio pormenorizado de los medicamentos que consume el paciente para determinar si los síntomas son inducidos por los fármacos. Si no se halla una causa subyacente de los síntomas, probablemente el paciente presente SPI primario.
A menudo los síntomas de los
pacientes con SPI leve o moderada pueden reducirse o resolverse con
cambios en su estilo de vida o en su rutina diaria. Las estrategias
recomendadas por el NIH para reducir los síntomas del SPI incluyen:
- Reducción del consumo de cafeína, alcohol o tabaco.
- Mejorar la higiene del sueño, incluyendo mantener un patrón regular de sueño.
- Realizar ejercicio con regularidad.
- Aplicar tratamientos a las piernas, como masajes, baños calientes o emplear bolsas de calor o frío.
Solo debe procederse a la terapia farmacológica cuando los síntomas del SPI persistan a pesar de los cambios del estilo de vida, y en casos graves e incapacitantes. Actualmente existen fármacos aprobados para el tratamiento del SPI: los agonistas dopaminérgicos pramipexol (Mirapex), ropinirol (Requip) y el parche transdérmico rotigotina (Neupro), así como gabapentina enacarbil de liberación prolongada (Horizant). Todos estos fármacos se aprobaron únicamente para casos moderados o graves de SPI primario.
No obstante, algunos médicos prescriben otros fármacos no aprobados por la FDA para el tratamiento del SPI fuera de las indicaciones autorizadas. Estos medicamentos, como antiepilépticos, sedantes benzodiacepínicos y fármacos dopaminérgicos, presentan efectos secundarios graves y en ocasiones mortales y la FDA nunca ha evaluado favorablemente su efectividad para el tratamiento del SPI.
Limitaciones de las terapias farmacológicas
Por desgracia, todos los medicamentos aprobados actualmente para el SPI solo han demostrado su eficacia a corto plazo. Una revisión de 2012 de todos los ensayos clínicos aleatorizados de agonistas dopaminérgicos para el tratamiento del SPI, incluyendo aquellos no aprobados por la FDA para este trastorno, halló que en los ensayos los sujetos recibieron tratamiento durante solo 10 semanas y ningún ensayo superó los siete meses de duración. El único agonista no dopaminérgico aprobado para el tratamiento del SPI, gabapentina enacarbil de liberación prolongada, se aprobó a partir de dos ensayos de 12 semanas de duración.
Una de las complicaciones principales a largo plazo de los agonistas dopaminérgicos en el SPI es su potencial para generar dependencia física en los pacientes, lo cual requerirá que con el trascurso del tiempo se tenga que ir aumentando la dosis. Se piensa que este fenómeno, conocido como augmentación, afecta a un 7% de los pacientes tratados por cada año de tratamiento. Generalmente los pacientes que desarrollan augmentación por agonistas dopaminérgicos interrumpen su tratamiento, pero muchos experimentan posteriormente un agravamiento de los síntomas del SPI en comparación con el inicio del tratamiento. Este hecho plantea la pregunta de si cuando se emplean de forma crónica los agonistas dopaminérgicos hacen más mal que bien.
Otros efectos secundarios de los tres agonistas dopaminérgicos aprobados para el SPI incluyen hipotensión a niveles peligrosos en bipedestación, alucinaciones y psicosis. Un estudio reciente que analizó cientos de informes de eventos adversos enviados a la FDA concluyó que el juego patológico, la hipersexualidad y las compras compulsivas son efectos secundarios probables del uso de agonistas dopaminérgicos en algunos pacientes con SPI y enfermedad de Parkinson. En 2012, la FDA advirtió que pramipexol puede producir un ligero aumento del riesgo de insuficiencia cardiaca congestiva. Gabapentina enacarbil de liberación prolongada puede producir pensamientos suicidas. Los cuatro fármacos pueden producir somnolencia diurna excesiva y repentina, lo que puede afectar peligrosamente a la capacidad de conducción.
Lo que se puede hacer
Si presenta síntomas del SPI, como molestias o inquietud en las piernas por la noche, consulte a su médico sobre si presenta un trastorno o si está tomando un medicamento que pudiera causar dichos síntomas.
Si sus síntomas no son incapacitantes, antes de recibir tratamiento intente los cambios en su dieta y en su rutina diaria que se recomiendan en este artículo.
Si usted o su médico deciden que es necesario el tratamiento farmacológico para este trastorno, asegúrese de revisar los efectos secundarios de cada tratamiento y tenga en cuenta que todos los fármacos aprobados por la FDA para tratar el SPI han demostrado la mejora de los síntomas solo a corto plazo. Nunca trate este trastorno con un fármaco que la FDA no ha aprobado para tal fin.
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