Dres. Cynthia J. Mollen, Melissa K. Miller, Katie L. Hayes, and Frances K. Barg
Pediatr Emer Care 2013; 29: 469 - 474
El embarazo adolescente no planificado es un importante problema de
salud pública. En el año 2009, aunque la tasa de natalidad para las
mujeres jóvenes de 15 a 19 años de edad fue la más baja jamás
registrada, todavía había más de 410.000 nacimientos a partir de
adolescentes. Además, Estados Unidos tiene, por mucho, la tasa de
embarazo adolescente más alta de los países industrializados. Se estima
que el 80% de los embarazos de adolescentes son no intencionados; a
pesar de esto, una proporción significativa de adolescentes reportan no
usar ningún método anticonceptivo durante su primera relación sexual.
Similarmente, de acuerdo con la Encuesta de Conductas de Riesgo en
Jóvenes, del 34% de los estudiantes de secundaria que reportaron ser
sexualmente activos, sólo el 61% y el 20% informaron el uso de
preservativos o anticonceptivos orales, respectivamente, durante su
relación sexual más reciente. La preocupación por el embarazo
adolescente se destacó en las Metas para una Población Saludable del
2010 del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. y,
recientemente, de nuevo para el 2020, en base al conocimiento de que el
embarazo adolescente se asocia con un mayor riesgo de resultados pobres,
tales como bajo peso al nacer, prematuridad y retraso del crecimiento
intrauterino. Además, el embarazo adolescente supone una pesada carga
social y económica para las madres, padres, niños y para la sociedad.
La píldora de anticoncepción de emergencia (AE) es una opción disponible
para la prevención del embarazo. Aunque la AE es ampliamente utilizada
en otros países, muchas mujeres en los Estados Unidos, en particular las
adolescentes, no son conscientes de esta opción para la prevención del
embarazo. Además de la falta de conocimiento sobre la AE, los estudios
sugieren que existen barreras adicionales para su uso, como la
desaprobación familiar y social, las actitudes negativas de los
profesionales de la salud que pueden impactar en la accesibilidad, y la
preocupación por los efectos adversos. Varias organizaciones médicas
nacionales han pedido un mayor acceso a la AE para las adolescentes, la
Administración de Alimentos y Drogas recomendó que se levantaran las
restricciones de edad para el acceso en el mostrador a la AE, y el
director del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU.
recientemente evaluó seguir limitando el acceso libre a la AE. Dado este
reciente desarrollo, ahora es más crítico que nunca determinar qué
problemas de acceso, barreras y lagunas de conocimiento específicos
deben ser abordados al diseñar una estrategia para reducir el embarazo
adolescente no deseado.
La teoría del comportamiento planificado (TCP) es un marco conceptual
que puede ser utilizado para comprender los procesos de toma de
decisiones de los adolescentes y puede ser útil para comprender las
intenciones de utilizar AE. La teoría establece que las creencias y
valores personales y sociales determinan las actitudes personales y las
expectativas sociales percibidas (“normas subjetivas”) y que varios
otros factores adicionales pueden influir en el control del
comportamiento percibido. Estas actitudes, normas subjetivas y control
del comportamiento percibido a su vez influyen en la intención de
conducta, que a su vez influye en el comportamiento actual. Mediante la
evaluación de estas construcciones específicas, se puede obtener
información acerca de las áreas específicas de intervención destinadas a
aumentar la intención de ejecutar una conducta. La TCP es un modelo
integral que ha sido evaluado y validado para la comprensión de una
variedad de condiciones de salud, incluyendo las reglas a seguir en los
jóvenes sin hogar, la promoción de la actividad física, y de una
alimentación saludable. Además, la TCP también se ha utilizado para
entender las conductas sexuales de riesgo en adolescentes.
El servicio de emergencias (SE) es un sitio importante para llegar a los
adolescentes en situación de riesgo de embarazo. Los adolescentes
utilizan el SE con más frecuencia que los adultos y a menudo buscan
atención para molestias no urgentes; además, los adolescentes con
mayores niveles de conductas de riesgo tales como consumo de sustancias y
depresión son más propensos a utilizar el SE como su principal fuente
de atención médica. Una proporción significativa de adolescentes puede
estar en riesgo de embarazo al momento de la consulta al SE; un estudio
realizado en 2 SEs urbanos halló que entre el 10% y el 47% de los
adolescentes de 15 a 18 años de edad sexualmente activos reportaron que
no utilizaban ninguna forma de anticoncepción pese a no estar buscando
un embarazo, y un estudio más reciente halló que el 14% de los
adolescentes sexualmente activos informó de relaciones sexuales sin
protección dentro de los 5 días anteriores a la consulta en el SE. Por
lo tanto, los autores optaron por centrarse en una población de
adolescentes que buscaban atención en el SE. Este estudio se basa en un
trabajo previo de los autores, con una muestra de adolescentes del sexo
femenino más grande y más diversa; se utilizó el marco de la TCP para
evaluar los conocimientos y las actitudes de las adolescentes urbanas
sobre la AE y para evaluar la intención de uso de la AE en situaciones
hipotéticas particulares para identificar las áreas de interés a abordar
en futuras intervenciones. En base a ese trabajo previo, se planteó la
hipótesis de que dentro de las construcciones de la TCP, las actitudes
se verían afectadas por el conocimiento limitado, que las opiniones de
las madres y novios podrían desempeñar un papel importante en la
intención de utilizar la AE, y que barreras tales como el costo y la
confidencialidad limitarían el acceso a la AE. Además, se planteó la
hipótesis de que los adolescentes apoyarían el uso de la AE en ciertas
situaciones.
Métodos
Diseño y entorno del estudio
Se realizó un estudio transversal con adolescentes del
sexo femenino que buscaban atención médica en 2 SEs de hospitales
pediátricos urbanos. El Hospital 1 [nombre omitido para el cegamiento
durante el estudio], situado en el noreste de Estados Unidos, atiende
aproximadamente 90.000 pacientes al año, y el Hospital 2, ubicado en el
Centro-Oeste, atiende a casi 70.000 pacientes por año. La mayoría de los
pacientes en el Hospital 1 son de raza negra (65%), siendo el resto
principalmente blancos (23%). El desglose racial/étnico en el Hospital 2
es 40% raza negra, 33% blancos no hispanos y 20% blancos hispanos. La
mayoría de los pacientes en ambos hospitales pertenecen a Medicaid (57%
del Hospital 1, 69% del Hospital 2), y el resto a seguros privados (39% y
21%, respectivamente) o particulares (4% y 9%, respectivamente). El
protocolo del estudio y los procedimientos de consentimiento fueron
aprobados por las juntas de revisión institucional de ambas
instituciones.
Población de estudio
En el Hospital 1 los sujetos fueron incluidos si eran
adolescentes de sexo femenino con edades de 15 a 19 años (inclusive), si
residían en 1 de los 11 códigos postales que rodean al hospital, y si
eran de raza negra y hablaban Inglés, según su auto-identificación al
momento de la consulta en el SE. Estos criterios reflejan directamente
los criterios de inclusión del trabajo previo de los autores en este
ámbito, en el que se llevaron a cabo entrevistas en profundidad para
explorar las actitudes y creencias de los adolescentes sobre la
prevención del embarazo y la AE. Para dicho trabajo exploratorio, estos
criterios de inclusión fueron seleccionados para reflejar una población
de cierta manera culturalmente homogénea, dada la potencial amplia gama
de opiniones sobre el embarazo adolescente y el uso de la AE. Debido a
que este proyecto se ha desarrollado como resultado directo de ese
trabajo, los autores continuaron utilizando los mismos criterios de
inclusión. Sin embargo, para aumentar la diversidad de respuestas para
este estudio, se añadió un nuevo sitio, y se utilizaron criterios de
inclusión un poco más amplios en el Hospital 2: las participantes de tan
sólo 14 años de edad fueron incluidas y no hubo limitaciones
geográficas o raciales/étnicas para la inclusión. Las participantes
fueron excluidas en ambas instituciones al ser identificadas por el
equipo médico como agudamente enfermas como para participar o si tenían
un retraso significativo en el desarrollo que dificultara completar el
cuestionario. Las participantes no fueron compensadas por su
participación.
Protocolo y medidas del estudio
Asistentes de investigación (AIs) entrenados identificaron a las
pacientes potencialmente elegibles a través de los tableros de
seguimiento computarizados del SE, que contienen información de registro
sobre todas las consultas de pacientes en tiempo real. Una vez
identificada una posible participante, un AI determinó si la paciente
cumplía los criterios de inclusión; de ser así, se obtuvo el
consentimiento verbal de la paciente. Se solicitó y se concedió una
exención de consentimiento parental debido a que el estudio incluyó sólo
la participación en una encuesta confidencial, que no alteró el curso
de la atención de las pacientes, y una exención de consentimiento por
escrito, ya que un documento de consentimiento informado sería el único
vínculo entre la participante y los datos del estudio.
El AI completó una encuesta de opción fija verbal con cada participante.
Durante la administración de la encuesta, sólo el AI y la participante
estaban en la habitación del SE. La encuesta fue desarrollada por los
autores, en base a la revisión de la literatura y la opinión de
expertos, y fue testeada con una prueba piloto en 10 sujetos antes de
comenzar el enrolamiento del estudio para asegurar su legibilidad y
comprensión. La encuesta consistió en varias secciones: en primer lugar,
se recogieron los datos demográficos (incluyendo edad, nivel escolar,
proveedor de atención primaria, consultas al ginecólogo, e historia
sexual). Por ejemplo, para evaluar la historia sexual, se les preguntó a
las participantes, “¿Alguna vez has tenido sexo con alguien, es decir,
alguna vez has tenido relaciones sexuales?''. A continuación, las
participantes respondieron 4 preguntas diseñadas para evaluar su
conocimiento sobre la AE. A todas las participantes se les leyó
posteriormente un párrafo corto con información objetiva sobre la AE
para garantizar un nivel básico de conocimientos para todas las
participantes. Luego, se les realizó preguntas para evaluar sus
actitudes y creencias acerca de la AE. Estas preguntas se basaron en los
resultados del trabajo previo de los autores, en el que se llevaron a
cabo entrevistas en profundidad con una población similar sobre el mismo
tema, y se incluyeron construcciones de la TCP (actitudes, control
conductual percibido y normas subjetivas). Es de destacar que el
conocimiento es a menudo incluido dentro de la construcción de actitudes
cuando se utiliza la TCP porque las actitudes son formadas por el
conocimiento. Estas preguntas utilizan una escala de respuesta tipo
Likert. Por ejemplo, se les preguntó a las participantes: ''La píldora
es buena, ya que sólo necesitas tomarla una vez [fuertemente de acuerdo,
de acuerdo, neutral, en desacuerdo, muy en desacuerdo] ‘‘, '' Si vas a
tomar la píldora del día después, cuán preocupada estarías acerca de los
efectos adversos a corto plazo - en otras palabras, de las cosas que
podrían sucederle a tu cuerpo todo el tiempo que se tome la medicina?
[Muy preocupada, algo preocupada, en absoluto preocupada]; y ‘‘¿Cómo se
sentiría tu madre si le dijeras que querrías obtener la píldora del día
después? [Lo aprobaría fuertemente, algo lo aprobaría, sería neutral,
algo lo desaprobaría, lo desaprobaría fuertemente]. ‘‘Por último, las
participantes respondieron preguntas para evaluar su potencial intención
de utilizar la AE en general y ante escenarios específicos dados, con
respuestas de opción fija de sí, no, tal vez, y no estoy segura para
cada escenario. Por ejemplo, se les preguntó a las participantes,
''Considerarías el uso de AE si estuvieras tomando pastillas
anticonceptivas pero olvidaste tomar una?'' ''… y si fuera la primera
vez que tuviste relaciones sexuales?’’ Al final de la consulta de la
participante al SE, el AI recogió el motivo de consulta de la historia
clínica.
Análisis de datos
Los datos se ingresaron en una base de datos de Microsoft Access
(Redmond, WA). Las características demográficas fueron resumidas
mediante estadísticas descriptivas estándar (por ejemplo, medias y DEs
para las variables continuas de distribución normal tales como la edad
y porcentajes para las variables categóricas tales como el tipo de
proveedor de atención primaria). Las diferencias en las medias entre las
variables continuas se determinaron mediante la prueba t, y las
diferencias en las variables categóricas se determinaron mediante la
prueba de x2. Además, se determinaron los resúmenes descriptivos para
las preguntas de cada dominio de la TCP (conocimiento/actitudes, normas
subjetivas y control conductual percibido). Para estos análisis, las
respuestas tipo Likert se agruparon en 2 categorías (por ejemplo, gran
apoyo/algo de apoyo y no importaría/un poco molesto/muy molesto). Para
cada pregunta, la opción de respuesta neutral se agrupó con las 2
opciones de respuesta negativa, ya los autores estaban interesados en
evaluar claramente las actitudes positivas hacia la AE y tomaron la
decisión a priori de que los pacientes con opiniones que no eran
claramente positivas podrían ser agrupados con aquellos con opiniones
negativas. Las comparaciones de las respuestas a preguntas específicas
entre los subgrupos dicotomizados fueron realizadas mediante la prueba
de x2. Los participantes fueron estratificados en 2 grupos de edad para
estas comparaciones: 14 a 16 años (''Jóvenes'') y de 17 a 19 años
(''Mayores''). Se utilizó Stata 9.2 (Stat Corp, College Station, TX)
para estos análisis.
Resultados
El enrolamiento de participantes comenzó en el Hospital 1 en Junio
del 2008 y se completó en Abril del 2009; el enrolamiento en el Hospital
2 se inició en Junio del 2009 y se completó en Noviembre del 2009. Un
total de 403 adolescentes fueron contactadas para su inscripción; 223
(55,5%) dieron su consentimiento para el enrolamiento, 83 (37,2% del
total) en el Hospital 1 y 140 (62,8% del total) en el Hospital 2. Las
tasas de rechazo fueron similares en ambas instituciones (50% en el
Hospital 1, 40% en el Hospital 2). La mayoría (58%) de las participantes
eran menores de 17 años (n = 129). Se recogieron los datos demográficos
(raza/etnia y edad) para el 90% de las que se negaron a participar;
aquellas que se negaron fueron similares en estas categorías a las que
dieron su consentimiento. La mayoría de las que se negaron reportaron ''
No tengo tiempo'' o ''No tengo ganas'' como motivo para la negativa;
para un 22%, el familiar negó la participación en nombre del paciente.
Apenas más de la mitad (55,6%) de las participantes informaron de una
historia de actividad sexual, y el 8% reportó el antecedente de un
embarazo; de éstos, el 44% resultó en un nacido vivo, el 44% en un
aborto, y el 12% en un aborto involuntario. Ninguna participante reportó
haber estado embarazada más de una vez. Aproximadamente una quinta
parte del total de la muestra (20,2%) reportó que estaba en riesgo de
embarazo durante los 6 meses siguientes, incluyendo un 4,5% que
pretendía tener relaciones sexuales, debido al uso de anticoncepción
inconsistente real o probable. Las principales molestias de las
pacientes que llevaron a la consulta al SE en ambos sitios fueron muy
variadas; el dolor abdominal fue el síntoma más frecuente (15,7%),
seguido de lesiones (9,9%), dolor de garganta (5,8%) y dificultad
respiratoria (4,5%).
Con respecto a los conocimientos específicos sobre la AE, el 63,7% de
las participantes dijeron ''sí'' a la pregunta: ‘‘¿Alguna vez has oído
hablar de la píldora del día después?''; poco más de una cuarta parte de
las participantes (26,0%) informaron que conocían a alguien que la
había utilizado. El 8% reportó que personalmente había utilizado la AE
en el pasado; de estas 18 participantes, 7 también tenían un historial
de embarazo, incluyendo 4 con hijos. Las participantes con historia de
actividad sexual fueron más propensas a haber oído hablar de la AE en
comparación con aquellas sin antecedentes de actividad sexual (odds
ratio [OR] = 2,6; intervalo de confianza del 95% [IC]: 1,4-4,7), al
igual que las participantes de mayor edad (OR = 2,3; IC 95%: 1,2-4,3);
además, las participantes de más edad tuvieron más probabilidades de
haber usado AE en el pasado (OR = 4,0; IC 95%: 1,3-14,7). Cuando se
preguntó acerca del momento correcto del uso de la AE a través de una
pregunta de selección múltiple, sólo 7 participantes (3,1%) sabían que
la AE podría ser efectiva dentro de los 5 días de una relación sexual
sin protección; un 12,1% adicional creía que la AE debía ser utilizada
dentro de los 3 días de una relación sexual sin protección (momento
correcto de acuerdo con el prospecto del envase). Más de una cuarta
parte (27,4%) creía que se debía utilizar dentro del día, y casi la
mitad (42,2%) respondió ''no sé''.
Actitudes acerca de la AE
La mayoría de las participantes estaban preocupadas por
los potenciales efectos adversos a corto plazo (86,1%) y a largo plazo
(78,3%) de la utilización de la AE. Además, la mayoría (81,6%) de las
participantes estaban preocupadas de que la AE no sería eficaz si se
tomaba para prevenir el embarazo. Estas actitudes no difirieron
significativamente entre las personas con y sin historia de actividad
sexual entre los 2 grupos de edad. Poco más de la mitad (52,6%) de las
participantes estuvo de acuerdo con la declaración ''La AE trabaja más
rápido que las pastillas anticonceptivas. ‘‘Las participantes
sexualmente activas fueron significativamente más propensas a tener esta
percepción que las que no lo eran (OR: 2,3; IC 95%: 1,3-4,1); no hubo
diferencias entre los grupos de mayor y menor edad.
Control conductual percibido
Muchas participantes se mostraron preocupadas por el costo de la AE
(44,8%) y por su capacidad para ir a un médico para obtener una receta
(44,8%). Estos resultados no difirieron significativamente entre
aquellas sexualmente activas y las que no lo eran ni entre las más
jóvenes y los grupos de mayor edad.
Normas subjetivas
La mayoría de las participantes no estaban preocupadas de que las
personas importantes en sus vidas desaprobaran su potencial uso de la
AE. Por ejemplo, sólo el 26% de las participantes consideró que su madre
desaprobaría el uso de la AE, y sólo el 18% informó que su novio
desaprobaría su uso. Sin embargo, cerca de la mitad (40,8%) reportó que
consideraría no usar AE si su novio hubiera expresado interés en tener
un hijo. Aunque en general las participantes sintieron que las personas
cercanas a ellas apoyarían su uso de la AE, muchas estaban preocupadas
de que alguien que no tenían la intención de informar pudiera descubrir
que la habían tomado (46,2%). Esta preocupación fue más tendiente a ser
expresada por las participantes que no eran sexualmente activas (OR 2,0;
IC 95%: 1,1-3,5). No hubo diferencias significativas entre las
participantes más jóvenes y mayores con respecto a estas preocupaciones.
Intención de uso de la AE
De las 124 participantes que reportaron ser sexualmente
activas, el 66,1% informó que consideraría el uso de la AE en el futuro.
Para todas las participantes, cuando se les presentó una serie de
escenarios en los que una mujer podría considerar el uso de AE, la
mayoría de las participantes apoyó el uso personal de AE en caso de
violación (88,3%), ante la rotura de un preservativo (82,1%), o si no se
hubiera utilizado ningún tipo de control de la natalidad (75,7%). Más
de la mitad de las participantes apoyaron el uso personal de la AE si
era su primera experiencia sexual (57.0%) y si estaban tomando
anticonceptivos orales pero habían olvidado tomar un comprimido (50,7%).
Una vez más, no hubo diferencias significativas en estas opiniones
entre aquellas con distintas experiencias sexuales o entre los
diferentes grupos de edad.
No hubo diferencias en las actitudes, el control del comportamiento
percibido, las normas subjetivas o la intención de utilizar la AE entre
los 2 sitios de estudio.
Discusión
El conocimiento sobre la AE entre los adolescentes sigue siendo menos
que ideal. Múltiples estudios durante los últimos 15 años han
demostrado un aumento del conocimiento sobre la AE en esta población,
con tasas de concientización que varían del 30% al 73%. Sin embargo,
aunque la tasa de conocimiento ha aumentado a través de la última
década, ha habido un cambio informado pequeño en los últimos años; Aiken
y col. reportaron en el 2005 que el 73% de los adolescentes encuestados
eran conscientes de la AE, en comparación con los resultados de Ahern y
col. en los que 70% eran conscientes de la AE y los hallazgos de los
autores de que aproximadamente dos tercios de la población estudiada
había oído hablar de la AE. Los resultados de los autores sugieren que
algunos subgrupos de adolescentes pueden sin embargo tener una mayor
conciencia que otros, como los que tienen antecedentes de actividad
sexual y los adolescentes mayores.
Desafortunadamente, aunque el conocimiento sobre la AE fuera del 100%,
es probable que la concientización sola no sea suficiente para aumentar
el uso. Varios estudios han hallado que las mujeres, incluidas las
adolescentes, pueden no optar por utilizar la AE porque se sienten
avergonzadas o perturbadas, están preocupadas por lo que otros piensan, y
porque tienen preocupaciones sobre los efectos adversos. Los resultados
de los autores son similares a los reportados anteriormente, incluyendo
los de su trabajo cualitativo, aunque este proyecto les permitió
cuantificar mejor las actitudes y creencias que fueron identificadas
previamente a través de entrevistas más profundas con adolescentes
similares. Nuevamente los autores hallaron que la población de
adolescentes de este estudio tenía un conocimiento limitado sobre el
momento correcto de uso de la AE, creía que la AE de alguna manera
funciona más rápido que los anticonceptivos orales, tenía preocupaciones
sobre los costos y los efectos adversos, y por el acceso a la receta y
la confidencialidad. Sin embargo, a pesar de estas preocupaciones,
también hallaron que las adolescentes consideraron que las personas
importantes en su vida apoyarían el uso de AE si fuera necesario.
Curiosamente, a pesar de los problemas identificados, se halló que las
adolescentes apoyan el uso de la AE en muchos escenarios específicos y
que muchas considerarían el uso de AE en sí mismas.
Este grupo geográficamente diverso de adolescentes urbanos proporciona
una idea de los problemas que deben abordarse para incrementar el uso
apropiado de la AE. El trabajo previo de los autores con esta población
ayudó a comprender, en combinación con estudios previos publicados, qué
actitudes, barreras, y brechas de conocimiento se deben explorar y ayudó
a identificar a que personas los adolescentes acuden en busca de
consejos y orientación para la prevención del embarazo. Este estudio ha
aclarado aún más los obstáculos y deficiencias específicas con respecto a
la AE (incluyendo las preocupaciones sobre los posibles efectos
adversos, la privacidad, el acceso y el costo) para que se puedan
desarrollar intervenciones que incluyan un componente de la AE destinado
a reducir el embarazo en la adolescencia. Los profesionales que
discuten las opciones de anticoncepción con los adolescentes deben ser
conscientes de la variedad de preocupaciones específicas que los mismos
pueden tener sobre la AE, teniendo en cuenta que aunque pueda existir el
conocimiento del método, potencialmente existen otras preocupaciones
y/o ideas erróneas que deben abordar. Además, los profesionales pueden
considerar la participación de las personas cercanas al paciente (con el
permiso del adolescente) y pueden trabajar con los adolescentes para
identificar a un adulto de apoyo que puede ayudar en la toma de
decisiones sobre los métodos anticonceptivos. Por último, como los
adolescentes a menudo están preocupados por el costo y el acceso, los
profesionales pueden trabajar para educar a sus pacientes sobre las
opciones para la obtención de AE, si es necesario; esto puede incluir la
provisión por adelantado en circunstancias apropiadas.
Este estudio tiene varias limitaciones. En primer lugar, la población en
1 sitio se limitó a un grupo más homogéneo. Sin embargo, la adición de
un segundo sitio aumentó la diversidad de la muestra, y dada la
similitud de estos resultados con los publicados anteriormente, los
autores consideraron que los resultados son generalizables a otros
centros urbanos. En segundo lugar, aproximadamente el 50% de las
pacientes elegibles para el estudio se negaron a participar; por lo
tanto, los resultados pudieron verse afectados en que las que decidieron
participar pudieron haber tenido más conocimientos u opiniones más
fuertes sobre la AE. Sin embargo, las que declinaron fueron similares a
las que participaron en edad y raza/etnia; los autores enrolaron a un
grupo con distintas edades, motivos de consulta, y grupos étnicos, y
hallaron una serie de opiniones sobre los diferentes problemas
relacionados con la AE.
En conclusión, en una encuesta de tipo cerrada, de elección fija, las
minorías urbanas de adolescentes mujeres de 2 SEs geográficamente
diferentes indicaron que a pesar de que apoyarían el uso de la AE en
varias situaciones, carecen de conocimientos específicos sobre la AE y
tienen dudas sobre el uso y el acceso a la AE. La conciencia de estos
factores y las influencias potenciales del uso de AE pueden guiar a los
profesionales hacia un asesoramiento e intervenciones eficaces dirigidas
a aumentar el uso de la AE entre adolescentes en ambientes apropiados.
Comentario: El embarazo adolescente no planificado
es cada vez más frecuente, y constituye un importante problema de salud
pública. La falta de información sobre métodos anticonceptivos y el
desconocimiento de la anticoncepción de emergencia junto con creencias y
preocupaciones personales aumentan el riesgo de embarazo a edades
tempranas. Resulta fundamental que los profesionales de la salud no sólo
asesoren a los adolescentes sexualmente activos sobre los métodos de
anticoncepción de emergencia, sino que también implementen acciones
dirigidas a aumentar el conocimiento sobre los métodos seguros de
anticoncepción previamente al inicio de la vida sexual para evitar el
embarazo precoz y la posibilidad de enfermedades de transmisión sexual.
♦ Resumen y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol
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